Irene Alcaraz
Sociedad
Boda en una residencia de mayores: Rosario y Eduardo se dan el sí quiero
El amor no tiene edad ni lugar. Una historia de amor con final feliz tras años de paciencia
La lenta retirada de la pandemia va dando paso a la normalidad e incluso a lo fantástico. Un ejemplo lo encontramos en la residencia ILUNION en Baena (Córdoba), dónde el mantenimiento de las medidas Covid no ha impedido que el enamoramiento de dos de sus residentes, Rosario y Eduardo, se materialice en una boda simbólica, celebrada este mes en el centro.
No; quizás; puede; sí quiero
Fue en 2015 cuando Eduardo llegó a la residencia en la que Rosario llevaba ya tres años. Un flechazo inmediato no despertó el interés de Rosario, pero tras años de paciencia, ella comenzó a cambiar de idea. Se volvió cada vez más habitual verles juntos conversando o dando largos paseos por las tardes. Poco a poco se iba cimentando su relación.
Aunque al principio los familiares se lo tomaron como algo anecdótico, cuando la pareja anuncio su intención de formalizar el compromiso, con gran alegría comenzaron a planear los preparativos. Y de repente llegó la pandemia.
Una grieta de sol en un largo día nublado
Fueron momentos de incertidumbre y tragedia; algunos compañeros se marchaban para no volver. Pero es precisamente en los momentos duros cuando el amor se pone a prueba: Rosario y Eduardo decidieron dar el paso de vivir juntos y se trasladaron a una misma habitación. Aunque las malas noticias se acumulaban, ellos demostraron ser un apoyo mutuo y una esperanza para los días grises en la residencia.
Por fin, dos años después, tras una larga espera por parte de todos sus seres queridos, se retomaron los planes de boda. Rosario y Eduardo celebraron este enlace simbólico rodeados de familiares, amigos y profesionales del centro. Enfundados en sus elegantes trajes, avanzaron por una sala llena de flores y adornos hasta donde estaba Guadalupe Valenzuela, directora de la residencia, que fue quien se encargó de oficiar la ceremonia.
“Sin duda, fue un día precioso para la pareja, para sus familias y para nosotros, no sólo por verlos tan felices y compartirlo con ellos, no solo por la ilusión y las ganas que habíamos puesto en preparar la ceremonia, sino porque fuimos la prueba de que la vida recupera la normalidad, esa normalidad salpicada de momentos únicos, también en nuestras residencias” contaba en un comunicado David Marín, animador sociocultural del centro que asistió la evolución de su relación.
Y comieron perdices
Tras su enlace, pasan gran parte del día en unas de las salas polivalentes del centro, acompañados de amigos. Desde que se creó el compromiso entre ellos, Rosario le convenció para hacer más actividades juntos. A Eduardo, comentan en la residencia, se le ve más alegre y motivado que nunca.
No es la primera vez que surge el amor entre sus paredes y al parecer tampoco será la última. “En el centro es muy normal que pueda surgir relaciones. Son residentes con una edad relativamente joven, con ganas de buscar nuevas experiencias y vivir buenos momentos y porque no, encontrar a esa persona que te ayude a pasar los días aún más amenos aquí en el centro” comentaba David.