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A causa del rápido avance de la urbanización, está implicando que a partir del año 2050, un 70 por ciento de la población mundial vivirá en ciudades. El gran reto es hacer que sean sostenibles y eso obliga a realizar una serie de cambios que pasan por una mayor conexión con el campo, el uso multifuncional de los espacios y el impulso de la economía del conocimiento, según varios expertos.
Así lo han explicado en el marco del webinar de sostenibilidad de BBVA titulado 'La ciudad de 2050. Cómo serán las urbes sostenibles del futuro'. El arquitecto Jorge López Conde, jefe de implementación para la Nueva Bauhaus Europea en la European Cluster Alliance, ha apostado por la idea del acuerdo, el encuentro y la reconexión.
A su juicio, se necesita un "reencuentro" entre lo rural y lo urbano para que las áreas rurales "puedan ser autónomas y tener futuro", lo que ayudaría a frenar la despoblación, y nuevos acuerdos en torno a los cambios y modernizaciones que los habitantes de los pueblos actualmente rechazan por considerar que vienen impuestos desde la ciudad.
Precisamente, ese es uno de los objetivos de la Nueva Bauhaus Europea, la iniciativa lanzada por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, para transformar diversos sectores económicos y facilitar así el acceso de los ciudadanos a bienes circulares y menos intensivos en carbono.
Consumo de productos de proximidad
Además, López ha señalado la importancia de alcanzar un "equilibrio simbiótico con el ecosistema". Propone hacerlo repasando la historia para recuperar soluciones de nuestros antepasados que pueden resultar adecuadas ante problemas actuales; y como ejemplo ha mencionado la acuoponía que se aplica en los invernaderos de Almería y cuyo origen está en las chinampas de la cultura teotihuacana, en México.
En conversación con la escritora Elvira Lindo, el arquitecto también ha hecho hincapié en que las ciudades, que consumen el 75 por ciento de los recursos, "no sean solo extractivas", sino que puedan avanzar hacia el autoabastecimiento.
En este aspecto, ve esencial el consumo de productos de proximidad, una tendencia que ha aumentado a raíz de la pandemia del coronavirus, y la rehabilitación de semillas locales que se dejaron de cultivar en sus ecosistemas y que la industria eliminó del mercado.
Por último, López ha explicado que, según el enfoque de la Unión Europea, los ciudadanos pueden contribuir a un futuro más verde introduciendo cambios en su forma de vida, y a ese compromiso se tiene que sumar el de las empresas y las instituciones públicas.
Se requiere un cambio de mentalidad
Por su parte, el director global de Negocio Responsable de BBVA, Antoni Ballabriga, ha advertido de que el rápido crecimiento de las ciudades entraña riesgos, por la degradación medioambiental que se puede producir y por la posibilidad de que no sean suficientemente inclusivas.
Tras apuntar que las urbes consumen el 80 por ciento de la energía en el mundo y son responsables del 70 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero, Ballabriga ha dicho que el objetivo es hacerlas más compactas, menos contaminantes, más resilientes y más inclusivas.
Para Martha Thorne, decana de IE School of Architecture y directora ejecutiva del Premio Pritzker de Arquitectura, hay que asumir que se precisa un "cambio de mentalidad" en el consumidor, en el sector público y la normativa y en el mundo empresarial.
Así, plantea que los espacios en las ciudades deben ser "multifuncionales, en el tiempo y en los usos", de manera que un local comercial que se queda vacío temporalmente se pueda usar como espacio de coworking o para impartir clases. También ve fundamental hacer un mejor uso de los recursos y no pensar en cómo aumentar el uso de energía, sino en cómo reducir la necesidad de la misma.
Potenciar las energías eólica y solar
En opinión de Ramón Gras Alomà, investigador de urbanismo en la Universidad de Harvard, la modelización de sistemas complejos en las ciudades puede ayudar a orientar mejor la transición energética desde un modelo de combustibles fósiles a uno basado en energías renovables y limpias.
Según Gras, es necesario favorecer la transición al vehículo eléctrico y aumentar el consumo de energía eólica y solar, lo cual, en su opinión, requiere tener en cuenta las diferencias en el acceso de cada territorio a estos recursos.
Igualmente, ha abogado por impulsar la economía del conocimiento, favoreciendo que las empresas pequeñas puedan innovar sin correr grandes riesgos y sacar sus soluciones al mercado para así mejorar la calidad de vida de las personas.
Como petición a los gestores de las ciudades, Thorne ha incidido en que deben "escuchar muy bien para incorporar buenas ideas y no tener miedo de asumir riesgos", mientras que Gras ha pedido que se ponga a los ciudadanos en el centro, que se eviten "apriorismos ideológicos no justificados" y que se combinen elementos cualitativos con consideraciones de tipo científico y analítico.