Petri García, “Petra es el nombre oficial, pero yo me llamo Petri”, nos explica la presidenta de la Federación de Cáceres de la Unión Democrática de Pensionistas de España (UDP), nació en Galisteo, muy cerca de Plasencia, en 1945. “Es una alegría ser ya tan mayor. Es un placer. Eso sí, hay que estar siempre activos y disfrutar de estar vivos, aunque a veces también piensas en los que faltan”, nos comenta. Ella es una mujer vital y comprometida, que estudió Magisterio y acompañó a su marido médico a Alagón del Río, donde le ayudaba en lo que podía “llevando y trayendo recetas de un sitio para otro por carreteras horribles". "Hacía mis cosas y las suyas", cuenta Patri, que también se encargaba del campo, "sembraba y recogía, y cuidaba el ganado que teníamos porque siempre me ha encantado”. Tomó parte en el nacimiento de la Federación de la UDP en Cáceres (hasta 1998 existía una Federación Regional en Badajoz pero se decidió reconvertirla en dos provinciales: Cáceres y Badajoz) porque ella pertenece a UDP “desde hace siglos”. En 2002 se hizo cargo de la secretaría de la Federación y desde 2016 es su presidenta.
PREGUNTA: ¿Cómo terminó una licenciada en Magisterio en Alagón del Río?
RESPUESTA: Galisteo y Alagón están separados por cinco kilómetros. Me casé en 1969 con un médico rural que destinaron a este pueblo, una localidad de colonización, ya que se formó cuando desalojaron otro pueblo, Granadilla, para construir el pantano de Gabriel y Galán. Muchas familias terminaron aquí.
P.: ¿Por qué Extremadura es la única Federación de UDP que tiene dos Federaciones provinciales, pero no una regional?
R.: Porque era necesario. No teníamos Federación en Cáceres y teníamos que estar continuamente desplazándonos a Badajoz. No era operativo y se hicieron las dos. La verdad es que nos llevamos muy bien unos con otros.
P.: ¿Cuántos asociados tiene la Federación?
R.: Somos alrededor de 12.500 agrupados en 76 Asociaciones, unas más grandes y otras más pequeñas.
P.: ¿Qué es lo que más preocupa a los mayores en Cáceres?
R.: La pensión. Dentro de unos límites, claro está, a los mayores de las zonas rurales no les va a faltar para comer porque todo el mundo tiene su trocito de huerta. Pero también hay zonas de Cáceres con una tremenda despoblación, existe una gran cantidad de pueblos que tienen entre 80 y 200 habitantes en su mayoría mayores de 65 años. No hay escuelas, es necesario trasladar a un pueblo más grande a los niños desde que tienen 3 años con todo lo que eso supone y la verdad es que hay miedo a disponer de poca pensión y no poder ayudar a esos hijos. Somos eminentemente agrícolas y todos hemos trabajado el campo, pero tus hijos ya no pueden porque si tienes cuatro y el huerto da para que trabajen dos, los otros dos tienen que emigrar. La gente no se da cuenta de que los problemas de la "España vacía" y las bajas pensiones están muy relacionados.
P.: ¿Cuál es la pensión media en Cáceres?
R.: El que tiene 700 euros ya puede estar muy contento, porque muchas son de 300 euros y 400. Pero en fin, como algún político dijo que ya teníamos casa y no hacían falta más pensiones, se ve que le han hecho caso.
P.: ¿Y qué sucede en el mundo rural con el tema de la dependencia?
R.: Las ayudas tardan tres o cuatro años en llegar y cuando lo hacen muy bien, pero a veces cuando llegan ya no hay nadie para recibirlas. En cualquier caso, la situación no es tan mala como en las grandes ciudades, porque en el pueblecito conocemos a la vecina de al lado y no vamos a permitir que esa ventana no se abra por la mañana. Llamamos y preguntamos ¿qué te pasa, te has levantado, estás cansado, te encuentras bien? El trato es mucho más humano, más solidario. Somos pocos y nos ayudamos los unos a los otros. En las ciudades obran de otra manera, allí la soledad es un problema tremendo.
P.: Háblenos de la soledad…
R.: En los pueblos también hay, claro, pero tenemos voluntariado que acompaña a los que lo necesitan. Los visitan un día a la semana o un rato para acompañarlos, para charlar con ellos, a que te cuenten su vida, a escucharles. La soledad conlleva muchas otras cosas porque el que está solo se abandona a sí mismo, incluso descuida su aseo personal porque no va a ver a nadie, pero cuando tienen visita es distinto, ese día se han lavado, se han peinado y se han puesto el vestido bonito. Lo que hacemos es darles alicientes. Pero en las ciudades es diferente, hay mucha gente pero está más sola.
P.: ¿Y cómo es el envejecimiento activo en las zonas rurales?
R.: Depende, hay gente muy activa y otros a los que les da igual. En buena medida gira en torno a los hogares de la tercera edad y todo depende de que funcione su directiva. Si es activa, se mueve y prepara muchas actividades ese pueblo se mueve y sus mayores con él. Pero si la directiva no está encima de esto sucede todo lo contrario.
P.: ¿Habla de hogares, pero cuál es la situación de la red de residencias y centros de día en Cáceres?
R.: Hay muy pocas residencias y centros de día públicos y cuando abren uno se llena enseguida. Por ejemplo, en Galisteo hay un centro de día y cuatro o cinco personas de Alagón están yendo allí, si no van más es porque son mayores y es un esfuerzo para ellos o también porque hay gente a la que no llega la pensión y los centros son privados. Los públicos tienen un cupo, pueden atender a 20 o 50. Hacen falta más.
P.: ¿Qué tal se porta con los mayores la Junta de Extremadura?
R.: La verdad es que muy bien, pero algunas veces quieren que hagamos cosas que no somos capaces. Yo, personalmente, tengo un problema, no con la Junta sino con la Diputación. Como estábamos en época electoral, la Diputación ofertó 900 euros a todas las asociaciones de mayores sin ánimo de lucro, el problema es que no se podía solicitar en papel, solamente online. Yo hago muchas cosas con el ordenador, pero hay otras muchas que me fallan y no hay manera de poner la firma electrónica. En principio debía realizarlo la trabajadora social, pero la nuestra es una nulidad y vamos a pedir que nos la cambien, así que tendré que buscar a alguien que sepa hacerlo. Pero en general, con la Junta estamos contentos porque nos está abriendo los brazos, están constantemente preguntándonos qué necesitamos, qué queremos... Nos escuchan. Que luego nos lo pueden dar, estupendo. Que no pueden, pues no pueden, pero escuchan y eso es muy satisfactorio para nosotros. Nos han dado dinero para combatir la soledad y ahora estamos viendo la posibilidad de que llegue Internet a los pueblos pequeños, en los que hay mayores que no pueden hablar ni ver a sus hijos que han tenido que emigrar. Están intentando que al menos llegue a unas determinadas zonas en las que podamos conectarnos. En esto, la Junta nos está echando un cable muy importante.
P.: Está próximo a formarse un nuevo Gobierno... ¿qué le pediría, fuese el que fuese?
R.: Que nos ayude, pero en todos los sentidos, en el monetario y en el moral. Y sobre todo, que nos escuchen. No se puede apartar a los mayores, hay que integrarlos en la sociedad porque forman parte de ella y la experiencia siempre es un grado.