Diego Alcázar Hernández nació en la localidad murciana de Águilas en 1945 y trabajó durante casi medio siglo en RENFE, los últimos 25 años en la estructura de dirección. Trabajaba en la estación del Norte de Valencia pero vivía, y vive, en Benetússer, a escasos 15 minutos de la capital del Túria, y desde donde hace seis años se puso en contacto con la Unión Democrática de Pensionistas (UDP) nacional, a los que conoció por Internet, y empezó a trabajar para la Unión en Valencia, Federación que preside desde el pasado 3 de abril.
PREGUNTA: ¿Cuántos asociados tiene UDP en Valencia?
RESPUESTA: En Valencia capital hay 14 asociaciones pertenecientes a UDP que suponen más de 7.000 socios. A nivel provincial tenemos 232 asociaciones que representan a cerca de 250.000 asociados.
P.: ¿Por qué Valencia y Alicante tienen su Federación pero Castellón no?
R.: Ahora mismo estoy trabajando el tema de Castellón. Tengo prevista una reunión con el antiguo presidente de aquella Federación que en su día se desmoronó al no encontrar a nadie que tirase del carro, porque las asociaciones están allí muy diseminadas. De hecho recibí un encargo en este sentido del presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, para integrar en UDP Valencia a Castellón y el trabajo para lograrlo está ya muy avanzado.
P.: ¿En Valencia que es lo que más preocupa y ocupa a los mayores?
R.: Ahora mismo es el voluntariado que se dedica a visitar y asistir a aquellas personas que viven una soledad no deseada y a aquellas que no se pueden valer por sí mismas. Diariamente van dos personas, siempre las mismas, a visitar al mayor que lo necesita para hablar con él o ella, comprobar que haya tomado su medicación o acompañarle a realizar alguna gestión que tenga pendientes. A estas personas, el contar con alguien que diariamente esté con ellas, aunque sólo sea hora y media o dos todos, les da la vida.
P.: ¿Cuántos voluntarios hay en toda la provincia?
R.: Unos 400 aproximadamente. Este es un factor fundamental a la hora de enfrentarse a un envejecimiento activo: asociarse, hacer voluntariado, seguir haciendo cosas y viviendo. Si bien es cierto que hay que señalar que mayoritariamente hay más mujeres voluntarias que hombres. La mujer es siempre mucho más activa en el campo del asociacionismo y el voluntariado, el hombre es más reacio.
P.: ¿Cómo es la red residencial en Valencia?
R.: Precisamente tuve una reunión y estuve hablando de esto con el presidente Puig el pasado mes de abril. En las zonas más habitadas, bien comunicadas y con los pueblos relativamente cerca unos de otros, como la zona costera y la comarca de L'Horta (la Huerta), se necesita un tratamiento distinto al que requieren las zonas más aisladas y menos pobladas del interior. Los problemas no son los mismos allí que en el interior. En las zonas más pobladas el problema es que faltan plazas en residencias públicas, porque las privadas son caras para el nivel de los pensionistas valencianos y no todo el mundo se lo puede permitir. En las públicas las listas de espera son muy grandes. Para mí la solución a este problema estaría en las macroresidencias públicas, como hoteles gigantes de 2.000 o 3.000 habitaciones, que además de atender a los mayores, que pagarían más o menos dependiendo del montante de su pensión, crearían muchísimos puestos de trabajo.
P.: ¿Y en las zonas rurales?
R.: En el interior prácticamente no hay residencias públicas. Habría que hacerlas estratégicamente situadas y con capacidad para cien personas, porque hay zonas rurales que apenas tienen 20 o 30 habitantes. Hoy en día hay ATS facultados para recetar y suministrar medicamentos y esto, en las zonas del interior, se podría habilitar mediante un vehículo llevado por el propio ATS que cubriera el servicio a varios pueblos, cercanos entre sí y descargara de peso asistencial al cuadro médico adscrito a esa zona, que puede llegar a cubrir hasta diez pueblos a la semana.
P.: ¿Cuál es la pensión media de los valencianos?
R.: En Valencia está alrededor de los 1.000 euros de media, pero en las zonas rurales baja mucho porque con lo que se llamó el boom de la madera, hubo emigrantes que trabajaban 12 horas al día, cotizaban por 8 y el resto lo recibían en negro, con lo cual ahora sus pensiones son bastante más bajas de la media y es un problema se agudiza aún más con las viudas, que en su inmensa mayoría sólo cobran el 60% de la pensión de sus maridos.
P.: ¿Cuándo acabaremos con la brecha de género en las pensiones?
R.: En Valencia hay muchas viudas que no llegan a cobrar ni siquiera 600 euros y desde luego la media nunca llega a los 1.000 euros de los hombres. Todo porque a la mujer no se le permitía trabajar, y por lo tanto cotizar, porque se entendía que era ella la encargada de cuidar a los hijos todo el tiempo y si trabajaban lo hacían por horas, como limpiadoras y sin alta en la Seguridad Social. Es un tema muy complicado, habría que igualar estas pensiones a las mínimas y referenciarlas con el Salario Mínimo Interprofesional, que debería revisarse anualmente según el IPC real y, por descontado, blindar todo esto constitucionalmente.
P.: ¿Y el copago farmacéutico?
R.: Tendría que ser suprimido al igual que el pago del IRPF, que no es más que una doble tributación, volver a pagar por lo ya pagado en su día. Yo pagaba por cotizar un 25% y ahora por recibir lo cotizado debo volver a pagar un 19%. Tampoco podemos olvidar que se puso un tope a las pensiones y deberían destoparse, porque con él aún no se ha paliado las carencias de las pensiones más bajas. Una fórmula de compensar ese tope sería descontar el IPC real del IRPF que deba pagar el mayor que tuvo cotizaciones muy altas que no va a recuperar.
P.: ¿Son buenas y fluidas las relaciones con la Generalitat?
R.: Mucho y tengo que decir, en honor a la verdad, que el presidente tiene ganas de hacer, y de que hagamos juntos, todo lo que se pueda para solucionar cuanto antes todos estos problemas.
P.: ¿Qué les pareció la ruptura del Pacto de Toledo?
R.: Muy mal. Debería seguir en pie, pero para poder conseguirlo habría que crear una confederación nacional de jubilados y pensionistas. Esto nos daría una fuerza cada vez más importante, sobre todo pensando en que cada vez seremos más. Que nadie se olvide de que rozamos ya los casi 10 millones de pensionistas y jubilados y nuestro número continúa aumentando día a día. Tampoco debe olvidarse que en el Pacto de Toledo estaban sindicatos, partidos, agentes sociales… pero los mayores no. ¿A nadie se le ocurre pensar que somos precisamente los mayores, los que mejor conocemos nuestros problemas y necesidades y podríamos orientar y ayudar para solucionarlos? Podríamos tener un coordinador de los mayores en el ministerio de Trabajo, en el de Salud, en la CEOE, en los sindicatos... Hay que contar con nosotros, es imprescindible contar con los mayores.