Al igual que la población mayor española (casi nueve millones en todo el país), el número de personas reclusas de más de 60 años no ha parado de aumentar en los últimos años, llegando a los 2.288 presos en enero de 2019 (el 4,6% del total, 525 de más de 70 años).
Sin embargo, hay una diferencia notable, en comparación con el resto de la sociedad de más de 65 años, y es que el número de presos mayores aumenta a más velocidad. "Hay otros factores que intervienen más allá del propio envejecimiento para explicar por qué tenemos más ancianos en prisión", sostiene la investigadora Concepción Yagüe, una de las pocas expertas en este país que realizó un estudio detallado, publicado en 2009, sobre la Ancianidad en el Medio Penitenciario.
Según Yagüe, que también fue Subdirectora General de Instituciones Penitenciarias (cargo que desempeñó hasta 2011), para comprender este fenómeno se debe conocer primero el perfil del preso y para ello, un buen primer paso, es remitirse a la estadística. Así, cabe destacar que la mayoría, al igual que pasa en otras franjas de edad, son hombres (aproximadamente el 90%) y que, además, sobre todo en el caso de los varones de más de 70 años, suele ser la primera vez que pisan la cárcel y lo hacen condenados por delitos contra la libertad sexual (26%), homicidio (17,5%) o violencia de género (16,6%), según datos de 2019, facilitados por Instituciones Penitenciarias. "Entran en prisión después de una vida normalizada porque no habían incidido en actividades delictivas antes", sostiene.
Años |
Población reclusa de más de 60 años |
Total de población reclusa |
1985 |
108 |
11.916 |
1995 |
358 |
29.056 |
2005 |
813 |
39.770 |
2019 |
2.288 |
58.971 |
Evolución de penados por grupos de edad en España. Fuente: informe sobre Ancianidad en el Medio Penitenciario.
Difícil reinserción para hombres mayores
De esta manera, una de las problemáticas que se plantea con este tipo de reclusos es que suelen afrontar largas penas y eso dificulta su reinserción puesto que terminan de cumplirlas con edades muy avanzadas. Además, debido a la tipología de delitos que suelen cometer, su proceso de rehabilitación suele ser complejo.
"Se pueden hacer cosas, sobre todo en temas de violencia de género. Hay un componente reeducativo muy importante. Tenemos que darles un tratamiento específico", asegura Yagüe. Aún así, la experta reconoce que no es fácil puesto que, en muchos de los casos, los reclusos tienen "muy interiorizado el machismo": por ejemplo, para algunos es la primera vez que hacen algún tipo de tareas domésticas como "hacerse la cama". "En casa no hacían nada. Les hemos tenido que reeducar de arriba abajo", explica.
Por otra parte, también se tiene que intentar que los mayores "no desconecten del mundo exterior". Por esta razón, es importante que hagan talleres en los que se trabaje con "las nuevas tecnologías" o que se puedan relacionar con sus nietos, para que "no salgan como marcianos".
Asimismo, también son comunes en las cárceles, según Yagüe, las actividades contra el deterioro cognitivo en las que se junta a presos de diferentes generaciones. En concreto, en el centro de Sevilla I (lugar en el que la entrevistada trabaja actualmente) hacen "debates" para recordar entre todos "cómo eran las cosas antes" y realizan talleres de jardinería para fomentar que los mayores salgan al aire libre.
Además, otro de los factores a tener en cuenta es que la población mayor puede desarrollar algún tipo de demencia en prisión y, aunque no hay una edad máxima para estar en prisión, sí que se vela por ver "cómo hacer una salida cuanto antes al exterior". En estos casos se suele aplicar la Ley de Dependencia y se intenta que el recluso vuelva a vivir con su familia, salvo en los casos en los que "se ha producido un cisma familiar", donde se suele buscar otros "recursos" como residencias de mayores. "Una vez finalizada la condena no pueden seguir en prisión", afirma la experta.
Por otro lado, desde el punto de vista médico "queda aún trabajo". Aunque "la atención es muy aceptable", sería "estupendo que hubiera geriatras", afirma. "Los médicos de prisiones son un poco todoterreno", asegura.
Presos mayores en un taller de jardinería en el centro penitenciario de Sevilla I.
Cárceles accesibles
Otro de los elementos importantes para cubrir las necesidades de los mayores en las prisiones es que éstas sean accesibles. "Hay que hacer un esfuerzo de sensibilización de que son personas con necesidades especiales", señala Yagüe. Por ello, hace cosa de 10 años las autoridades decidieron tomar cartas en el asunto y comenzaron a realizar mejoras arquitectónicas para que el entorno estuviese adaptado.
"Primero había que identificarlos y destinarlos a módulos específicos de respeto, destino o terapéuticos. Con personas jóvenes más o menos controladas", recuerda. Así, tras un proceso de reubicación que tuvo lugar "en la mayor parte de centros", se trató de instalar mobiliario adecuado como "sillas, flexos o timbres", así "como duchas y baños específicos". Y, al mismo tiempo, realizaron campañas para "mentalizar a los funcionarios" de que son personas con necesidades diferentes.
No obstante, este intento de cambio, que tuvo lugar cuando la entrevistada desempeñaba la función de Subdirectora de Instituciones Penitenciarias, no tuvo continuidad durante el gobierno siguiente de Mariano Rajoy y se "fue diluyendo". "Se perdió y ahora se está volviendo a reactivar", sostiene.
El rol de abuelo
"Normalmente el mayor suele tener medios económicos: una pensión o apoyo familiar. Tienden a ser personas tranquilas y adaptadas", comenta Yagüe. Además, por su experiencia en instituciones penitenciarias, la experta ha observado que "se autoidentifican y hacen piña entre ellos". Algo que no quita para que también socialicen con personas más jóvenes. "Asumen un papel en muchas ocasiones de abuelos, hacen de guías. Al principio, los más jóvenes se suelen acercar a ellos para que les inviten a café o para que les den tabaco, pero luego acaban siendo una influencia positiva muy importante. Generan una situación de tranquilidad", relata.
Pero no siempre la relación es fácil entre diferentes generaciones, sobre todo por el estigma causado por sus delitos. "Cuando estaban dispersos nunca iban a mencionar por qué estaban allí", señala. De esta manera, es común que muchos de los reclusos afirmen que "no quieren estar con quienes han abusado de niños", por lo que, según la investigadora, se debe recurrir a la pedagogía para no generar rechazo.
Fuente: informe sobre Ancianidad en el Medio Penitenciario.
Mujeres mayores: un perfil distinto
No obstante, todo cambia en cuanto a la mujer mayor encarcelada. "Es un perfil absolutamente distinto. Quitando las que están por temas mentales, lo normal es que hayan entrado por delitos contra la salud pública", explica. Y añade: "Son el último eslabón. La mayoría son multireincidentes. Acaban siendo las que venden las papelinas en la puerta de las casas".
Además, suelen tener condenas medias parecidas a las de los hombres, aunque se las acuse de delitos diferentes. "Se juntan con dos o tres condenas. Existe una consciencia de que: 'Bueno, a la abuela en la cárcel la tienen bien cuidada'. Hay machismo aquí también", denuncia.
Finalmente, en cuanto a su papel en la prisión, por la experiencia de la experta en módulos femeninos, hacen también de "abuelas", aunque tienen un rol más "tranquilo" y no participan tanto en las actividades ofrecidas por la institución. "Salvo para los talleres de aguja e hilo en los que se sienten más útiles porque confeccionan para casa, para nietos o sobrinos", concluye.