Cómo afrontar el uso de pañales o compresas para la incontinencia

A nivel general, la incontinencia urinaria la podemos definir como la pérdida de orina involuntaria. Podemos distinguir diferentes tipos: incontinencia por esfuerzo, mixta, de urgencia, por goteo tras la micción, funcional y otras producidas por diferentes desordenes neurológicos que afectan al sistema urinario y fecal.

Es habitual que la incontinencia afecte a las personas con dependencia, pero también la pueden padecer las mujeres en sus diferentes etapas de la vida (embarazo, parto, menopausia) cuando la vejiga, la uretra y los músculos que aguantan el sistema urinario se ven afectados; y los hombres, cuando existen, por ejemplo, problemas de próstata.

En resumen, si bien la incontinencia afecta al doble de mujeres que de hombre por causas anatómicas (la uretra es más corta en las mujeres), es un problema que puede afectarnos a todos y todas con lo que es importante seguir correctamente el protocolo del cambio de pañal y, cuando se trate de personas dependientes, el cuidador ha de tener sensibilidad, buena actitud, respeto y conocimiento en el manejo de los pañales, para que la autoestima y la calidad de vida de la persona afectada de incontinencia no se vea afectada.

Afrontando los cambios

Cuando se presentan las primeras señales de incontinencia urinaria también aparecen sentimientos de vergüenza, culpa, negación, miedo a afrontar las dolencias o el paso de los años. Por este motivo, es importante que el uso de compresas para pérdidas de orina se afronte con naturalidad, tanto por parte de la persona afectada de incontinencia, como por aquellas personas de su entorno más cercano (pareja o cuidador). Hay que tener en cuenta que quien sufre de incontinencia puede sentirse vulnerable, con miedo a salir de casa por si tiene algún percance, a socializar, a ser rechazado o rechazada, a la incomprensión, etc. La incontinencia puede afectar psicológicamente a quien la padece.

Para afrontar el uso de compresas, pañales o absorbentes es importante valorar y resaltar sus ventajas: calidad de vida, libertad e independencia.

Cuando es el cuidador o cuidadora quien se encarga de controlar la incontinencia, este deberá igualmente resaltar los beneficios del uso de los pañales, pero, además, será necesario respetar los ritmos de la persona que tiene a su cargo y explicarle con calma, con respeto y de manera natural qué está ocurriendo y porqué es necesario usar compresas.

Recomendaciones y errores frecuentes

Existente diferentes tipos de compresas y absorbentes con diferentes tallas. Es importante escoger la talla que mejor se adapte a quien lo vaya a usar y al tipo de absorción que se requiera. El pañal ha de quedar ceñido a la cintura y a la zona inguinal.

En función del tipo de incontinencia se elegirá un pañal de día o de noche. Para la noche, deberá tener una gran capacidad de absorción pues ha de aguantar toda la noche sin que desborde. Hay que evitar utilizar pañales de día superpuestos con la intención de que absorban más.

El uso de pañales puede producir dermatitis o irritación de la piel por alergia a algún componente del pañal, por la humedad, por el roce de los bordes, etc. Será necesario limpiar, secar e hidratar la piel a diario para prevenir la aparición de lesiones, así como revisarla periódicamente.

Cada pañal, de día o de noche, está pensado para un uso concreto por lo que no ha de usarse pañales de día para la noche, que acabarían con el contenido desbordado; ni pañales de noche durante el día con el fin de que absorban más, que lo único que pasaría es que, al ser de mayor tamaño, produciría lesiones por roces.

Cuando la incontinencia es fecal y urinaria, no ha de sustituirse el pañal de día por el de noche, no se necesita aumentar la absorción sino aumentar la frecuencia de los cambios.

Como base general para la incontinencia urinaria se requieren 4 cambios diarios, tres durante el día y uno por la noche. Saber el momento adecuado para cambiar los pañales y respetar los cambios hará que la piel se mantenga en buen estado y, además, ahorrar tiempo, pues cualquier escape o fuga implica un cambio de ropa, sábanas y funda del colchón.