El pasado día 9 de noviembre, durante el XX Congreso Confederal de la Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados (UDP) -@MayoresUDP- , delegadas y delegados de sus asociaciones en toda España eligieron como presidenta a Inmaculada Ruíz Martín en lugar de Paca Tricio tras la finalización de su mandato. Inmaculada Ruiz, además de ser la nueva presidenta de la organización estatal, es también presidenta de la Federación Provincial de Mayores UDP de Ávila, vicepresidenta de la Federación Territorial UDP de Castilla y León y ostenta el cargo de Defensora del Mayor en la ciudad de Ávila.
PREGUNTA: Para empezar por el principio, ¿quién es Inmaculada Ruíz Martín, dónde y cuándo nació, cuál es su trayectoria vital y profesional, cómo llega a ser presidenta de UDP?
RESPUESTA: Nací en 1944, el mes de septiembre cumplí 77, vivo en Berrocalejo de la Laguna, un pueblecito de la provincia de Ávila donde mi abuelo fue el maestro durante 40 años. Mi padre era valenciano y vivimos en Valencia pero volvíamos al pueblo constantemente. En mi vida laboral he trabajado en muchas cosas, desde la docencia hasta atendiendo compromisos con gente que me buscaba para poner en marcha iniciativas, mi actividad ha sido tan tremenda que puedo llenar varias páginas con mi currículum (risas). Pero yo soy muy sencilla, cuando me jubilé dije: 'hoy he nacido otra vez, vuelvo a vivir otra vez la vida', y ya casi me he olvidado del pasado. Volví a Ávila con mi familia y Luis Martín Pintado, el presidente de UDP anterior a Paca Tricio, y la propia Paca me empujaron para constituir en Ávila una asociación y así comenzó mi trayectoria como Defensora de los Mayores luchando por conseguir un puesto para ellos en Ávila. Para eso hay que luchar muchísmo porque entre los políticos y las diversas asociaciones parece que estamos compitiendo cuando en realidad no es así, deberíamos estar todos unidos.
P.: ¿Qué nos puede decir del legado que deja en la UDP su antecesora, Paca Tricio?
R.: Paca es una persona que lucha por los mayores, una trabajadora incansable, con una energía y una actividad tremendas. Siempre he podido contar con ella, cada vez que venía a Ávila me decía que la tenía para lo que se necesitase. Mi trayectoria y mi amistad con ella es muy grande desde hace ya 16 años. Creo que hay que seguir, de una manera u otra, sus pautas, seguir con su trabajo y no olvidarlo nunca.
P.: ¿Cuáles son los retos que se plantea, los objetivos de su presidencia al frente de UDP?
R.: En el Congreso ya dije que nosotros, desde 1977, tenemos cinco banderas que hay que seguir llevando hacia delante: la bandera democrática, la pluralista, la independiente, la libre y la unitaria. Sobre esto vamos a trabajar todos. El pasado 9 de noviembre, el día de nuestro Congreso, fue también el aniversario de la caída del muro de Berlín y al igual que se tiró aquel muro, nosotros pretendemos trabajar para tirar barreras. Pero vamos a hacerlo unidos de forma que haya una comunicación constante entre todas las asociaciones. Eso para mi es muy importante. Nuestro mensaje siempre será el compromiso unánime de toda la organización para sacar adelante nuestra asociación. Es un compromiso que vamos a mantener, no vamos a escondernos ni a huir ante las dificultades, vamos a dar la cara en todo momento.
P.: ¿Qué opinión tiene sobre las pensiones, su blindaje, el Pacto de Toledo, la reforma de Escrivá…?
