La página web de la Unión Democrática de Pensionistas (UDP) ha abierto una nueva sección dedicada a la denuncia de microedadismos, esas situaciones discriminatorias por motivo de la edad, también llamado edadismo, que, por desgracia son tan frecuentes. Todos hemos tenido que soportar en alguna ocasión expresiones como '¡Estás muy bien para tu edad!', '¡Son cosas de la edad!', '¡Déjame a mi que tu no sabes!'...
La iniciativa consiste en denunciar, en primera persona esas desagradables situaciones de menosprecio y discriminación. Para ello, solicitan la ayuda de todos los mayores pidiéndo a todos aquellos que hayan sufrido o conozcan a quien ha soportado estas vejatorias situaciones que envíen sus quejas, experiencias u opiniones al correo electrónico comunicacion@mayoresudp o bien por correo tradicional a Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de España, Calle Alcalá, 178 -Bajo, Madrid 28028 Madrid.
Todas las historias recibidas pueden encontrarse en https://www.mayoresudp.org/microedadismos/ y también se puede escanear el código QR que aparece la página de microedadismos de la web de UDP. Son historias como la de Pepita, una mujer de 71 años que padece un cáncer de laringe queha afectado a su voz. El pasado mes de mayo Pepita tuvo que ir a Tesorería de la Seguridad Social de Plaza de Castilla en Madrid para registrarse en el sistema 'Clave' y poder hacer la declaración de la renta.
Allí le indicaron que para conseguir el código debía entrar en uno de sus ordenadores y hacerlo ella misma porque la funcionaria que la atendió tenía que atender a otras personas. Sorprendida Pepita le dijo que, al menos, le abriese la aplicación para poder entrar le contesto que ella tenía mucho trabajo y la dejó sola sin darle la entrada o clave de acceso. Pepita se sintió entonces marginada e indignada y pidió ver al responsable del departamento, momento en el cual la funcionaria que había provocado el incidente se levantó de inmediato y abrió la aplicación para que Pepita, que sabe manejar un ordenador, realizase su gestión. Fue un claro caso de trato discriminatorio hacia los mayores porque, como ella misma se pregunta, "¿cuantas personas mayores habrá que no sepan usar un ordenador? y si van a realizar una gestión en la Administración, ¿qué hacen, qué ocurre entonces?". "Lo pasé mal porque al tener dificultades para hablar, me miraban como si fuese un bicho raro, me hicieron sentir mayor y tonta", concluye Pepita cuya historia completa puede leerse AQUÍ.