Olga Selma
Olga Selma es redactora especializada en temas de salud, alimentación y consumo.
… saber más sobre el autorLa proliferación de falsas noticias en el ámbito sanitario puede tener consecuencias graves para la salud pública. La difusión de bulos ocasiona, por ejemplo, que haya personas que utilicen terapias alternativas contra el cáncer y sean propensas a rechazar los tratamientos convencionales, por lo que tienen mayor riesgo de muerte, según concluye un estudio publicado en la revista Jama Oncology.
En la actualidad, dos de cada tres médicos reconocen haber atendido en su consulta a pacientes preocupados por lo que ha resultado ser un bulo de salud, según las conclusiones del I Estudio Sobre Bulos en Salud, elaborado por el Instituto #SaludsinBulos.
La alta incidencia de los bulos de salud y las fake news en las distintas áreas de la Atención Primaria se hace más evidente en las redes sociales, sobre todo en Twitter, según los resultados de una encuesta realizada parte de expertos de la Sociedad Española de Médicos Generales y de familia (SEMG), el Instituto #SaludsinBulos y Asociación de Investigadores en eSalud (AIES), contestada por cerca de 800 médicos de familia procedentes de diferentes Comunidades Autónomas. A lo que lo encuesta esclarece que los bulos que llegan a Atención Primaria son mayormente sobre alimentación, vacunación, homeopatías, cáncer, sexualidad, salud mental, dolor y medicamentos; y llegan a través de Internet, personas cercanas, redes sociales, televisión, prensa escrita y por último radio.
Estos bulos sobre salud preocupan a los médicos de familia, que ven que los pacientes cada vez llegan con más noticias falsas procedentes de blogs, WhatsApp, redes sociales y medios de comunicación. “Son pacientes que pueden abandonar sus tratamientos o dejar de vacunarse porque han visto vídeos o posts recomendados por amigos que pregonan alternativas más rápidas y seguras a las que ofrece la farmacología”, explica el estudio, por lo que toda la sociedad debe estar atenta a la proliferación de información falsas.
Ante una noticia de salud de dudosa rigurosidad, debemos comprobar que el artículo está firmado por un autor específico. Además, debemos tener en cuenta que los contenidos estén actualizados y contenga enlaces a fuentes bibliográficas, así como que se trata de una información lógica, que no cae en contradicciones. Por su parte, es conveniente comprobar que otras fuentes informativas también publican el tema, ya que de lo contrario podría tratarse de una noticia falsa o una mentira infundada.
Una página web fiable debe contener información sobre quiénes son los responsables de la misma, indicar la bibliografía y fuentes originales de donde proceden sus contenidos, así como identificar a los profesionales sanitarios que participan en ella. Por otra parte, los contenidos publicitarios que aparezcan en la web han de estar claramente diferenciados de aquellos que no lo son.
En cualquier caso, debemos evitar las creencias en soluciones milagrosas o noticias alarmistas: ya que algunos bulos sanitarios tienen como base estudios científicos cuyos resultados se malinterpretan o se exageran.
La AMI o ‘Alfabetización Mediática e Informacional’, es un concepto desarrollado por la UNESCO que reúne las competencias necesarias para poder buscar, evaluar críticamente y utilizar el contenido de los medios de comunicación de manera apropiada. Tal y como indica la UNESCO en su Informe AMI, curriculum para profesores, si seguimos una serie de acciones en el día a día, todos podemos ser consumidores responsable de información. Para ello, debemos conocer bien los diferentes canales de información que existen en la actualidad, así como los principales proveedores de información; y no compartir contenidos en las redes sociales sin antes haber comprobado la veracidad y calidad de los mismos.