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¿Cómo se vería la famosísima plaza de Times Square sin todo ese batiburrillo de carteles y anuncios? ¿De qué color son los edificios que se esconden bajo los paneles de Picadilly Circus? ¿Qué apariencia tienen las ciudades sin publicidad? Eso mismo se ha preguntado el portal especializado en diseño de interiores House Fresh, que, con la ayuda de un programa informático, ha logrado una fidedigna imagen de todos estos lugares con la salvedad de que no hay ni atisbo de los anuncios.
No solamente es un cambio dirigido a embellecer la ciudad. La realidad es que también sirve para aliviar nuestra mente. Como en televisión, los anuncios suelen significar una molestia. Un contenido estridente e invasivo que trata de llamar nuestra atención a cualquier costo. O, en concreto, al costo de nuestro bienestar mental.
Según asegura John Cole, autor original del artículo, la contaminación visual -el apelotonamiento de imágenes llamativas una detrás de otra- no deja descansar bien a nuestro cerebro. En un esfuerzo por procesar bien todo lo que le llega a los ojos, puede llegar a mostrar síntomas de depresión, ansiedad y fatiga.
Por otro lado, la presencia de los molestos paneles acaba por deteriorar el patrimonio arquitectónico y artístico de las ciudades -el caso de Londres destaca en este sentido-. Además, hacen imposible cualquier intento por vivir o trabajar en los edificios colindantes, dada la distracción.
¿Y si todo ello desapareciera? A falta de mejor explicación, aquí van las imágenes, que siempre valen más que las palabras. Juzguen ustedes mismos.
Distrito de Mong Kok, Hong Kong
En la antigua colonia británica muchas de las costumbres más características del mundo del anuncio han hallado fuertes raíces. Entre ellas, tapar compulsivamente con anuncios en vez de embellecer la ciudad que se esconde tras los paneles. Es más relajante la visión de abajo, pero está claro que pierde el poco encanto que tiene.
Hollywood Boulevard, Los Ángeles
Un cambio sutil pero agradecido para tus ojos. Si bien es cierto que los paneles añaden cierto toque a esta escena de puesta de sol hollywoodiense, la realidad es cierto que la ciudad podría tener potencial para sustituir los anuncios por las palmeras, una calle peatonada y una visión más clara de las preciosas montañas del fondo.
Fuente: HouseFreshDelhi, India
A diferencia del anterior, la transición visual aquí no podría ser más llamativa. Del caos de cables y carteles que oculta completamente el segundo plano a una entrañable estampa donde se puede adivinar el valor arquitectónico de las casas de la zona.
Fuente: HouseFreshTimes Square, Nueva York
¿Realmente se puede entender este mítico cruce de caminos sin los anuncios? Sinceramente, lo más seguro es que no. Pero, aunque sea por curiosidad, merece la pena comprobar cómo sería de otra manera. Y el resultado no desentona en absoluta. Moderno y dinámico, el Nueva York sin publicidad apetece.
Kampala, Uganda
En la capital centroafricana la contaminación visual se ha hecho con el centro de la ciudad. Con la gran cantidad de viandantes y vehículos que atraviesan la carretera, hay que quitar un poco de peso al panorama. Para ello, ¿qué mejor que sustituir los anuncios por fachadas limpias y los paneles por árboles?
Fuente: HouseFreshLas Vegas, Nevada
Para que Las Vegas sigan viviendo tienen que conservar sus espectaculares paneles y luces de neón. Pese a todo, no hay que perder la oportunidad de disfrutar también sus enormes hoteles y su colección de réplicas de monumentos de todo el mundo, como esa Torre Eiffel. A decir verdad, con menos publicidad se disfruta mejor.
Fuente: HouseFreshPicaddily Circus, Londres
Habrá que abrir de una vez por todas el debate. ¿Necesita Picadilly Circus ese enorme panel? Muchos le habrán cogido cariño, pero parece que luce más sin la publicidad. De hecho, cualquiera diría que la imagen real no es la segunda.
Fuente: HouseFresh
Cruce de Shibuya, Japón
La siguiente parada de este viaje está en Japón, en uno de los cruces más famosos de Tokyo. Conocido como el Times Square japonés, este conocido enclave turístico perdería su capitalista y alocado atractivo para sustituirlo por una visión tranquila y sin mucha gracia.