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Un estudio realizado por un grupo investigadores pertenecientes a diversas universidades y centros de investigación internacionales, entre los que se encuentran Héctor Pifarré Arolas (primer autor) y Guillem López Casasnovas, ambos investigadores del Centro de Investigación en Economía de la Salud (CRES-UPF), ha estimado el impacto de la mortalidad prematura por COVID-19.
Su método ha sido el cálculo de los años de vida perdidos (years of life lost, YLL, en inglés) debido a la COVID-19 y la medida relativa de YLL en relación a otras enfermedades comunes, como la gripe o las enfermedades cardiovasculares.
En la investigación, publicada recientemente en la revista Scientific Reports (Nature Research), también han participado los investigadores Mikko Myrskylä, Enrique Acosta y Tim Riffe (Max Planck Institute for Demographic Research, Alemania); Adeline Lo (Universidad de Wisconsin-Madison, EE.UU.) y Catia Nicodemo (Universidad de Oxford, Gran Bretaña) y ha contado con la cofinanciación de la Fundación La Caixa.
"Nuestros resultados confirman que el impacto de la mortalidad de la COVID-19 es grande, no solo en cuanto al número de muertes, sino también en cuanto a los años de vida perdidos", afirman los autores, que consideran que su estudio es una radiografía de la situación de la pandemia a principios del año 2021.
El índice de años de vida perdidos (years of life lost, YLL) es la diferencia entre la edad de la muerte de un individuo y su esperanza de vida. Los investigadores estimaron el YLL causado por la COVID-19 mediante datos sobre más de 1.279.866 defunciones en 81 países. También analizaron datos de la esperanza de vida e hicieron proyecciones de muertes totales de COVID-19 por país.
Los autores calculan que en total se han perdido 20.507.518 años de vida debido a la COVID-19 en los 81 países incluidos en el estudio, con una media de 16 años por fallecimiento individual. Del total de años perdidos, el 44,9 por ciento se ha producido en individuos de entre 55 y 75 años, un 30,2 por ciento de en individuos menores de 55 años y un 25 por ciento en los mayores de 75 años. En los países para los que se disponía del cálculo del número de muertes por sexo, el YLL fue un 44 por ciento superior en hombres que en mujeres.
En los países más afectados por la COVID-19, y en relación a otras causas globales de muerte comunes, el índice de años de vida perdidos debido a la pandemia han sido de dos a nueve veces mayor que el YLL medio asociado a la gripe estacional, y entre 1/4 y 1/2 superior al YLL atribuible a las afecciones cardíacas.
A 35 de los países analizados, la cobertura de los datos abarca al menos nueve meses; en estos casos, esto sugiere que probablemente incluye los impactos completos de la pandemia en 2020, o al menos sus primeras olas, mientras que para otros países, estos datos todavía están al alza. Los autores advierten que "hay que entender los resultados en el contexto de una pandemia en curso, que evoluciona; se puede decir que el estudio proporciona una instantánea de los posibles impactos de la COVID-19 en cuanto a años de vida perdidos a fecha de 6 de enero de 2021".
Por otra parte, los autores apuntan que "las valoraciones de años de vida perdidos pueden ser subestimadas, debido a la dificultad de registrar con precisión las defunciones relacionadas con la COVID-19", ya que "tanto las políticas como las prácticas sobre la codificación de las muertes se están desarrollando y estandarizando". Además, recalcan que el estudio se limita a analizar la mortalidad prematura, y que una evaluación completa del impacto de la pandemia en la salud debería considerar la carga de discapacidad asociada a la enfermedad.
Aparte del impulso de la Fundación La Caixa, la investigación ha recibido financiación del Social Sciences and Humanities Research Council y de los Fonds du Recherche du Quebec - Societé et Culture (Canadá) y de la University of Oxford's COVID-19 Research Response Fund (Gran Bretaña).