¿Puede nuestra casa llegar a enfermarnos? Parece que sí. Es más, los expertos apuntan a que el código postal afecta en la salud. Ahora, con el temor a un segundo confinamiento en barrios como los del sur de Madrid, ponemos de relieve las consecuencias para la salud de vivir en una situación de vulnerabilidad residencial. Habitar en una infravivienda, en situación de pobreza energética o en riesgo de perder la casa, puede impactar en el malestar psicológico y emocional de las personas que la sufren, según concluye el informe Cuando la casa nos enferma II.
Elaborado por asociación Provivienda (@provivienda_org), este informe elaborado antes de la pandemia analiza la relación entre el derecho a la vivienda digna y los efectos de la falta de ella en la salud está plenamente vigente, sobre todo de cara al próximo otoño. "Hemos analizado qué ocurre cuando el estigma de tener problemas de salud mental se asocia al estigma de vivir en una casa en malas condiciones, en la que no se puede encender la calefacción o el aire acondicionado, se vive en la cuerda floja por los elevados precios del alquiler, o con la amenaza de sufrir un desahucio", explica el investigador Thomas Ubrich, encargado de presentar el informe.
La ansiedad, el insomnio o la depresión, se unen a las enfermedades físicas que puede generar la inestabilidad residencial, según el estudio, que en esta segunda edición se ha centrado en los aspectos de salud mental de la infravivienda, después de haber estudiado las consecuencias en la salud física de los colectivos más vulnerables en su primera edición, entre las que destacan los problemas respiratorios o circulatorios. "Nosotros consideramos que los mayores, igual que las personas con discapacidad merecen especial atención en este asunto, ya que en muchos casos tienen problemas añadidos a la pobreza o falta de ingresos, como puede ser la falta de accesibilidad o situaciones de soledad no deseada", explica a 65ymás Elena Martínez Goytre, responsable del área de investigación de la Asociación Provivienda.
10 veces más riesgo de tener mala salud
Las personas con problemas de vivienda tienen diez veces más riesgo de tener mala salud que la población general y presentan dos veces más un malestar grave a nivel psicológico (38,4%), respecto al conjunto de la sociedad (19,9%), según el estudio elaborado con una muestra de 1.247 encuestados en diferentes hogares de Madrid, Alicante y Tenerife lo largo de 2019. Así, el 16,5% de los encuestados ha afirmado que sus condiciones de vivienda tienen mucha influencia en su calidad de vida y su salud, y un 19,1% ha señalado que esta situación impacta enormemente en el bienestar emocional y psicológico. Tal como apunta el informe, el estrés que provoca vivir en un alojamiento temporal, estar buscando una vivienda, así como la grave ruptura que puede ocasionar el abandono involuntario de la vivienda empeora la salud de las personas que viven en estos hogares.
Por ello, igual que ocurre con las cajetillas de tabaco, según los responsables del informe, imágenes de situaciones de plagas, humedades, pobreza energética, imposibilidad para pagar el alquiler, o falta de accesibilidad deberían advertirse como "consecuencias de vivir en una vivienda inadecuada". "Pero no dirigidas a quienes las habitan, sino a las personas que, especulando con la vivienda, dejan la salud de las familias en manos del mercado", considera el director general de Provivienda, Eduardo Gutiérrez, en el prefacio del estudio. "La "crisis de asequibilidad y accesibilidad" de la vivienda protagoniza el contexto actual, ya que "el precio del alquiler aumenta, pero no se incrementan las rentas", asegura Thomas Ubrich.
La vulnerabilidad aumenta si, además, se cumplen otros factores como ser mujer, tener algún tipo de discapacidad, ser mayor, vivir en soledad no deseada o ser parte de una familia monomarental. La mayor incidencia de malestar psicológico en madres solas con hijos se traduce en alteraciones del sueño, sentimiento de agobio, incapacidad de disfrutar de las actividades normales de cada día, entre otras alteraciones. Es por ello que desde Provivienda han insistido en tratar la cuestión de la vivienda desde un enfoque de género.
Precios inasumibles para mujeres mayores solas
En cuanto a los precios actuales de la vivienda, el informe destaca que en muchas ciudades, vivir solo es un lujo. Entre ellas se incluyen las personas mayores de 65 años, personas enfermas con Pensión No Contributiva (PNC) o viudas con pensiones de viudedad. Dos de cada diez personas solas están en riesgo de pobreza según el INE. Muchas de estas personas tampoco pueden hacer frente al alquiler de las viviendas y se ven abocadas, en muchas situaciones, al desahucio o a alternativas habitacionales no deseadas. “Aquí, en el centro de Alicante, hay muchas personas mayores, con pensiones muy bajitas que no pueden acceder a ningún tipo de alquiler. Son personas que siempre han tenido su contrato de alquiler con su pareja, se han quedado viudas y… ya no pueden pagar. (…) Ha subido mucho", afirma una trabajadora social encuestada.
