Los datos demográficos de España, y en general del mundo occidental, son claros: la sociedad envejece, y lo hace por dos razones fundamentales, según indica la presidenta del Grupo SENDA, Matilde Pelegrí Torres, en el XVII Congreso de Mayores de Telefónica. Por un lado, la baja tasa de natalidad, que en España está en 1,1 hijos por mujer. Por otro lado, a que gracias a un excelente sistema sanitario y estado de bienestar, la esperanza de vida es muy alta (en España está por encima de los 83 años).
“El envejecimiento de la población implica no solo analizar un sistema público de pensiones y un sistema sanitario, sino también que las sociedades tendrán que ser distintas, que las viviendas, los comercios y los entornos tienen que adaptarse a esta nueva realidad demográfica, así como reivindicar la formación a lo largo de la vida”, explica Matilde. “En España, cerca de 10 millones de personas superan los 65 años, somos un país envejecido, y esa es una realidad que tenemos que afrontar”.
De esta cifra, se revela que 2 millones de personas mayores de 65 años viven solas. El 70% son mujeres. Estos datos reflejan que el fenómeno de la longevidad y el de la soledad son “sin duda” fenómenos en los que la mujer tiene una presencia muy importante. “Es una feminización de la soledad y el envejecimiento”, señala Matilde.
“No puede haber una ciudad que dé la espalda a los mayores”
No podemos olvidar que la pandemia ha impactado en toda la población, pero especialmente en las personas mayores y de manera dramática en aquellas más vulnerables, que viven solas o que carecen de autonomía. Se dejaron de hacer las actividades normales, se dejó de socializar, la soledad se hizo mayor… La tecnología fue una ayuda en muchos casos, pero en otros aumentó la brecha digital. Y partiendo de la certeza de que las personas quieren permanecer en sus hogares todo el tiempo que les sea posible, cobra especial importancia incentivar los servicios de proximidad, como la ayuda a domicilio o la teleasistencia. Y aunque las residencias de mayores son una alternativa para aquellas personas que sufren patologías y tienen un alto grado de dependencia, también es necesario analizar las posibles situaciones de soledad no deseada en un entorno de compañía.
En este sentido, los ayuntamientos de distintos municipios mantienen una “actitud preocupada” sobre este tema. En Sevilla, uno de los problemas que más preocupan son aquellos que tienen que ver con el ámbito residencial. Por esta razón, se encuentran en pleno desarrollo de12 proyectos (en diferentes fases de ejecución) de viviendas colaborativas, en la que están impulsando lo que se denomina como Coliving y Cohousing, que “permiten dar respuesta a diferentes colectivos, así como abordar respuestas específicas, dando de esta forma valor a la necesidad de poder compartir espacio”, explica Juan Manuel Flores Cordero, Delegado del Área de Bienestar Social, Empleo y Planes Integrales de Transformación Social del Ayuntamiento de Sevilla.
También ponen el foco en lo intergeneracional, una opción de vivienda que permita también trasladar modelos de convivencia en los que se puedan enriquecer diferentes protagonistas y colectivos. “Tenemos en marcha ya un proyecto de coliving público, gestionado por la empresa municipal de la vivienda, y estamos utilizando parte del proyecto del casco histórico que tiene la ciudad para poder rehabilitar núcleos habitacionales”.
“Nosotros, como ciudad, estamos intentando, no solo con esto sino con otras actividades, a través de talleres, mantener una línea y una capacidad de envejecimiento que sea lo más autónoma e independiente, y durante el mayor número de años de vida posible. Tenemos que tener en la cabeza que no puede haber una ciudad que esté de espaldas hacia el cerca del 30% de su población”, concluye.
De la misma forma, Julia Llopis Noheda, Concejala de Acción Social y Familia del Ayuntamiento de Alicante, destaca que su servicio de ayuda a domicilio municipal y teleasistencia atiende a cerca de2.000 personas, cada uno. Por su parte, cuentan también con el servicio del Mayor a casa, que cuenta con 200 personas; un servicio de estancias diurnas, que se lleva desarrollando desde el 2004 y con el que atienden a 40 personas; y centros municipales de mayores, “los que mayor parte de la tercera edad de esta ciudad engloban, con cerca de 40.000 socios distribuidos en 18 centros municipales de mayores, aunque vamos a ampliar a uno más”.
Sin embargo, de todas estas prestaciones, destaca una que desde el ayuntamiento consideran como pionera: “Desde el 2009, en Alicante se creó un edificio con viviendas intergeneracionales, es decir, personas mayores en apartamentos que tienen de vecinos a personas jóvenes. Esto les ha permitido vivir una experiencia muy positiva durante la pandemia porque no se han sentido solos, han tenido esa ayuda cuando no podían a lo mejor ir al supermercado o simplemente bajar la basura”, explica, ante lo que añade: “Yo creo que es el punto clave para poder luchar contra la soledad de los mayores”.
