La incidencia de la demencia en los países desarrollados no ha dejado de bajar desde 1988. En concreto, los casos descendieron un 13% cada década, según un estudio observacional realizado por la Universidad de Harvard (Estados Unidos) y publicado en agosto de 2020 por la revista Neurology. En él, se analizan varias cohortes de población de Europa y Estados Unidos, hasta un total de casi 50.000 personas, entre 1988 y 2015.
Sin embargo, todavía no se ha encontrado una cura para este tipo de degeneración cognitiva causada por una enfermedad como el alzhéimer o por algún tipo de complicación como un ictus, por ejemplo. Y esta bajada de casos podría deberse, según aventuran los expertos consultados, a cambios sociales ocurridos en los últimos años, como el aumento de la práctica de actividades saludables.
Por ello, cabe preguntarse si se podría paliar el incremento de casos de demencia, consecuencia del envejecimiento de la población, gracias a unos mejores hábitos de vida. Y es que, en 30 años, se podrían multiplican el número de personas con este tipo de deterioro por el aumento de la esperanza de vida y de la población mayor.
Sobre este tema, 65Ymás ha conversado con el doctor José María González de Echavarri, neurólogo e investigador del BarcelonaBeta Brain Research Center, centro de investigación de la Fundación Pasqual Maragall (@fpmaragall).
Pregunta - ¿Son esperanzadores los resultados de este estudio? ¿Cómo deberían interpretarse?
Respuesta - Hay que distinguir que demencia no significa enfermedad de Alzheimer. Eso, es lo primero. Demencia es un deterioro cognitivo lo suficientemente importante para producir una alteración de las actividades básicas de la vida diaria y puede ser debida a alzhéimer, párkinson, a una acumulación de ictus o a cantidad de enfermedades.
Aun así, el estudio es interesante, porque se observa una reducción de la incidencia a lo largo de las décadas y se hace referencia a que esto se podría deber a que las poblaciones tienen mejores estilos de vida. Y también podría tener que ver con el mejor manejo médico de los factores de riesgo cardiovasculares, de la tensión arterial, de la diabetes, al esfuerzo en la lucha contra la obesidad o contra el tabaquismo, que reducen el riesgo de daño cerebrovascular.
Entonces, aunque no sepamos del todo a qué es debido, porque el estudio tampoco está diseñado para conocerlo, sí que se nos sugiere que la demencia se puede prevenir.
Y es fundamental, porque sabemos que consume una cantidad de recursos tremendos: residencias, centros sanitarios, cuidadores... Y el hecho de que existan estos estudios y que se desprenda de ellos que se puede reducir el riesgo de demencia, sea por la causa que sea, es importante.
P.- ¿Se podría decir que, en concreto, los casos de alzhéimer se han reducido gracias al aumento de la calidad de vida o el estudio no entra en ese detalle?
R.- No está asumiendo la reducción de unas patologías y el incremento de otras. Habla de la demencia en general. Eso sí, hay factores de riesgo que son comunes. Somos conscientes de que la hipertensión, la diabetes o el tabaco empeoran tanto el alzhéimer como la demencia vascular. Y es interesante, porque las nuevas cohortes de población, las más recientes, tienen un estilo de vida más saludable, y esto podría tener un impacto positivo, no sólo en la demencia, sino también en infartos, ictus, cáncer, etc. A pesar de todo, es difícil hacer un estudio sacando este tipo de conclusiones puesto que, obviamente, han reunido la información de muchas cohortes diferentes y no cogiendo una sola muestra, puesto que si hubiesen tenido que seguir a 50.000 personas a lo largo del tiempo, 10 o 15 años, la inversión hubiese sido grandísima.
P.- En los próximos 30 años, la población mayor aumentará considerablemente y también la esperanza de vida, ¿es posible que, con unos mejores hábitos de vida, se logre reducir el número de personas con demencia, aunque la sociedad proporcionalmente esté más envejecida?
R.- Hay dos datos que chocan. El primero, es que si llevas unos estilos de vida saludables, probablemente, vivas más tiempo porque estás evitando tener un cáncer, un ictus o un infarto. Sin embargo, es conocido que la edad es un factor de riesgo para la demencia y eso queda claro en el estudio. Así que quizá, mirar la incidencia total de la demencia tiene poco sentido y habría que fijarse más en si estamos logrando retrasar su aparición, ganando años de vida de calidad.
P.- ¿Fomentar prácticas saludables logra retrasar la aparición de este tipo de deterioro cognitivo?
R.- Sí. Tenemos cierta evidencia de que si llevas un estilo de vida saludable y, por razones genéticas, te va a tocar desarrollar una demencia, probablemente lo hagas más tarde, si te has cuidado. Además, una vez empiece, seguramente vaya más rápido si no lo has hecho.
Es lo que nos dicen otros estudios observacionales. Sabemos que la única medicina capaz de frenar esta progresión es mantener un estilo de vida sano. Es mejor que cualquier fármaco, si se aplica pronto, pero debe mantenerse.
Por esta razón, la lucha pasa por aumentar estas prácticas que retrasen la aparición de la enfermedad y, por tanto, que los años de vida libres de enfermedad se dilaten en el tiempo.
Y es esperable que cuantas más personas hayan tenido estilos de vida saludables mayor sea el impacto en la incidencia. Actualmente, podemos ver que se mantiene esa tendencia. Pero hay que decir que este tipo de estudio no está técnicamente diseñado para dar estas conclusiones y, obviamente, hay que tomar los datos con cautela. Pueden ser unas conclusiones que sólo son aplicables a esas cohortes y no se pueden generalizar.
Por eso, hablan de que sólo se puede extrapolar a países desarrollados, porque cuanto más acceso tienes a la sanidad, mejor salud vas a tener. Es decir, si vives en un país en el que tienes un programa de control de riesgo cardiovascular que te va a medir la tensión, controlar el colesterol, te va a hablar de dieta, etc. o hay una cultura más fitness, por ejemplo, va a ser diferente tu situación que la de un país subdesarrollado donde no existe todo ese sistema. El beneficio es clarísimo.
Sobre el autor:
Pablo Recio
Pablo Recio es periodista especializado en salud y dependencia, es graduado en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid y comenzó su carrera profesional en el diario El Mundo cubriendo información cultural y económica.
Además, fue cofundador de la radio online Irradiando y cuenta con un máster en Gobernanza y Derechos Humanos por la Universidad Autónoma de Madrid y otro en Periodismo por el CEU San Pablo/Unidad Editorial.