Según el INE, el número de hogares unipersonales ha aumentado continuamente desde 2013, hasta alcanzar los 4,73 millones, representando el 25,5% del total. Entre ellos, más de dos millones son personas mayores de 65 años. En en concreto 850.000 tienen más de 80 años de las cuales, 662.000 son mujeres. En cambio, entre los hogares unipersonales de menores de 65 años se comienza a observar una leve desaceleración en 2018 (-1,2 puntos porcentuales en el último año), es decir que la vida en solitario parece estabilizarse. "Es esencial mencionar cómo la perspectiva de género repercute también en este ámbito (al igual que en los hogares monomarentales) y debe vincularse con la galopante feminización de la pobreza", señalan los investigadores. Las mujeres presentan situaciones de soledad no deseada dos veces más que los hombres, un 21,7% frente a un 11,6%", según el estudio.
Fuente: Provivienda
Falta de accesibilidad o rehabilitación de vivienda
Pese a esta realidad, Elena Martínez Goytre, recuerda que pese a que la mayoría de los mayores tienen ya casa en propiedad, éstos suelen sufrir otro tipo de problemas asociados con el estado de la vivienda: habitar en un parque de viviendas antiguo, con escasa eficiencia energética, dificultades para rehabilitar su vivienda o problemas de accesibilidad. Mientras que muchos de los que viven solos son personas mayores de edad con con algún tipo de discapacidad o enfermedad discapacitante, llama especialmente la atención que la mitad de estas personas no disponga de un ascensor en el edificio. En cuanto al estado de salubridad de la vivienda, el 25,2% de las personas solas vulnerables han tenido alguna plaga y un 21,4% tiene humedades en ventanas y/o paredes de la vivienda.
"El caso de los mayores no es tanto de vivienda sino de adecuación y calidad de la misma. Deterioro y falta de mantenimiento y adaptación a las nuevas realidades sociales, se evidencian aún más en las situaciones de pobreza. El caso más extremo es el de personas mayores con problemas de movilidad atrapadas en sus propias viviendas, y falta de accesibilidad en su edificio", señala Martínez. "Esto es fundamental para el bienestar psicológico y la prevención de la soledad. El afecto juega un rol fundamental, ya que el 29,4% de los encuestados declara que en su caso existe relación entre los problemas de vivienda y su malestar emocional, frente al 14,4% de la población general.", añade. Y aquí también entra el rol de género. Las personas solas, a menudo de edad avanzada, son especialmente vulnerables ante la ansiedad, el estrés y otras patologías, según el estudio.
"La vivienda digna no es una entelequia"
Los autores del estudio recomiendan poner en marcha políticas de rehabilitación de parques de vivienda antigua, así como adaptar los hogares a las condiciones básicas de eficiencias energética y accesibilidad. También preocuparse por hacer un mantenimiento de las condiciones de la vivienda a través de políticas activas y una Ley Estatal de Vivienda Social, según apunta Elena Martínez Goytre, investigadora principal de la Asociación Provivienda. "Volvemos a insistir en una política de vivienda inclusiva es totalmente necesaria para la protección de la salud", aseguran y mencionan iniciativas de vivienda para todos como los desarrollados por Housing First o los proyectos piloto como los desarrollados en País Vasco, Canarias o Cataluña. "La vivienda digna para todos no es una entelequia" sostiene Elena Martínez Goytre.
"Pero es vital adecuar estas políticas a la situación demográfica lo requiere. Vemos que las personas mayores viven principalmente en residencias o en viviendas unipersonales y que hay muchos temas aún sin resolver. Más que nunca, necesitamos de una política de vivienda inclusiva y un paquete de medidas urgentes que garanticen la equidad en la vivienda", sostiene Elena Martínez Goytre."El contexto actual de insuficiencia en la provisión de vivienda asequible supone una vulneración del derecho a la salud, que se acentúa en las situaciones de exclusión residencial, en particular, en los segmentos de población vulnerable", concluyen.
Sobre el autor:
Marta Jurado
Marta Jurado es periodista especializada en Sociedad, Economía, Cultura, Política y redactora en el diario digital 65Ymás desde sus inicios. Licenciada en Periodismo por la Universidad Carlos III y en Filología Inglesa por la UNED, ha trabajado en medios de tirada nacional como El Mundo y Público y las revistas Cambio16 y Energía16. Tiene además experiencia en comunicación corporativa de empresas e instituciones como BBVA o INJUVE.