La Federación de Asociaciones de Personas Mayores de Cataluña (@Fatec), miembro del Comité Asesor de 65YMÁS y de la Confederación Española de Organizaciones de Mayores (@CEOMA_ong), es una organización sin ánimo de lucro que vela por los derechos e intereses de todos los mayores y que trata de garantizar que cada vez más personas puedan envejecer con dignidad. Este diario ha conversado con su presidente, Josep Carné, para conocer de primera mano qué ocupa y preocupa a los séniors catalanes y qué opinión le merecen diferentes temas de actualidad como la brecha digital, la exclusión financiera y el edadismo aún presente en la sociedad.
PREGUNTA - ¿Cuál es la misión de la Federación de Asociaciones de Personas Mayores de Cataluña?
RESPUESTA - La Federación está formada exclusivamente por voluntarios, con el objetivo de realizar acciones y actividades para la promoción de las personas mayores en la sociedad y, también, para luchar por políticas que nos permitan envejecer con dignidad.
Queremos ser el espacio común del asociacionismo de la gente mayor y una plataforma para ser su representación delante de todas las administraciones públicas. Representamos a los casales que se hayan querido federar con nosotros. Somos 550 asociaciones y llegamos a 450.000 socios.
P.- ¿Qué elementos son imprescindibles para envejecer con dignidad?
R.- Hay tres grandes pilares: uno es la salud, otro el dinero, y luego, está el amor o la dependencia.
En cuanto a la salud, trabajamos para intentar encontrar respuestas y soluciones a las necesidades que tenemos los mayores. ¿Cuáles son? Pues, por ejemplo, en el mundo rural están desapareciendo los centros de Atención Primaria y las personas se tienen que desplazar. Nosotros intentamos luchar para que puedan acudir.
A parte de eso, hacemos otro tipo de acciones: potenciamos el ejercicio físico dentro de los centros de mayores –buscamos subvenciones a través de la Secretaria de Ejercicio Físico de la Generalitat que nos dan un dinero para que profesionales lo hagan– y también hacemos lo mismo con piscinas cubiertas y abiertas.
Luego, trabajamos el tema de la soledad, pero no desde el acompañamiento sino desde la prevención. Tratamos de llegar a los mayores en los centros para decirles: "Vosotros, algún día, os vais a quedar solos, que esto no os venga de nuevas, empecemos a trabajar ahora".
Finalmente, realizamos charlas de envejecimiento saludable y talleres de reanimación cardiopulmonar. Es decir, enseñamos que los mayores pueden salvar vidas.
P.- ¿Qué opina Fatec sobre la viabilidad del sistema publico de pensiones en el corto y medio plazo?
R.- La filosofía que estamos intentando hacer llegar a nuestros socios es que no se tienen que dejar engañar con que las pensiones no se van a poder pagar.
¿Por qué? Porque no tienen que depender únicamente de las aportaciones que hacen los trabajadores activos. La Ley dice que, prioritariamente, los ingresos vienen de las cotizaciones, pero no exclusivamente.
Por tanto, igual que la Salud dependía de la Seguridad Social y llegó un momento en que se dijo: "Esto no se puede sostener, porque no hay suficiente dinero" y pasaron a los Presupuestos Generales del Estado, con las pensiones, como la hucha se ha vaciado, a lo mejor se tienen que reponer a través de los PGE o eliminar conceptos que no se corresponden aquí: los sueldos de los trabajadores, pensiones de viudedad, de orfandad, etc.
Nos dicen: "Cuidado, que las pensiones están en peligro". Puede ser, y que algún día nos cuenten que no hay, pero no nos dejemos engañar, no será por una falta de presupuesto.
P.- ¿Qué cambiaría del modelo de residencias de mayores? ¿Se puede aplicar uno parecido al nórdico en España?
R.- En principio, hay que cambiar el modelo de cuidados de larga duración. Está obsoleto. Y hay que hacerlo, para adaptarlo. Se dice que los sistemas nórdicos son buenos, pero hay de todo.
