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El misterio de la hoja de hierba es uno de esos enigmas que hacen enloquecer a los científicos durante años por ser aparentemente sencillos, pero no tener una explicación clara con los conocimientos disponibles para la ciencia. El secreto del extraordinario poder regenerativo de la hierba reside en parte en la forma de sus hojas, pero cómo surge esa forma ha sido un tema de debate durante mucho tiempo.
Los botánicos del siglo XIX dieron una explicación al misterio que no tardó en ser desechada en el siglo siguiente. Ahora, ese misterio de la formación de las hojas de las gramíneas ha sido desvelado y publicado en en la revista Science por un equipo del Centro John Innes, en colaboración con la Universidad de Cornell y la Universidad de Edimburgo, en Reino Unido, y la Universidad de California, en Estados Unidos.
Uno de los autores correspondientes, el profesor Enrico Coen, explica que "la hoja de la hierba ha sido un enigma. Al formular y poner a prueba diferentes modelos de su evolución y desarrollo, hemos demostrado que las teorías actuales son probablemente incorrectas y que una idea descartada propuesta en el siglo XIX se acerca mucho más a la realidad".
No importa lo mucho que cortemos el césped o desbrocemos las malezas. La hoja de hierba volverá a crecer rápidamente, casi por arte de magia. Lo mismo pasa en los campos en los que se alimenta el ganado. Sin embargo, lógicamente, no es magia: es ciencia.
El problema es que durante años ha sido una ciencia desconocida. Para los científicos ha sido un gran misterio entender cómo pueden estas plantas reponerse tan deprisa de la siega. Se han propuesto teorías, pero el conocimiento más profundo de la botánica ha llevado a que poco a poco se vayan desechando, aunque no todas se desecharon con razón.
Parecidos razonables detrás del misterio de la hoja de hierba
Antes de conocer la solución al misterio de la hoja de hierba, es importante tener unas nociones básicas sobre clasificación de plantas. A grandes rasgos, las plantas con flores se dividen en monocotiledóneas y eudicotiledóneas.
Las primeras, entre las que se encuentran las gramíneas como el trigo y el resto de plantas conocidas como hierbas, se caracterizan por la presencia de hojas que rodean el tallo en la base, pero también por venas paralelas en todas sus partes. En cuanto a las eudicotiledóneas, entre las que podemos encontrar las legumbres o algunos arbustos de jardín, sus hojas se mantienen alejadas del tallo, pero unidas a él a través de una especie de rabillo, conocido como peciolo.
Pero, volviendo a las gramíneas, en ellas esas hojas de la base forman una especie de vaina, que protege la punta de crecimiento de los dientes del ganado o las cuchillas de desbrozadoras y máquinas cortacésped. Esto es lo que se sabe. El misterio estaba en el origen de esa estructura.
Los científicos del siglo XIX proponían que la vaina de unas es equivalente al peciolo de las otras. Sin embargo, en el siglo XX los anatomistas vegetales observaron que los peciolos tienen venas paralelas y plantearon, como más plausible, que en realidad fuese toda la hoja de hierba, excepto una pequeña región en su punta, la que derivara del peciolo.
Para saber cuál era la opción más realista, los autores de este último estudio usaron los conocimientos más recientes de genética del desarrollo y modelado computacional. Con ambas herramientas, modelaron las diferentes opciones que se han planteado durante siglos y la opción hipotética que más cuadraba con la vida real resultó ser aquella que se planteó en el siglo XIX y que se desechó en el XX.
El estudio de la hierba muestra cómo simples modulaciones de las reglas de crecimiento, basadas en un patrón común de actividades genéticas, pueden generar una notable diversidad de formas de hoja diferentes, sin las cuales nuestros jardines y mesas de comedor serían mucho más pobres.