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Las relaciones satisfactorias en la mediana edad con la pareja, los amigos o los compañeros de trabajo están vinculadas a un menor riesgo de acumular múltiples enfermedades de larga duración en la vejez, al menos entre las mujeres, sugiere una investigación publicada en la revista General Psychiatry. Cuanto menos satisfactorias eran estas relaciones, mayor era el riesgo, y los resultados sólo se explicaban en parte por factores influyentes, como los ingresos, la educación y los hábitos de salud, según el estudio.
Cada vez hay más pruebas de la relación entre las redes sociales sólidas y la buena salud y el bienestar en la vejez, pero se desconoce si estas conexiones pueden reducir el riesgo de padecer múltiples enfermedades de larga duración (multimorbilidad), que afectan sobre todo a las mujeres mayores.
Para evaluar hasta qué punto el grado de satisfacción de las mujeres con sus relaciones –pareja, familia, amigos, compañeros de trabajo y otras conexiones sociales– puede influir en este riesgo de forma individual y colectiva, los investigadores se basaron en 13.714 participantes del Estudio Longitudinal Australiano sobre la Salud de la Mujer (ALSWH), que analiza los factores asociados a la salud y el bienestar de las mujeres de 18-23, 45-50 y 70-75 años en 1996. Todas las mujeres del presente estudio tenían entre 45 y 50 años en 1996.
Estilo de vida, condiciones demográficas y hormonales, factores clave
Se realizó un seguimiento de su salud y bienestar aproximadamente cada tres años mediante un cuestionario hasta 2016. Se les pidió que clasificaran sus niveles de satisfacción con cada una de sus 5 categorías de relaciones en una escala de 4 puntos, puntuando cada respuesta hasta un máximo de 3 puntos. También se les pidió que indicaran si habían desarrollado alguna de las siguientes enfermedades: diabetes, hipertensión, cardiopatía, accidente cerebrovascular, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), asma, osteoporosis, artritis, cáncer, depresión y ansiedad.
La acumulación de 2 o más de estas afecciones desde un punto de partida de ninguna, o de afecciones adicionales desde sólo 1, o desde 2 o más, se definió como tener afecciones múltiples (multimorbilidad). Se recogió información sobre factores demográficos, de estilo de vida y hormonales potencialmente influyentes: país de nacimiento, estado civil, zona de residencia, nivel de estudios y capacidad para gestionar los ingresos; peso (IMC), actividad física, consumo de alcohol y tabaco; y estado menopáusico.
El análisis final incluyó a 7.694 mujeres, de las cuales el 58% (4.484) acumularon múltiples afecciones de larga duración a lo largo de los 20 años de seguimiento. Las que lo hicieron tenían más probabilidades de tener un nivel educativo más bajo, tener dificultades para vivir de sus ingresos, padecer sobrepeso/obesidad, ser físicamente inactivas, fumadoras y haberse sometido a una menopausia inducida quirúrgicamente. En general, la satisfacción en las relaciones se asoció con la acumulación de múltiples afecciones a largo plazo: cuanto mayores eran los niveles de satisfacción, menores eran los riesgos.
En comparación con las mujeres que declararon el nivel más alto de satisfacción (puntuación de 15), las que declararon el más bajo (puntuación de 5 o menos) tenían más del doble de probabilidades de acumular múltiples afecciones de larga duración tras realizar un ajuste completo por factores potencialmente influyentes. Según los investigadores, la fuerza de la asociación era comparable a la de factores de riesgo bien establecidos, como el sobrepeso/obesidad, la inactividad física, el tabaquismo y el consumo de alcohol.
Cuando se incluyeron los 5 tipos de relaciones en el análisis, la asociación se debilitó, pero siguió siendo significativa para todas excepto para las amistades. Se observaron resultados similares cuando las condiciones individuales se analizaron por separado. Los factores de riesgo bien establecidos, como la posición socioeconómica, las conductas de salud y el estado menopáusico, explicaban en conjunto menos de una quinta parte de la asociación observada.
Implicaciones sobre la gestión e intervención de las enfermedades crónicas
Se trata de un estudio observacional y, como tal, no puede establecer la causa. Además, se basó en el recuerdo personal y no recogió información sobre las relaciones sociales en la edad adulta temprana. Y como sólo se incluyeron mujeres australianas, los resultados podrían no ser aplicables a los hombres o a otras culturas, dicen los investigadores. Por ello, apuntan que se necesitan más investigaciones para explorar otros efectos específicos de las relaciones en la acumulación de múltiples enfermedades de larga duración, como la intimidad, la cantidad y el apoyo emocional y práctico.
No obstante, concluyen que estos hallazgos "tienen implicaciones significativas para la gestión y la intervención en enfermedades crónicas. En primer lugar, a nivel individual, estas implicaciones pueden ayudar a aconsejar a las mujeres sobre los beneficios de iniciar o mantener relaciones sociales diversas y de alta calidad a lo largo de la mediana y temprana edad".
"En segundo lugar, a nivel comunitario, las intervenciones centradas en la satisfacción o la calidad de las relaciones sociales pueden ser especialmente eficaces para prevenir la progresión de enfermedades crónicas --añaden--. Y en tercer lugar, a nivel nacional y mundial, las conexiones sociales (por ejemplo, la satisfacción de las relaciones sociales) deberían considerarse una prioridad de salud pública en la prevención e intervención de enfermedades crónicas"