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La infantilización, la desconfianza en sus capacidades o el no tener en cuenta los deseos o acciones de las personas mayores son aspectos que generan en este colectivo un profundo malestar, un recelo hacia su entorno y que, además, reproducen clichés edadistas que pueden redundar en un mayor aislamiento e incluso en problemas de salud mental. A esta realidad se enfrentan, cada día, los profesionales del cuidado quienes mejor saben cómo proceder para asegurar el mejor bienestar de los mayores.
“Las ideas preconcebidas que la sociedad tiene sobre el estado o las habilidades de las personas mayores muchas veces se traducen en actitudes edadistas por parte de los cuidadores no profesionales que, con la mejor de las intenciones, asumen el cuidado de familiares o conocidos que se encuentran en la etapa de la vejez. Por eso es importante que el cuidado de los mayores esté en manos de profesionales, que aúnen los aspectos vocacionales de su labor con una sólida formación”, explica Cristina Oviedo, psicóloga y coordinadora del Departamento Asistencial de DomusVi.
Teniendo en cuenta esta situación, DomusVi, compañía que tiene como propósito mejorar el bienestar de las personas mayores en un entorno social activo, pone el foco en 5 aspectos que los cuidadores profesionales tienen en cuenta en su día a día para evitar actitudes, palabras o expresiones que pueden fomentar la discriminación por cuestiones de edad y, sobre todo, que impactan de forma negativa en el estado anímico de nuestros mayores:
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Evitar la infantilización a la hora de relacionarse es indispensable como muestra de respeto a la persona mayor. En muchas ocasiones, es habitual que se les hable como si fueran niños y con un tono muy elevado, una práctica que se conoce como baby talk y que está muy extendida en la sociedad. Además, también es muy común creer que las personas mayores deben acostarse pronto o que no están capacitadas para elegir la ropa con la que quieren vestirse, cuestiones tradicionalmente asociadas a la edad infantil.
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Evitar la despersonalización teniendo en cuenta la singularidad de cada persona es imprescindible para evitar actitudes homogéneas que deshumanizan por completo. Un ejemplo de despersonalización es el uso de apelativos cariñosos en lugar del nombre propio, una actitud que suele molestar bastante a las personas de la tercera edad.
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Respetar la capacidad de decisión de los mayores es una actitud que repercute de forma muy positiva en su bienestar emocional. Cuestiones tan cotidianas como elegir qué bebida prefieren para desayunar o qué actividad quieren realizar son pequeños detalles que dignifican y que hacen que la relación con el cuidador sea mucho más fluida.
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Las personas mayores también tienen preocupaciones que necesitan compartir con las personas con las que tienen más confianza. En muchas ocasiones, estos confidentes son los cuidadores con los que pasan gran parte del día. En este sentido, para construir una relación sólida y de confianza es indispensable respetar la confidencialidad de los temas que la persona mayor comparte con el cuidador.
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Respetar la intimidad de las personas mayores y evitar tener actitudes que la comprometan es muy importante. Uno de los ejemplos más comunes es, por ejemplo, entrar en el baño cuando un mayor se está duchando o está realizando sus necesidades.
“A grandes rasgos, todas aquellas actitudes que repercuten en la dignidad y coaccionan la autonomía de la persona repercuten negativamente en su bienestar y provocan fricciones con la persona cuidadora” reconoce Cristina Oviedo. Así pues, “es muy importante conocer y evitar las cosas que molestan y pueden impactar de forma negativa en el bienestar de nuestros mayores” añade Cristina Oviedo.
Cuidado profesional ante el envejecimiento poblacional
En España hay más de 9,5 millones de personas mayores de 65 años, una cifra que constata el problema de una pirámide generacional invertida donde cada vez el colectivo sénior tiene mayor peso. Sin embargo, más allá de la preocupación que esta situación suscita en cuestiones relacionadas con el relevo generacional, esta realidad ha puesto sobre la mesa la importancia de una de las profesiones más solidarias, comprensivas e indispensables en nuestra sociedad: las personas cuidadoras.
“Nuestro aporte es ahora más necesario que nunca para la normalización de una edad como es la sénior, llena de oportunidades para seguir desarrollándose, creciendo y significando en el propio entorno social y afectivo”, apostilla la psicóloga y coordinadora del Departamento Asistencial de DomusVi.