Olga Selma
Olga Selma es redactora especializada en temas de salud, alimentación y consumo.
… saber más sobre el autorEn España es tradición dar la bienvenida al nuevo año tomando las doce uvas a ritmo de las campanadas. Reunidos con aquellos que más queremos ponemos a prueba nuestra deglución ingiriendo a toda prisa las uvas de la suerte. Pero comer de manera tan rápida un alimento complicado puede provocar atragantamientos, un riesgo que se incrementa en aquellas personas que padecen problemas de deglución o disfagia.
“La disfagia es la imposibilidad de transportar los alimentos de la cavidad oral hasta el estómago. Puede afectar tanto a líquidos como sólidos. Las personas que padecen esta enfermedad tienen dificultades para manejar muchos alimentos cotidianos y ello tiene un enorme impacto en su vida”, explica Jaime Paniagua, logopeda de la Unidad de Disfagia y Trastornos de Deglución del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid.
Muchos momentos de nuestra vida tienen como protagonista a las comidas y la persona con disfagia suele verse aislada por sus problemas para tragar. Las campanadas de Nochevieja es uno de esos instantes en lo que la persona con disfagia se ve aislada de su núcleo familiar y prefiere no participar en esta tradición que le puede poner en peligro. La disfagia supone no solo un riesgo de malnutrición y deshidratación por un manejo inadecuado de los alimentos, sino también mayor aislamiento social y menor participación en la vida diaria, lo cual impacta de forma negativa en la salud.
Para facilitar que las persona con disfagia puedan disfrutar de la tradición de Nochevieja, la Unidad de Disfagia y Análisis de Deglución del Hospital Quironsalud Madrid ha lanzado una propuesta titulada Campanadas inclusivas. Así, han propuesto adaptaciones de las uvas dirigidas a tres modalidades habituales de disfagia, de acuerdo a la nomenclatura internacional de la iniciativa de Estandarización Internacional de la Dieta en Pacientes con Disfagia (IDDSI, por sus siglas en inglés).
La propuesta pasa por elaborar unas uvas adaptadas con mosto, colorante alimentario verde y espesante para conseguir una preparación con textura similar a la miel (IDDSI 3) o al pudin (IDDSI 4), que se puede presentar en la mesa en 12 cucharillas (ver cómo prepararlas en el vídeo).
Para las personas con disfagia más leve recomiendan que pelen las uvas, las quiten las pepitas y las partan por la mitad o en cuartos (IDDSI 6), obteniendo un alimento con menor resistencia, que requiere menos esfuerzo y menos ciclos masticatorios para ser digerido.
“Las personas que padecen disfagia pueden tener problemas para que el bolo alimenticio sea deglutido, lo que incrementa su riesgo de malnutrición. También tienen el riesgo de que el alimento entre en la vía aérea contaminando los pulmones y poniendo en riesgo de aparición de patologías respiratorias”, apunta la Dra. Silvia Verónica Domínguez Ovejas, otorrinolaringóloga de la Unidad de Disfagia y Trastornos de la Deglución de Quirónsalud Madrid, que cree que no hay que despreciar los síntomas emocionales que padecen estos pacientes debido a “la incapacidad para poder alimentarse y el miedo a atragantarse, que les acompañan en su día a día disminuyendo la calidad de vida”.
Con esta iniciativa, la Unidad de Disfagia y Trastornos de Deglución del Hospital Quironsalud Madrid espera que las personas con disfagia lo tengan más fácil para poder recuperar tradiciones especiales y que recuperen ese lugar en la mesa que siempre ocuparon.