Pepa tiene 89 años y el pasado 29 de octubre lo perdió todo tras el paso de la DANA por Picaña (Valencia) donde vivía, porque "ya no puede vivir allí", asegura su familia, que ha iniciado una recaudación de fondos con el objetivo de poder reconstruir su casa.
"La DANA ha arrasado con todo, su casa, sus recuerdos, su ropa, sus logros. No queda nada, no hemos podido rescatar nada", cuentan a través de las redes sociales, donde han querido mostrar el angustioso momento que vivieron ese día, cuando el agua entró en su casa. "Lo que una vez fue su hogar, ahora es solo barro y escombros. Cada imagen cuenta una historia de lucha, pérdida y esperanza".
Aseguran que Pepa está bien, así como su hijo, quien estaba con ella cuando el agua les alcanzó. Ambos "pudieron subir a la terraza de la casa y escapar por un agujero al polígono de detrás antes de que se viniese abajo la casa".
Pero los destrozos impiden a Pepa, o Pepica, como la conocen sus vecinos, volver a su casa. Es por ello que una de sus nietas ha iniciado una recaudación de fondos en GoFundMe, para poder "reconstruir su casa, su vida y pueda volver a la normalidad que a su edad tanto necesita".
La calle donde vive Pepa ha sido la "más afectada de Picaña, y también la más olvidada ahora mismo, pero esa es otra historia", cuenta. En esa casa que la DANA arrasó, Pepa "creció, jugó, se enamoró, se casó, tuvo a sus dos hijos, cuidó de sus 4 nietos, enviudó y ahora a sus 89 años tiene que abandonar su calle, su casa, su vida". No solo ha perdido artículos personales, de gran valor sentimental, también "su sonrisa, esa bonita sonrisa tan característica de ella".
"Pepica siempre está alegre, siempre está bromeando, siempre ha sido muy dicharachera. Su alzhéimer tampoco ayuda. Está desubicada, no entiende por qué no puede volver a su casa. No acepta o no asimila que ya no tiene casa donde volver, no entiende por qué no la llevamos a su casa. A pesar de ver fotos y vídeos, no lo asimila. Hoy la hemos llevado. Ha sido muy duro. Hemos llorado todos de rabia y de impotencia de verla llorar", cuenta, mostrando su deseo de que "vuelva a sonreír. Queremos poder darle un nuevo hogar donde volver a sonreír y a reír a carcajadas como siempre ha hecho".
Hasta recuperar su hogar, Pepa está viviendo con una de sus nietas, quien asegura que "estamos haciendo todo lo posible para ayudarla a empezar de nuevo, pero necesitamos un poco de apoyo".
"La riada que lo cambió todo", añade, pero no se rinden porque, destaca, "Pepica merece volver a tener un lugar que pueda llamar hogar".