“Como en casa no se está en ningún sitio"
La ciudad de Madrid también cuenta con una “larguísima” trayectoria de políticas dirigidas a las personas mayores. “La incidencia en la prevención es nuestro objetivo”, señala Emiliano Martín González, Coordinador General del Área de Familias, Igualdad y Bienestar Social, del Ayuntamiento de Madrid.
Como en casa no se está en ningún sitio, por tanto, Emiliano considera que “la gran alternativa de los ayuntamientos debe pasar fundamentalmente porque no sea necesaria una alternativa residencial, sino que el alojamiento se rentabilice hasta el máximo”.
Solo el 4% de las personas mayores desean la opción de las residencias, y en este sentido, la pandemia nos ha enseñado mucho. “Sería una torpeza de nuestra parte no aprovechar todos esos conocimientos para replantear, redimensionar y redefinir todas nuestras políticas dirigidas a las personas mayores”, señala.
En julio de 2020, en el Ayuntamiento de Madrid tuvo lugar una experiencia que se consideró, según indica el Coordinador General del Área de Familias, Igualdad y Bienestar Social, del Ayuntamiento, como algo que no tenía muchos precedentes en nuestro país: un consenso político pleno en el que todos los partidos que están representados en la corporación se unieron como una piña para aprobar 352 medidas que han resultado “muy útiles, porque nos han permitido, y están permitiendo, introducir muchos cambios y muchas mejoras”. Una de esas medidas es la dirigida a alojamientos alternativos.
“Nuestra primera medida, la cual ya tiene un desarrollo importante, es una estrategia de soledad no deseada”, conformada por una parte dirigida a la detección y la prevención (talleres, llamadas, seguimiento), en la que se incluye el proyecto Madrid Vecina. Este proyecto consiste en un programa de detección que ya se está trabajando “con mucho éxito”, creando redes vecinales.
En este sentido, el 3 de diciembre presentarán un proyecto “muy interesante y novedoso” que supone poner al cuerpo de voluntarios del Ayuntamiento de Madrid (Voluntarios de Madrid) a disposición de todas las personas mayores para hacer un programa de acompañamiento que se llama Madrid Acompaña, con una app que permitirá el diálogo y la intercomunicación entre los voluntarios y las personas mayores.
“También hemos impulsado de forma importante el cuidar a los que cuidan”, señala, porque “la pandemia también nos ha demostrado que ahí hay un grupo de vulnerabilidad sobre el que hay que incidir”.
Emiliano considera que la ciudad de Madrid tiene un problema de identificación y detección de los grandes problemas de vulnerabilidad, por lo que han impulsado la creación de equipos de hospitales de forma experimental en tres distritos, que más tarde generalizarán al resto.
Entre los programas que contempla el Ayuntamiento de Madrid destaca también un máster con 29 empresas del sector digital y de atención a personas mayores, para potenciar la innovación y la mejora de la tecnología al servicio de los mayores; y el Programa convive 21, una vivienda intergeneracional entre mayores y universitarios
“Me parece muy importante alinear los servicios que ya tenemos para incidir en la soledad no deseada. En la ciudad de Madrid tenemos 120.000 usuarios de teleasistencia, 80.000 de servicio de ayuda a domicilio, 90 centros de mayores, 100 centros de día, y muchas veces todo ese potencial no lo rentabilizamos más que de una forma muy limitada”, concluye Emiliano.
“Prevenir la soledad es sin duda la mejor política que podemos llevar a cabo”
La pandemia provocó que muchas de las opciones que tenían los mayores para prevenir el aislamiento social, desaparecieran temporalmente, lo que llevó a muchos ayuntamientos a plantear alternativas para todos ellos. El Ayuntamiento de Zaragoza es uno de los que tomaron esta decisión, ofertando una serie de servicios y actividades, como el servicio de comida a domicilio, que no solo permitía la posibilidad de ofrecer un menú sano y equilibrado, sino también ayudar a las personas mayores a mantener el confinamiento. También se puso en marcha un servicio de apoyo a gestiones esenciales y otro de información y apoyo emocional a través de llamadas telefónicas, para lo cual se creó un servicio de asesoría psicológica para mayores, que se ha quedado ya como un servicio permanente del ayuntamiento.
A estas medidas se sumaban unas actividades cognitivas y físicas que se ofertaban a través de la web municipal, donde semanalmente se actualizaba con actividades nuevas. Y, para aquellas personas mayores con limitaciones a la web, se enviaban semanalmente a los domicilios por correo postal cuadernillos de actividades.
“Para paliar situaciones de soledad adecuamos a formato telefónico, a través de la línea gratuita 900, el proyecto Nos gusta hablar, que en circunstancias normales consiste en crear espacios cómodos que inviten a conversar y favorecen la relación y la convivencia, ofreciendo así un rato de charla agradable a quienes lo demandaban”, explica la Concejal de Mayores del Ayuntamiento de Zaragoza, Paloma Espinosa Gabasa.
