Creada en 2010, la asociación Los Argonautas se dedica íntegramente a gestionar programas de voluntariado para personas mayores que residen en la Comunidad de Madrid. Actualmente, es una de las organizaciones imprescindibles con las que trabaja la administración regional para gestionar actividades en residencias y en centros de mayores.
Con sede en un centro de coworking situado en un sótano cerca de la Gran Vía, el presidente de la asociación, Fernando Fernández-Gil, recibe a 65Ymás en el minimalista local de la ONG. En apenas 10 metros cuadrados, las tres personas que llevan el día a día de la asociación se organizan para gestionar los diferentes programas de voluntariado que cuentan con más de 1.000 participantes y que financian a través de donaciones.
“Me encanta”, explica Fernández-Gil respecto a su labor en Los Argonautas. “He descubierto lo que he venido a hacer a este mundo”, comenta entusiasmado el presidente. Su pasión por las personas mayores se acentuó al crear la asociación. “Empezamos con un recital de poesía en una casa de acogida de personas mayores”, recuerda refiriéndose al programa más longevo de la ONG, Actuando por los mayores. El objetivo de éste era, en un principio, llevar la cultura a las personas mayores, pero se dieron cuenta que estos “les daban mil vueltas”, por lo que decidieron cambiar sus espectáculos para no caer en prácticas edadistas.
“Después de mucho ensayo y error llegamos a lo que es el programa actualmente: una serie de espectáculos en centros residenciales, de 80 minutos compuestos de números de 5 o 10. En ellos mezclamos componentes humorísticos, musicales y participativos”, explica. Para los mayores que habitan en las residencias es "una experiencia diferente a la que tienen en su día a día", apunta. “Utilizamos las artes escénicas como una forma de transmitir empatía y afecto”, por ello, “no buscamos sólo artistas entre nuestro voluntariado joven sino personas con empatía hacia los mayores”, sentencia. "Llevamos más de 200 espectáculos. Es la pata más asistencial que tiene la organización”, explica.
Voluntariado de mayores para mayores
Pero, si hay que destacar un programa por encima de otros, es el proyecto Mayores Maestros. Desde febrero de 2017, se encargan de gestionar la formación y de realizar un seguimiento global de los programas de voluntariado en los centros de mayores de la Comunidad de Madrid. “El problema de estos espacios es que se rigen por una reglamentación obsoleta y sólo dejan entrar a personas de más de 60 años”, argumenta el presidente de Los Argonautas. Pero las cosas están cambiando. En el tiempo que llevan con este proyecto, han logrado que se rebaje la edad mínima de los voluntarios hasta los 50 años, para ciertos casos.
A raíz de su trabajo con los mayores, los miembros de la entidad han podido trazar un perfil de los voluntarios mayores: “Su edad media es de 75 años, el 25% supera los 80 y hay 19 voluntarias de más de 90”, apunta. En cuanto a las labores que desarrollan, normalmente, suelen encargarse de llevar a cabo talleres. “Hay desde gente que hace bolillos hasta clases de cultura japonesa. El abanico es muy amplio”, explica. “Pretendemos darle un enfoque más innovador”, comenta. Actualmente, están trabajando en 32 centros y tratan de flexibilizar y modernizar la formación y actividades de los voluntarios, en colaboración con los trabajadores sociales de los distintos espacios.
Pros y contras
“El voluntariado de mayores tiene muchos beneficios. Es una forma positiva de ocupar el tiempo libre, siempre y cuando se enfoque como una actividad más y no como un fin en sí mismo”, explica Fernández-Gil. Y añade: “Nos estamos dando cuenta de que tenemos voluntarios que llevan más de 30 años impartiendo talleres y que no se quieren dar de baja. El voluntariado es un arma de doble filo. Es importante que los mayores sepan que no pueden hacer de estas actividades su vida. No se deben enfocar como un: ‘Me he jubilado pero sigo trabajando’. Hay casos de personas con cierto deterioro cognitivo que quieren seguir dándolos y estamos viendo cómo reconducirlos a otra actividad más adaptada”.
Para la asociación es importante que los talleres no sean simples clases sino un punto de encuentro entre personas mayores. “En uno de nuestros cursos de pintura en Usera, hacen una pausa en mitad de la actividad y se van a tomar un café. Al final, se acaban fraguando amistades”, cuenta.
Pero, aunque el margen de maniobra de la asociación es bastante amplio, se topan siempre con la misma barrera: la normativa. “Los centros de mayores necesitarían una vuelta de tuerca”, afirma el presidente de Los Argonautas. Y recomienda: “Lo ideal sería que se convirtieran en centros intergeneracionales aunque es muy complejo a nivel administrativo. Un primer paso es el voluntariado joven”.
Los voluntarios sénior deben salir de los centros de mayores
“El voluntariado intergeneracional está cogiendo mucha fuerza. En el programa asistencial Actuando por los mayores tenemos un cartomago de 84 años. Me parece nefasto que se segregue por edad”, comenta. “La sociedad asemeja a los mayores al abuelo de los Simpsons. No es así. Son una parte muy importante del futuro, no sólo por lo que puedan contar sino por lo que aportan. Uno de nuestros objetivos es que, cuando tengamos presupuesto, podamos sacar a las personas mayores de los centros de mayores y organizarlos en foros de experiencia. Queremos que la sociedad se pueda beneficiar de su sabiduría”, añade.
Para concluir, el presidente de Los Argonautas le deja un recado a la Administración. Según él, las leyes del voluntariado no están exentas de edadismo. “La legislación dice que no hay que discriminar por edad. Pero, por poner un ejemplo, los mayores voluntarios, que por reglamento necesitarían un seguro de accidente, no son asegurables para ciertas coberturas. En 2015, se debía haber cambiado, supuestamente, esta forma de proceder, pero aún seguimos esperando”, denuncia el directivo de la ONG, con conocimiento de causa puesto que, antes de ser presidente de la entidad, trabajaba como corredor de seguros.