Las consecuencias económicas de la pandemia están siendo y se prevén desastrosas para la sociedad española. Con una caída de al menos el 9,5% del PIB para 2020 por la paralización del país, una tasa del paro en aumento que roza el 15% y 3,38 millones de trabajadores afectados por ERTES, de los cuales cerca de 70.000 aún no han recibido un euro, son miles las personas que han tenido que recurrir a entidades sin ánimo de lucro para poder ya no sólo llegar a fin de mes, sino, en algunos casos, comer.
Esta dramática situación se ha tratado de paliar por parte del Ejecutivo con la prohibición temporal de los desahucios y la futura aprobación de un Ingreso Mínimo Vital -ayudas de entre 462 y 1.015 euros al mes-. Sin embargo, esta renta mínima ya ha recibido críticas por parte de asociaciones profesionales como la de Directores y Gerentes de Servicios Sociales, que entienden que no se adapta suficientemente al perfil del trabajador que ha quedado desempleado por culpa de la pandemia.
Las colas del hambre
Con todo, mientras el Gobierno comienza a tramitar esta ayuda, que se podrá pedir a partir de junio, son miles los ciudadanos que siguen llenando las bautizadas "colas del hambre", en busca de comida que ofrecen muchas asociaciones sin ánimo de lucro.
Una de las más mediáticas, que incluso llenó portadas de periódicos, es la Asociación Vecinal del barrio de Aluche (Madrid), a cuyo local acuden todos los sábados y domingos cientos de personas en busca de alimentos básicos para la semana, como leche, legumbres o huevos -ya superan el millar de familias beneficiadas-.
Pero esta organización no es la única que se ha volcado con su barrio. Todos los colectivos sociales han querido colaborar y se han solidarizado con el vecindario. Y hay razones para ello, puesto que la crisis está afectando muy gravemente a "centenares de autónomos que vivían al día, padres y madres con hijos" o "inmigrantes sin familia en España", comenta a 65Ymás Juan Pérez, miembro de la Plataforma de Pensionistas del barrio y portavoz de la asociación de vecinos Puerto Chico -que colabora también con ayuda alimentaria y otros tipos de apoyos para los vecinos de Aluche-.
"Algo así no se había vivido nunca. Antes, la mayoría de la ayuda la daban en la iglesia. Ahora, hay mucho miedo e incertidumbre. Se refleja en la forma de hablar de las personas. La mitad de los que solicitan la ayuda son gente que deben alquileres o que se metieron en pequeños negocios y no ven futuro. Muchos están desesperados", explica.
Ayuda intergeneracional
Comenta igualmente Pérez que el perfil del que pide ayuda es muy variado y que muchos de los demandantes nunca antes se habían visto en esta situación. "Son personas que siempre tuvieron un sueldo y que, al principio, les cuesta pedir ayuda, pero hay que comer", añade.
Asimismo, le consta que muchas de estas personas que la pandemia ha dejado sin empleo ni ingresos están empezando a recurrir, "como ya sucedió durante la crisis del 2008", a sus familiares jubilados que, por el momento, no han visto perjudicado su poder adquisitivo. "Los abuelos que tienen una pensión están ayudando y aportando para la alimentación de sus hijos", sostiene.
Los pensionistas, menos perjudicados
"Los mayores no se han visto tan afectados económicamente, por sus pensiones", comenta a este diario la responsable de Nuevos Proyectos de Cáritas Madrid (@CaritasMadrid), Concha García. Así, prosigue, los que "recibían ayudas las han seguido recibiendo", pero no ha aumentado considerablemente "el número de demandantes de más de 65 años" durante la pandemia en Madrid. "Han necesitado más ayuda del tipo apoyo para bajar a la calle durante el confinamiento o para personas que viven solas", señala.
Por lo que han podido constatar en Cáritas, el nuevo solicitante de ayuda tendría entre "30 y 40 años, con hijos a cargo". Aun así, también los hay "mayores de 55 años", aunque "no sea el grueso de los demandantes", reconoce García. "En esas edades, muchos habían retomado un empleo después de la crisis anterior y han visto su situación laboral colgando de un hilo. También han sido los primeros desplazados y pueden ser los últimos en llamar de cara a la reapertura de los negocios, aunque aún queda por ver cómo evoluciona", apunta.
Falta ayuda
Finalmente, cabe recordar que a pesar de que la sociedad civil se haya volcado para ayudar durante la pandemia, todavía queda gente a la que no se logra llegar desde los servicios sociales o las organizaciones de barrio. Así, el propio Banco de Alimentos de Madrid (@bdalimentos) reconoce a este periódico que tienen lista de espera de organizaciones que piden recibir ayuda. "Hemos dado de alta a 16 de forma exprés, pero tenemos 40 esperando. Ha habido un incremento de un 30 o 40% de solicitudes sólo en Madrid", comentan.
"En la capital, solemos repartir un millón trecientos mil kilos al mes y hemos pasado a 4 millones. Y no es suficiente. Estamos pidiendo ayuda a todo el mundo", explican. Además, prevén que las peticiones vayan en aumento. "A lo mejor los primeros meses hay gente que tira de ahorros, pero llega un momento que se acaban", señalan.
Pese a todo, esperan que con la reapertura de los negocios y el paso de las distintas fases "se vaya normalizando y estabilizando" la situación. También entienden que el Ingreso Mínimo Vital podrá "aliviar algo" a las personas más vulnerables. Aun así, entienden que la cuantía podría ser insuficiente para población que viva en algunas ciudades como Madrid. "Puede ayudar a pagar el alquiler pero no la comida, quizá", concluyen.