“Intentamos en definitiva que las personas mayores sintieran que no estaban solas, y que su ayuntamiento o administración más cercana estaba con ellos, porque está claro que prevenir la soledad es sin duda la mejor política que podemos llevar a cabo, por lo que debemos tomar todas las medidas de las que seamos capaces para evitar la muerte en soledad. Aunque, sin duda, la mejor forma de evitarlo es que nadie se sienta solo mientras viva”.
Tras la pandemia y la vuelta al proceso de normalidad, trabajar en el ámbito preventivo promoviendo el envejecimiento saludable cobró una especial importancia en los ayuntamientos. “La salud es uno de los aspectos mas importantes en este trabajo”, destaca Paloma. “Promover hábitos saludables supone dar oportunidades para poder llevar a cabo actividades, de carácter físico, cognitivo o psicológico, que mejoren la salud y el bienestar. Y sin duda, tan importante o más que la anterior, es facilitar espacios de convivencia que prevengan la soledad, así como la creación de redes sociales que apoyen la socialización de las personas mayores”.
En la misma línea se mueve, por último, Ponferrada. “Tenemos mucha gente en edad avanzada, y aunque la soledad no deseada no es exclusiva de las personas mayores, si que un porcentaje importante son de ese colectivo”, explica el alcalde de la ciudad, Olegario Ramón Fernández. Por esa razón, crearon un programa de lucha contra la soledad no deseada, “algo que en otros países como Gran Bretaña es objeto de un ministerio”, señala.
El objetivo de este programa, denominado Proyecto Faro, es que estas personas que sufren de soledad, les sea más agradable afrontar su vida. Con él, se pretende localizar a personas que están en situación de soledad no deseada para realizar entrevistas con ellas, hablar con ellas, conocer su realidad y establecer un itinerario de interacción con las mismas para que al final su vida sea más agradable.
Para el desarrollo de este programa, eligieron un barrio en el que comenzaron a trabajar en diferentes fases, que incluían: una fase de detección, identificación y derivación de las personas en situación de soledad no deseada, para lo que se creó una red de colaboradores a los que se denominó “faros”; una fase de recepción de datos y de gestión de una primera cita con la persona, tras la cual viene la fase de acogida, que consiste en una entrevista personal para conocer la realidad social, personal y de salud de la persona; una fase de diseño del itinerariode acompañamiento para esa persona, que trata de paliar el sentimiento de soledad y vincularla con la red comunitaria; y una fase de seguimiento y evaluación, para comprobar que el proyecto esté dando resultados positivos.
Esta última fase es en la que se encuentran actualmente. “Estamos trabajando ya con 12 personas, de unos 73 años de media, y de las cuales el 90% son mujeres, en situación de soledad no deseada. Aunque no llevan seis meses en ese itinerario, sí que en el tiempo que llevan (aproximadamente 4 meses) hay algunas conclusiones que nos permiten, en primer lugar, valorar muy positivamente el programa, tanto por los usuarios y usuarias como por el voluntariado, incluso por el tejido social del barrio”, explica el alcalde de Ponferrada, donde se pretende ampliar los materiales de este proyecto para llegar a más personas, incluso al medio rural.
Basta del “vamos a”
La Concejala de Acción Social y Familia del Ayuntamiento de Alicante hace hincapié en un aspecto también muy importante: “Oímos constantemente vamos a, y creo que llegamos tarde. No podemos estar diciendo siempre vamos a. Es necesario que sea en este momento, ya, porque, si no, va pasando el tiempo y no se van desarrollando todas estas iniciativas que proponemos”, señala Julia Llopis.
“Los ayuntamientos tenemos que tener la capacidad de coordinar esas redes sociales y vecinales de las que se ha hablado para que podamos detectar aquellas personas que realmente están en soledad y muchas veces pasan desapercibidas en los municipios, porque lo verdaderamente preocupante es la soledad de aquellos que no tenemos detectados”, destaca. Así como también es importante “la formación de la familia, para saber cómo tenemos que tratar a los mayores”.
La clave está, según Julia, en “cambiar el chip”. “No podemos decir bueno, están las residencias. Tenemos que trabajar la prevención y tratarla como una etapa más de la vida, y ahí es donde tenemos que ir mentalizando poco a poco a la sociedad, así es como podremos crear un ambiente mucho más saludable, sobre todo a nivel mental. Tenemos que ir renovándonos poco a poco con el fin de que las personas mayores se sientan más incluidas en la sociedad, y así conseguiremos tener una tercera edad más saludable y mucho más feliz”, concluye.
Sobre el autor:
María Bonillo
María Bonillo es licenciada en Comunicación Audiovisual y Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid. Escribe principalmente sobre temas de sociedad. También tiene experiencia en comunicación corporativa de empresas como OmnicomPRGroup y Pentación Espectáculos.