R.: Magdalena Valerio, presidenta del Pacto de Toledo, estuvo en el Congreso de UDP que me ha elegido como presidenta y con ella hablamos de todas estas cosas. Yo estoy totalmente de acuerdo con la manifestación del 13 de noviembre porque el tema de las pensiones se está convirtiendo en un juego de los políticos, nos han quitado unos derechos que son nuestros, hemos estado trabajando toda la vida, somos las generaciones que hemos sacado adelante España. Muchos de nosotros hemos trabajado desde los 14 años e incluso antes. Yo a los 14 trabajaba por la mañana y estudiaba por la tarde porque había que aportar en casa algo y como yo millones de españoles. Nos merecemos unas pensiones justas y blindadas, nos lo hemos ganado. Como Defensora del Mayor conozco casos de gente que está sobreviviendo con algo más 200 euros al mes. A eso no hay derecho, porque han pagado su SOVI y esa gente se merece una vida mejor que la que tiene y una vejez más sana y abierta. Pero lo más importante de todo es que estamos luchando para los que vienen detrás. Si a nosotros nos queda lo que nos queda, los que vienen detrás van a estar horriblemente mal y eso no puede ser. En la Constitución se dice que todos los españoles tenemos derecho a un salario digno, pero esto no ses así. Para algunas cosas si se cumple con la Constitución pero para otras no porque no interesa.
P.: Parece como si se culpara a la generación del baby boom por su incorporación al colectivo de pensionistas y del estado de las arcas de la Seguridad Social...
R.: Es cierto. También ha estado en el Congreso de UDP Ángel Rodríguez Castedo, presidente de la Plataforma de Mayores y Pensionistas (PMP), y nos ha hablado del tema de las pensiones. Es un asunto que está ahí pero que nadie toca, los más perjudicados son los baby boomers, pero también los que llegarán después que ellos. Yo tengo sobrinos de 30 años que no han cotizado más de tres o cuatro y a este paso no van a poder cobrar una pensión hasta los 80. Yo hablaba con Rodríguez Castedo sobre que antes la gente se burlaba de los pobres trabajadores mileuristas y hoy esos mismos mileuristas se sienten como millonarios a pesar de no tener ni para pan.
P.: Y la brecha de género en las pensiones, las pensiones de las viudas de las que se dice, creo que erróneamente, que no han trabajado nunca...
R.: Claro que han trabajado, y mucho además, pero no se les ha reconocido nunca. No se reconoce la labor del ama de casa. Yo tengo que limpiar mi casa, hacer la compra, la comida, pero además tengo que encargarme de UDP y parece como si ser ama de casa no valiese, no contase. Es la mujer la que lava, la que plancha y hace la maleta del hombre y eso es una discriminación absoluta. Mire, como Defensora del Mayor he vivido casos de divorcios de matrimonios mayores en los que el juez ha dictaminado que como el exmarido tiene más gastos le corresponde quedarse con más dinero y la pobre mujer, que según dicen no ha trabajado en su vida, con 300 euros tiene que tener bastante. Es una injusticia machista. Debemos luchar por eliminar estas cosas, yo por mi edad no sé si podré pelear muchos años, pero sí puedo ir allanando el camino para que los que vienen detrás peleen con garra. Entre todos podremos conseguirlo. Y si no hacemos una sentada los más de nueve millones de mayores de 65 años que somos en España y a ver que pasa. No nos damos cuenta de nuestra fuerza, podemos decir que hasta aquí hemos llegado y derribar un gobierno si nos da la gana.
P.: Imagino que viviendo en Castilla y León conocerá bien la problemática de la España vaciada...
