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El International Long-term Policy Network ha publicado un informe que estima que los fallecidos en residencias en España con demencia podrían estar en una horquilla de entre 11.941 y 14.877 personas. Los autores critican la falta de estadísticas para obtener los datos y advierten de que la cifra podría estar infravalorada. "Los diferentes enfoques utilizados por las distintas comunidades autónomas españolas para registrar y publicar información relacionada con el COVID-19 en hogares de ancianos y demencia hacen imposible cualquier intento de extraer datos a nivel nacional" aseguran.
Pese acoger a uno de los grupos de edad más vulnerable, las residencias de ancianos se convirtieron ya en el mes de marzo en la zona cero de la pandemia, asegura el informe que ha querido arrojar luz sobre el impacto que ha tenido el covid-19 en las personas con demencia. Según el documento, hasta 15.000 personas con demencia podrían haber fallecido en estos centros durante la crisis del coronavirus.
Tal y como recoge el informe, a 28 de junio 19.576 personas habían muerto en residencias de ancianos con covid-19 confirmados o probable en base a las estimaciones realizadas a partir de los datos de las comunidades. Teniendo en cuenta que entre un 61% y un 76% de los residentes tiene demencia, la cifra de víctimas mortales con esta patología en los centros de mayores estaría en una horquilla de entre 11.941 y 14.877 personas. Asturias es la única comunidad que detalla que del total de fallecidos en su autonomía el 43% tenía demencia, por lo que advierten que la cifra puede estar infravalorada.
Los datos de calidad pueden salvar vidas
Y es que el exceso de mortalidad recogido por el Instituto de Salud Carlos III habla de 44.006 fallecidos entre el 13 de marzo y el 22 de mayo —44.636 hasta el 14 de agosto—, una cifra muy superior a la de 28.838 víctimas mortales totales actualizadas este viernes por el Ministerio de Sanidad. Hay que tener en cuenta, no obstante, que el exceso de mortalidad no recoge necesariamente las muertes asociadas directamente a la pandemia, sino todas las que tuvieron lugar entre esas fechas, independientemente del motivo.
El hecho de que los datos tengan que ser una estimación y que nunca se sepa hasta qué punto está o no ajustada, además, empeora la situación. Así lo dice Aída Suárez González( @Aida_Suarez_), neuropsicóloga e investigadora en el Dementia Research Centre, University College London (UCL), y primera firmante del estudio entrevistada por Infolibre. "Los datos de buena calidad salvan vidas porque nos permiten entender el problema e implementar medidas para mitigarlo. Además, si se publican en tiempo real, permiten reaccionar a tiempo", señala.
Por eso "necesitamos una base de datos mínima para residencias y demencias". "Como la disponible en Estados Unidos", dice, donde existe una ley que obliga a las residencias para personas dependientes a tener una base de datos actualizada cada tres meses. "Aquí si no se hace es porque falta voluntad política. Que no podamos comparar Cantabria con el País Vasco o con Asturias es un despropósito", critica.
"Sabemos que el 70% de las muertes que tenemos en España son en residencias y que en torno al 80% de sus usuarios tienen demencia, así que parece muy posible y muy lógico que alrededor del 50% de las muertes que tenemos sea de estas personas", estima.
Mortalidad e impacto COVID-19 en personas con #demencia en España:
— Dr Aida Suarez-Gonzalez (@Aida_Suarez_) August 15, 2020
➡️11.941- 14.877 posibles muertes covid (solo en residencias)
➡️#Asturias, única CCAA que publica fallecimientos #covid de personas con demencia (43%)
⚠️Informe completo en @LTCcovid : https://t.co/Ja3dJ4fQb8 https://t.co/R0RS0ByLQc pic.twitter.com/1NiYjfyDvt
Un claro ejemplo de edadismo sumado a la demencia
La experta achaca esta realidad porque pese a los dramas vividos en las residencias, los mayores que viven en ellas siguen siendo los grandes olvidados. "La mayoría de las personas con demencia son, a su vez, personas mayores, así que ya cumplen el primer requisito para que el covid-19 complique más las cosas para ellos. Pero es que, a su vez, la demencia ya es en sí misma una patología previa que lo agrava. Y no sólo mental, sino también física", afirma Suárez
También apunta que las personas con demencia son más vulnerables físicamente, por lo que es más probable que desarrollen formas más complicada de covid. Suelen tener problemas vasculares y hay algunos estudios internacionales que relacionan factores genéticos que predisponen a la demencia con factores que predisponen a problemas cardiovasculares. Además, invita a no olvidad que estas personas son más vulnerables a las infecciones.
A eso hay que sumarle los problemas que trae consigo el mero hecho de tener demencia, independientemente de la edad. Las medidas de seguridad que se han revelado como imprescindibles a la hora de frenar la expansión del virus no pueden ser aplicadas a las personas con demencia del mismo modo que se aplican al resto de ciudadanos. Suárez González lo explica: "A una persona con demencia bajo ningún concepto se la puede tener en aislamiento, privada de estímulos y separada de su familia. Es inhumano y se le causa un sufrimiento tan grande que puede traer complicaciones letales. El aislamiento en sí es una medida muy agresiva que puede dejar secuelas muy importantes en personas sanas, pero en una persona con demencia el efecto es mucho peor porque tiene una enfermedad neurológica que afecta a su cerebro y capacidad para entender el mundo a su alrededor", explica.