La actriz coruñesa Berta Ojea tiene una trayectoria tan larga como versátil en teatro, cine y televisión. Ha trabajado con directores como Benito Zambrano, Alex de la Iglesia, Guillermo del Toro, Miguel Bardem o Javier Fesser con quien interpretó el personaje de Ofelia en la adaptación cinematográfica de Mortadelo y Filemón. Ojea es además, Secretaria de Igualdad de la Unión de Actores y Actrices de España.
PREGUNTA: ¿La violencia machista sigue siendo, a día de hoy, un tema tabú en la ficción española?
RESPUESTA: No es un tema tabú, pero no está lo suficientemente incorporado, es un tema que se toca muy rasgadamente, aún siendo uno de los temas más importantes, no solo de nuestra sociedad, sino de la sociedad global, no se toca lo suficiente; cuando la violencia de género es la principal causa de muerte de las mujeres en el mundo. Tampoco hay suficientes personajes porque se trata de crear personajes que hablen de ello. Esto sucede porque el audiovisual no tiene asumido realmente que tiene que haber personajes femeninos que tengan los problemas que tienen las mujeres en la sociedad en la que vivimos. Es verdad que se toca muy bien, cuando se trata la violencia de género en el audiovisual, y esperemos que vaya creciendo, pero lo que sucede es que hay muy pocos personajes femeninos, muy pocas historias de mujeres, entonces se toca muy sesgadamente y muy aisladamente.
P.: ¿Cómo afecta a la sociedad la representación que el cine, la televisión y el teatro hacen de la mujer y de la violencia machista?
R.: Las mujeres son las grandes consumidoras en toda Europa de cultura, tanto del audiovisual como de teatro. Se ven muy poco representadas por lo que se cuenta generalmente en el teatro, en las series o en las películas, porque sus problemas no se tratan como deben tratarse o como son realmente. Seguimos haciendo un audiovisual fundamentalmente que habla de la mujer como objeto de deseo del protagonista, por lo tanto las mujeres se ven reflejadas como poco autónomas. Además, no suelen tener oficios importantes y no pelean por lo que las mujeres peleamos hoy, que es su derecho a tener las mismas oportunidades y no tener ese concepto tan antiguo de que las mujeres tienen que estar para enamorarse o para ser cuidadoras. Estos son los personajes que siguen interpretando las mujeres, por lo tanto se alejan bastante de la realidad. Cuando no es así, hay una gran acogida, tanto por parte de las mujeres como por parte de los hombres, porque de repente se conectan con problemas reales que se están viviendo o con los que se sienten identificados e identificadas socialmente. En este sentido, la igualdad de género tiene una gran aliada en la cultura y en la educación. Me explico, ver salir a una actriz en el audiovisual con un problema sobre como vive ella la violencia machista genera un impacto mucho mayor en las personas que lo ven que todas las conferencias o las campañas que se puedan hacer. Solo un minuto o dos en la televisión o en una película, incluso en el teatro, tratando la violencia de género es mucho más fuerte y más impactante que cualquier otra cosa. Por lo tanto, el compromiso de la cultura ha de ser grande y, sobre todo, hacia quienes más lo consumen que son los jóvenes porque hay un repunte de la violencia de género en las edades más tempranas.
P.: ¿Esta problemática aumenta según una actriz va cumpliendo años?
R.: Si, las actrices mayores prácticamente no existen en el audiovisual, se limitan a ser mujeres cuidadoras, pero la violencia de género también se ejerce en mujeres mayores, de muchos años, las denuncias que existen no son solo de mujeres jóvenes, para nada, mujeres de 60 en adelante también denuncian este problema. La violencia de género se ejerce en todas las clases sociales y en todas las edades, algo que debería reflejar el audiovisual o se debería llevar a los teatros.
P.: ¿Qué se puede hacer desde la ficción española para concienciar de esta realidad?
R.: La cultura tiene que comprometerse con la sociedad en la que vive y tiene que mostrarla, como dice Shakespeare, a través de las palabras de Hamlet: "El verdadero fin del arte dramático es poner un espejo al mundo". Así, el verdadero fin de la cultura es poner un espejo al mundo, siempre lo ha sido. De este modo, habría que escribir buenas historias y habría que comprometerse en el sentido de narrar lo que ocurre en la realidad latente, que también es contra las niñas y contra las mujeres mayores, no solo con las mujeres de mediana edad, de 30 años. ¿Cuál es el compromiso del arte entonces, de nuestro cine o nuestro teatro? Pues el compromiso es tomarlo en cuanta, escribir, crear y comprometerse con ese problema. Algunos directores de cine, de manera muy valiente, como Javier Balaguer o Icíar Bollaín lo hicieron ya en su día cuando aun no había una ley y cuando todo era mucho más duro. La ficción debe ser creativa y no debe contar siempre las mismas historias, entiendo que los productores tienen esa forma de mirar de "vamos a lo seguro", pero lo seguro hoy es que hay un gran vacío de series que les interesen a las mujeres que no ven un reflejo del mundo en el que viven. Por ejemplo, plataformas como HBO, han entendido muy bien que tienen un nicho de público que está ahí y tienen que entender el nicho de mercado sobre qué les pasa a las mujeres y sus problemáticas. Para esto hace falta que haya más mujeres con papeles protagónicos, más guionistas femeninas que cuenten historias de mujeres reales y más directoras que lo dirijan. Primero, es esencial que los directores decidan hacerlo; segundo, que haya directoras porque, cuando hay directoras, hay más actrices en sus historias, eso está comprobado, pero también pueden hacerlo los directores; y, por último, que haya más papeles para actrices protagonistas que tengan que ver con la realidad, que no sean solo objeto de deseo o cuidadoras, y de todas las edades porque las mujeres hoy con 60 años siguen teniendo una vida plena y fuerte mayoritariamente, trabajan y son profesionales cada vez más. Esto no se cuenta, vemos a las mujeres de 60 años siendo solo abuelas en el audiovisual, no puede ser, no corresponde a toda la realidad. Por supuesto somos una industria que tiene que distraer, pero también desde el punto de vista de la realidad de la sociedad y que tenga que ver con uno mismo, en esto también encaja la violencia de género.
P.: ¿Se ha ocupado el cine, la televisión o el teatro del maltrato y la violencia machista contra las mujeres mayores?
R.: No, creo que, en ese sentido, hay un gran vacío, siempre lo que tenemos son mujeres jóvenes que empiezan a descubrir la estabilidad de su marido o de la pareja, pero para nada creo que haya, me atrevería a decir que no hay nada con respecto a la violencia de género en mujeres mayores en el audiovisual o en el teatro. No lo conozco, pero no creo que haya ningún referente en ese sentido. Hay algún corto de la mujer mayor, pero están producidos porque lo piden los ayuntamientos para campañas para este día en concreto, pero nada significativo.