Tampoco soy un gran experto en estos temas, pero sí que estamos trabajando en una acción que consiste en visitas a residencias. Intentamos trasladar una imagen de que son lugares para vivir y queremos encontrar esos aspectos positivos. Así que tenemos un check list, con 100 o 150 puntos y los vamos analizando uno a uno. Posteriormente, hablamos con el residente y, si nos da permiso, lo publicamos. De esta manera, cuando tenga que elegir, podrá saber cuáles tiene cerca de sus familiares, las que tienen aspectos lúdicos para que los nietos no tengan excusa para no visitarles, etc. Y esto lo hacemos en públicas y privadas.
Además, durante la pandemia hemos visto que ha muerto mucha gente y que las personas que trataban a los usuarios no tenían una forma de proceder que se ajustase a la realidad. Eso sí, ni los sanitarios son héroes ni el personal de residencias muy malos. Son personas que se han dejado la piel, y algunos la vida, para intentar salvar vidas. En estos centros, por el tipo de personas tratadas y por el colapso, se morían en mayor número. Es más, en países como Canadá, estado referencia en materia de residencias, fueron un 80% de fallecidos en la primera ola, por lo tanto, es una problemática general. ¿Qué hay que hacer? Pues cambiar el sistema y adaptarlo a las necesidades concretas del colectivo.
En principio, lo más importante es romper con el estereotipo de decir que sean lugares para ir a morir. Por ello, evidentemente, han de cumplir con unas condiciones: que la atención sea centrada en la persona, que los cuidadores tengan formación, que se pueda elegir y que no te toque una a 100km., etc.
P.- ¿Cree que los servicios sociales están pensados para un perfil de mayor que ya no existe?
R.- Con la longevidad, nos preguntamos: "¿Cuándo una persona es mayor?". Según las estadísticas, a partir de los 60 o 65 años pero, ¿hasta cuándo?
Cómo mínimo, hay tres niveles. En primer lugar, están los 'mayores-jóvenes', que son los recién jubilados, que tienen aún actividad, van a jugar al golf, al tenis, y ven que pierden el rol social que tenían cuando eran trabajadores autónomos.
Luego vienen los 'mayores-clásicos', que lo que más les preocupa es la prevención y se dan cuenta de que están en una etapa de la vida en la que tienen que activarse y mirar qué les puede pasar el día de mañana.
Y finalmente, están los 'mayores-mayores', que ya están en una fase en la que lo único que les preocupa es tener una buena asistencia sociosanitaria, puesto que son personas con muchas patologías.
Por ello, estamos en contra de que nos clasifiquen como mayores. Todos conocemos a personas muy mayores de 65 o 70 años y a otros muy jóvenes de 90. Uno entra dentro de cada grupo, en función de cómo se siente, de cómo vive, de qué hace...
P.- ¿Qué le pareció la rebelión de los séniors contra la exclusión financiera?
R.- Es algo que nosotros llevamos reivindicando desde hace muchos años. La pandemia ha acelerado el proceso. Con la excusa de la crisis sanitaria, algunas organizaciones han implementado la digitalización, a su cuenta y riesgo. ¿Y qué ha ocurrido? Se ha dado visibilidad a un problema, y es lo más importante.
Eso sí, se han dado pasos, es cierto, pero creo que la solución va más allá. Nos hemos centrado en la banca, sin embargo, hay otros campos en los que se debe trabajar y el primero son las administraciones públicas. Si tienes que hacer cualquier actividad, sí o sí, debes pasar por la vía digital. Luego, te dicen que al final te atenderán telefónicamente o presencialmente, pero es complicado conseguirlo.
En el Parlamento Europeo, se presentó una moción para que los consumidores puedan elegir cómo quieren recibir sus notificaciones, si analógicamente o digitalmente, porque, por ejemplo, hoy viene la compañía de la luz y te dice, a partir de ahora, será vía online y no te dan opción, o si lo hacen, posiblemente te hagan un cargo especial por el sobre, el sello y el papel.
A pesar de todo, hay que reconocer que en la banca se ha avanzado. Te tienen que atender de nueve a dos de la tarde pero, ¿hay suficiente personal para atender las necesidades de todo el colectivo? La respuesta es no, porque han cerrado muchísimas oficinas y la sucursal que tenía de promedio 1.000 y algo cuentas, ahora, gestiona 1.500. Tienen menos espacio, personas y más clientes. ¿Pueden atender?
P.- ¿Qué le parece la creación de la figura del Defensor del Cliente Financiero?
