La crisis del coronavirus se está cebando con las personas mayores de la Comunidad de Madrid (el mayor foco de infección del país, con más de 42.000 diagnósticados en total). Pero no sólo lo está haciendo en los hospitales, donde mueren decenas cada día, sino también en sus propios domicilios, aislados e ignorados.
Los datos lo demuestran: el número de intervenciones en las que los bomberos de Madrid han tenido que sacar de su domicilio cuerpos de personas que han muerto solas ha subido durante el mes de marzo un 57%, respecto al año pasado. La mayoría eran mayores de 65 años, así se lo ha notificado a 65Ymás el Ayuntamiento de Madrid.
No obstante, este dato no significa forzosamente que todos los fallecidos tuvieran Covid-19, pero sí que demuestra que muchas de las muertes provocadas por coronavirus fuera de los hospitales no se están contabilizando como tales, al menos en los casos en los que no se han hecho test.
Con todo, desde el consistorio reconocen que aunque el aumento de intervenciones de los bomberos es significativo, sigue siendo inferior al de "las actuaciones totales (del 9 al 31 de marzo) realizadas por la Empresa de Servicios Funerarios (sólo una de las que operan en la capital), que aumentaron un 112%".
Trauma social
"Nos ha cambiado a todos la vida. La tipología de intervenciones no es la misma. Se han reducido mucho los accidentes de tráfico o incendios de naves, pero han aumentado las aperturas de puertas de personas mayores que vivían solas. Muchas estaban encerradas en sus casas y no tenían con quién hablar. Y al fallecer en soledad, nadie se daba cuenta, hasta que empezaba a oler", relata a este diario Juan Luis Sierra, portavoz del Sindicato de Bomberos de la Comunidad de Madrid (@bomberosinforma).
Asimismo, comenta, se han encontrado con todo tipo de casos. Algunas eran personas que habían fallecido con neumonía (por lo que les contaban), pero otros, murieron con otras patologías. "Hay de todo, aunque no somos médicos para saberlo. Pero por el alto porcentaje de personas mayores contagiadas por Covid-19, hay muchas posibilidades de lo hayan podido estar", apunta.
Por ello, en todos los casos trabajan como si fuese un posible caso de coronavirus, porque no tienen "información, más allá de que hay un señor o señora que no abre su puerta". "Nos ponemos los Equipos de Protección Individual, nos aseguramos y procedemos a abrirla o entramos por una ventana", sostiene.
No es un problema nuevo
También recuerda Sierra que éste no es un problema nuevo y que el resto del año lidian igualmente con estas situaciones, aunque en menor medida. Y es que "suelen ser casos que están muy relacionados con la pobreza energética. Gente que está sola, con una economía muy justa y que incluso tienen problemas para poner la calefacción. Cada año mueren muchas personas solas y ahora con el coronavirus se ha hecho más patente".
Por otra parte, el propio confinamiento forzoso pasa factura: muchos de los fallecidos habían perdido el poco contacto que tenían con otras personas "en los parques", por ejemplo. "Es mucho más difícil que alguien pregunte por ellos", señala.
Desgaste psicológico para los profesionales
El aumento de este tipo de intervenciones está haciendo mella en los priopios profesionales, que no sólo están recogiendo cadáveres en domicilios sino también en residencias de mayores. "Se lleva mal. No estamos en nuestro mejor momento. Hemos solicitado a la Comunidad de Madrid que ponga a nuestra disposición médicos psicólogos", apunta.
Además, el hecho de trabajar en "una atmósfera totalmente contaminada" hace que vuelvan a casa con miedo a una posible infección. "Existe la posibilidad de que nos llevemos la enfermedad. Eso es así. No es por nosotros únicamente, es por nuestras parejas e hijos", añade.
Sobre el autor:
Pablo Recio
Pablo Recio es periodista especializado en salud y dependencia, es graduado en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid y comenzó su carrera profesional en el diario El Mundo cubriendo información cultural y económica.
Además, fue cofundador de la radio online Irradiando y cuenta con un máster en Gobernanza y Derechos Humanos por la Universidad Autónoma de Madrid y otro en Periodismo por el CEU San Pablo/Unidad Editorial.