R.: En Ávila y el resto de Castilla y León conozco pueblos que mueven a la compasión, pero ¿quién está vaciando la España vaciada? La estamos vaciando porque hemos quitado bancos en los pueblos, en los grandes porque en los pequeños ni había, solo hay cajeros automáticos que son imposibles de entender para los mayores, hemos quitado autobuses, trenes, coche de línea, hemos quitado los médicos, los ambulatorios, hemos quitado de todo... ¿Qué es lo que nos están dejando? Sencillamente nada, nos empujan a vaciar los pueblos de España y a que en ellos solo quede gente de 80 o 90 años que cuando te ven llegar, y esto me ha pasado a mí, te abren los brazos porque quieren hablar con alguien y contarle su vida, su historia... La España vaciada es una realidad muy dura. Yo vivo en Berrocalejo, un pueblecito chiquitín con 40 habitantes censados, cerca de Ávila y las pocas parejas jóvenes que hay trabajan fuera, solo van al pueblo para dormir, es un pueblo dormitorio. El resto somos tres o cuatro mayores que procuramos ayudarnos entre nosotros. Yo los llevo al médico porque todavía puedo conducir y voy y vengo con ellos al hospital y a las consultas, pero no es eso, no es eso
P.: Hablemos de residencias, ¿será posible el cambio de modelo hacia unos centros que realmente sean sociosanitarios en lugar de ser almacenes de mayores?
R.: Por desgracia las residencias aún son aparcamientos para mayores. Se les aparca ahí igual que a los niños muchas veces en las guarderías, en otras ocasiones es necesario hacerlo, pero muchas veces se les deja allí porque estoy más agusto si me voy a tomar un café con los amigos y con los mayores nos pasa lo mismo. Es abandono y desidia. No logro entender como se ha podido llegar al sufrimiento y la muerte que ha habido en las residencias durante la pandemia. Ha sido horrible.
P.: Otro grave problema, el edadismo...
R.: Verdaderamente es un problema muy grave. Hace unos días tuve una ponencia en el Imserso y dije que el edadismo, la discriminación por razón de edad, ha existido siempre y no se ha hecho nada para eliminarlo. Es cierto que hay gente que se burla de los mayores y gente que no les cede el asiento en el autobús, pero también hay cosas mucho más serias. Sí, vamos a hablar de edadismo, pero sobre todo vamos a intentar que deje de haberlo. Yo he acompañado a muchos mayores a oficinas públicas y a veces ha sido terrible, por ejemplo en Hacienda te tratan a patadas y cuanto mayor eres peor, en la Seguridad Social igual, sobre todo durante la pandemia parecía que los mayores fueran apestados y eso es edadismo. Y en los bancos, ¿no es edadismo tratar a los mayores como lo hacen obligándoles a utilizar unos cajeros que no saben manejar? Hay que luchar para erradicar estos comportamientos.
P.: ¿Qué puede decirnos sobre la lacra de la soledad no deseada?
R.: En las grandes ciudades nadie conoce a nadie cuando se cruzan en la calle, pero en zonas rurales también es un problema horrible. Incluso en una capital tan pequeña como Ávila donde conozco el caso de una mujer que falleció en su casa y se tardó una semana en saberlo porque no tenía a nadie, estaba totalmente sola. Vivía en el centro de Ávila y nadie llegó a echarla en falta. Y en las capitales la gente todavía se puede defender un poco de la soledad, en los pueblos los vecinos se preocupan más unos de otros, pero hay momentos muy duros, por las tardes, en las noches, la soledad es absoluta, no tienen con quien hablar. Yo llamo a muchos mayores solos y estamos 20 o 30 minutos hablando, pero sé que se encuentran muy solos. Los hijos están trabajando y no pueden ver a sus padres porque están lejos, incluso fuera de España... Hay mucha, muchísima soledad no deseada.
P.: Usted está ya iniciando una nueva etapa, ¿qué le pide a la sociedad y a las administraciones para que realmente se tenga en cuenta a los mayores?
R.: Que nos escuchen, nos atiendan, nos comprendan y sobre todo nos respeten. Económicamente estamos mal aunque vamos pasando como podemos e intentamos ayudar a los que están peor, pero a las administraciones hay que decirles que en muchos casos no se puede vivir con lo que nos están dando, no pueden manipularnos ni maltratarnos de la manera en que los están haciendo, con edadismo. Y a la sociedad, recordarle que es necesario que estemos todos unidos y de una manera intergeneracional, ese es nuestro reto, el decir vamos a trabajar juntos, todos y que nadie esté solo.