Sociedad

Una colección que desata la polémica: ¿por qué hay 10.000 cerebros almacenados en Dinamarca?

Lidia Lozano

Foto: El Tiempo

Lunes 24 de abril de 2023

6 minutos

Pertenecen a pacientes que murieron en institutos psiquiátricos del país entre 1945 y 1980

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Lidia Lozano

Foto: El Tiempo

Lunes 24 de abril de 2023

6 minutos

La Universidad de Dinamarca del Sur tiene la mayor colección de cerebros humanos del mundo. En uno de sus sótanos hay filas y filas de cubos blancos donde se guardan 9.479 cerebros en formol. Estos pertenecieron a pacientes que murieron en institutos psiquiátricos del país entre 1945 y la década de 1980 -cuatro décadas de coleccionismo-. 

Fue después de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, cuando comenzaron a recolectar cerebros de pacientes. En un principio se guardaban en el Hospital Psiquiátrico Risskov (Arhaus), donde estaba el Instituto de Patología Cerebral. Tras realizar la autopsia al fallecido, se retiraba el órgano y se enterraba el cuerpo. La documentación es muy precisa, ya que se sabe quiénes fueron los pacientes, qué enfermedad padecían y toda su vida estaba en los informes. Esto finalizó en 1982, cuando la colección quedó abandonada, hasta que la Universidad de Dinamarca del Sur decidió albergarla.

 

 Ilustración de hospital psiquiátrico

Sin consentimiento

El problema es que ni los pacientes ni sus parientes dieron en su momento el consentimiento para que sus cerebros fueran objeto de investigación. En 1990, el Consejo de Ética de Dinamarca llegó a la conclusión de que los órganos podrían utilizarse para la investigación científica, por lo que el banco de cerebros de la ciudad de Odense es completamente lícito. Sin embargo, el debate no acaba ahí. 

Muchos expertos creen que ha sido muy útil para estudiar ciertas enfermedades -demencia o depresión entre ellas-. Al mismo tiempo demuestra la estigmatización de las enfermedades mentales y los pocos derechos que tenían aquellos que las padecían en aquella época. 

Mayor importancia a la enfermedad mental

Hasta el momento en el que la colección se trasladó a Odense, su existencia pasaba bastante desapercibida, excepto cuando se difundía algún rumor entre la sociedad danesa. Ni siquiera los expertos sabían bien de lo que había en esas baldas. El actual director, el doctor Nielsen, desconocía su magnitud: "Cuando la vi por primera vez quedé realmente sorprendido". 

 

El doctor Nielsen con la colección (BBC)

 

Fue entonces cuando la sociedad se dio cuenta de los pocos derechos con los que contaban y se comenzó a dar mayor importancia a la enfermedad mental, que hasta ese momento era algo que no preocupaba a los daneses; o más bien, algo que se evitaba. "Había tal estigma sobre la enfermedad mental que nadie que tuviera un hermano, una hermana, un padre o una madre en un pabellón psiquiátrico siquiera mencionaba el tema", dijo Knud Kristensen, expresidente de la Asociación Nacional de Salud Psiquiátrica (SIND). 

En la época durante la que se recogieron los cerebros, los pacientes que ingresaban se quedaban toda su vida. "No había tratamientos para su enfermedad, así que se quedaban allí, tal vez trabajando en el jardín, en la cocina o lo que fuera; allí morían y eran enterrados en el cementerio del hospital", contó a BBC News Mundo

Lobotomía

Muchos de los cerebros, señala Kristensen, presentan signos de lobotomía, "un mal tratamiento, según lo que conocemos hoy en día, pero bastante normal en ese entonces". Hacia los años 40, esta práctica quirúrgica se propagó por todo el mundo. Se practicaban a pacientes con trastornos mentales graves, como esquizofrenia o depresión severa, pero también a personas con problemas de conducta, como adolescentes desobedientes.

 

 

El proceso consistía en introducir una especie de picahielos por encima del ojo hasta llegar al cerebro y así eliminar partes de los lóbulos frontales. El objetivo era modificar el comportamiento de la persona y mejorarlo, pero el resultado era muy distinto. El sistema nervioso quedaba marcado de por vida, así como su forma de comportarse y de ver la vida

¿Qué hacer con los cerebros?

La colección danesa suscitó debate tanto entre profesionales como entre la población. Kristensen participó en la decisión de qué hacer con los cerebros cuando aún era presidente de SIND. Desde un punto de vista ético, no se debían mantener, ya que no contaban con el permiso de nadie. Por tanto, propuso destruirlos o enterrarlos con las personas a las que les pertenecieron -como no había manera de saber quiénes eran, la última propuesta fue enterrarlos juntos en un mismo lugar-.

Tras varios años, el Consejo de Ética decidió que podían usarse para la investigación científica aun sin consentimiento previo, a lo que SIND accedió. Kristensen explicó que se hizo "algo muy inmoral al recolectar los cerebros", pero que, ya teniéndolos, "también sería inmoral destruir la colección y no usarla para el propósito de investigaciones". 

 

Estudios relacionados con el cerebro

El problema de las farmacéuticas

Kristensen indica que "uno de los grandes valores es que hay cerebros tan antiguos que fueron removidos de pacientes a los que no se le dieron fármacos antipsicóticos -porque no existían-". Esto quiere decir que "se puede hacer una comparación de esos cerebros viejos con cerebros recientes para ver qué cambios le hacen esos fármacos". 

Investigadores de todo el mundo pueden acceder a ellos -con ciertas limitaciones- y hay varios proyectos que, según Nielsen, se están llevando a cabo para estudiar enfermedades como la demencia y la depresión, aunque aún no han obtenido resultados "revolucionarios". 

Aun así, Kristensen duda que se le esté dando mucho uso: "La investigación cuesta mucho dinero y la mayoría de estudios psiquiátricos están financiados por la industria farmacéutica cuyo principal interés es el desarrollo de nuevos fármacos y no el descubrimiento de las razones que causan la enfermedad mental". 

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Lidia Lozano

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