R.- También he oído que puedes hacer una denuncia y que los costes los pagará la empresa en el supuesto de que haya un problema a resolver. Son pasos. Y han puesto más horas para atender. Otro avance puede ser que haya atención telefónica. Estoy satisfecho, sí, pero no está todo resuelto.
P.- ¿Son los mayores invisibles para ciertas marcas?
R.- Siempre pongo un ejemplo. ¿Hemos visto una colonia para personas mayores? No sé si no utilizamos o no tenemos ninguna específica, pero todas son para jóvenes. En el mundo de la publicidad, únicamente estamos para audífonos, para suplementos alimentarios o temas de dolor.
Otro ejemplo que pongo siempre es que las firmas comerciales organizan promociones de un televisor, coche o aparato de cocina y, para hacerlo, debes entrar dentro de un QR, escanearlo, adjuntar el ticket e irte a la página, y sólo entonces, entrarás en el descuento. Sin embargo, las personas mayores padecemos la brecha digital –según el Gobierno, el 40% no tiene habilidades– y, en paralelo, las empresas potencian sus actividades comerciales a través de internet, pidiendo escanear códigos de barra, tickets de compra o bajarlos en pdf. Por tanto, creo que estamos más afectados.
P.- Muchas empresas piensan que los mayores son clientes fijos y que no deben preocuparse por fidelizarles más. ¿Comparte esta afirmación?
R.- Posiblemente. Lo que yo pienso es que la gente más joven es volátil. Nosotros somos más fieles a las marcas, nos es difícil cambiar. Eso, y que las empresas ven que luego viene el futuro y, que si les compra una persona de 20 años, la tendrán fidelizada hasta los 100.
P.- Pero cuando algo no funciona, el cliente mayor puede dejar de consumir.
R.- Puede ser. Cuando abro un yogur y hay un QR que me dice que puedo participar en una promoción, me es difícil hacerlo. Y en mi entorno, tengo muchos conocidos que les digo pdf y no saben qué significa. Creo que no se está pensando en tener las dos alternativas: la digital y la analógica.
P.- ¿Cuánto camino queda para acabar con el edadismo?
R.- Por primera vez en la historia, las personas mayores hemos salido de la invisibilidad. Nos han puesto en el centro debido a la pandemia, porque somos los que nos hemos muerto más y padecido el virus. Así que se empezó a hablar de nosotros y a decir que había que cuidar de "nuestros mayores".
No obstante –pongo el ejemplo contrario–, cuando el presidente anunció la remodelación, dijo: "Hemos rejuvenecido el Gobierno". ¿Por qué? ¿Porque somos mayores y ya no servimos? Esto a mí me causó impacto.
Por tanto, es cierto que éramos invisibles y que poco a poco nos estamos acercando a la sociedad. Y tenemos que trabajar, demostrando que tenemos mucho que decir, que aportar, que aprender... tengamos la edad que tengamos.
Muchas veces, somos los primeros que comentamos: "Yo, como soy mayor, esto no lo puedo hacer". Pero nos hemos de convencer de que las personas tenemos oportunidades y de que la sociedad no se puede permitir el lujo de perder las aportaciones que podamos hacer.
P.- ¿Tienen los mayores de Cataluña problemáticas distintas del resto de España? ¿Qué relación tienen con la administración regional?
R.- Creo que no hay diferencias. Vivimos en un mundo bastante global en el que las problemáticas son bastante iguales. Hables con quien hables, te va a decir lo mismo: son salud, dinero y amor, dependencia, cuidados, maltrato, soledad...
¿Nos tratan bien las administraciones? Pues en algunos momentos, nos pueden decir que no depende de nosotros sino del Estado, como en Dependencia, donde nos aseguran que las aportaciones del Estado son pocas y que hay que ver los copagos. Pero creo que no hay grandes diferencias. Los problemas que pueda tener Barcelona pueden ser los mismos que los de Madrid.
Sobre el autor:
Pablo Recio
Pablo Recio es periodista especializado en salud y dependencia, es graduado en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid y comenzó su carrera profesional en el diario El Mundo cubriendo información cultural y económica.
Además, fue cofundador de la radio online Irradiando y cuenta con un máster en Gobernanza y Derechos Humanos por la Universidad Autónoma de Madrid y otro en Periodismo por el CEU San Pablo/Unidad Editorial.