La crisis sanitaria que venimos meses padeciendo nos ha traído, entre otras muchas cosas, un torrente de nuevas palabras, extrañas expresiones, palabras incorrectas que pasan por válidas, transformaciones, nuevos usos... El vocabulario que se ha generado en torno al coronavirus es un reflejo más del cambio que han experimentado nuestras vidas en las que, quién iba a pensarlo allá por febrero, la gente charla con la naturalidad del que ha hecho algo desde siempre sobre una PCR o sobre la desescalada y la nueva normalidad.
Muchos idiomas son permeables a los cambios, el nuestro también, y es probable que muchas de estos nuevos vocablos y expresiones hayan llegado a nuestra lengua para quedarse. Estas son algunas de las que integran este inesperado covidiccionario.
Coronavirus y covid-19
Para empezar por el principio, no hace falta aclarar que ha día de hoy todo el mundo, literalmente, conoce lo que es y habla a todas horas del coronavirus, esa indeseable y muy amplia familia de virus que acarrean enfermedades tanto en animales como en nosotros, los humanos. Como hace tan poco tiempo que la palabra lleva entre nosotros aún no figura en el diccionario de la Real Academia Española (RAE) que, no obstante, ha confirmado que ya ha sido propuesto para su estudio y posterior incorporación.
Del coronavirus viene la enfermedad infecciosa que transmite, covid-19, y de la que oímos hablar hace bien poco, cuando comenzamos a escuchar que una desconocida epidemia se había declarado en la ciudad china de Wuhan. Fue la Organización Mundial de la Salud (OMS) quien propuso la abreviación COVID-19 (a partir de COronaVIrus + Disease ‘enfermedad’ + [20]19) y, recuerda la RAE, como tal acrónimo de reciente creación lo indicado es su escritura en mayúsculas hasta que se convierta en lo que ya es, el nombre común de la enfermedad. Sin embargo, algo mucho más complicado es si el vocablo es femenino o masculino. Para la Fundación del Español Urgente (Fundéu), promovida por la Agencia Efe y patrocinada por BBVA, lo preferible es emplear el femenino puesto que se trata de una enfermedad , pero el uso del masculino no se considera incorrecto. Desde luego, nos sonaría raro hablar de el gripe o la escorbuto...
De pandemias, confinamientos y cuarentenear
Hemos dicho que la primera vez que escuchamos hablar de covid-19 era una epidemia y sin embargo ahora hablamos de pandemia. ¿Cual es la diferencia entre una y otra? ¿Y enttre ellas y endemia? La Universidad Internacional de Valencia (UIV) en la última edición de su Diccionario de Epidemiología explica que Epidemia es la ocurrencia en una comunidad o región de casos de una enfermedad, comportamientos específicos relacionados con la salud u otros eventos relacionados con la salud claramente superiores a lo que se puede esperar. Pandemia es una epidemia que ocurre en un área muy amplia que cruza las fronteras internacionales y que generalmente afecta a un gran número de personas. La pandemia es la epidemia en su máxima expresión. Y endemia es la aparición constante de una enfermedad, trastorno o agente infeccioso nocivo en un área geográfica o grupo de población y también es un término que puede referirse a una prevalencia crónica de una enfermedad en dicha área o grupo.
Una de las primeras consecuencias que trae consigo una pandemia es la cuarentena, el aislamiento preventivo a que se somete durante un período de tiempo por razones sanitarias. Pero, ¿porqué llamamos cuarentena, que es un conjunto de 40 unidades o días a algo que, en este caso, solo dura 14 días? La respuesta es que pese al origen de la palabra, el tiempo que dura una cuarentena puede variar según el caso. La RAE nos pone un ejemplo: "Nos ordenaron guardar una estricta cuarentena de doce días" (Miguel Signes).
Por la misma razón, dicen muchos, que de veraneo viene veranear, de cuarentena debería venir cuarentenear, el hecho y acción de estar pasando el confinamiento. Pero este vocablo no existe en nuestro diccionario y una vez más es la RAE quien arroja luz sobre el tema y nos recuerda que ingresará en el diccionario si los los hispanohablantes lo deciden. "Si les gusta cuarentenar, y se utiliza mucho y permanece, se incorporará al acervo del español. Quien crea palabras es el hablante, todos aquellos que usan la lengua. La Academia toma nota y cuando los términos ya están suficientemente extendidos, se acaban reconociendo", explica. De hecho, sobre el término cuarentena los hablantes ya han formado derivados verbales como cuarenten(e)ar o encuarentenar, este último parece que más frecuente en México.
Y sin cuarentenear es pasar el confinamiento, el recluir a alguien dentro de unos límites. Y aquí conviene recordar, como hace la Fundéu, que el anglicismo lockdown, hace también alusión a lo mismo, aunque sin embargo siempre recurrir a la alternativa en español evitando titulares como alguno visto en prensa que decía: "Ciudadanos salen a las calles a pesar del lockdown".
Desescalar el pico de la curva ya aplanado
Del confinamiento empezamos a salir cuando llega la desescalada. En un principio la RAE lo consideró como una traducción del inglés "to escalate" (aumentar) y recomendó cambiarlo por términos como reducir, disminuir o rebajar, sin embargo terminó dando por válida la palabra cuando en su cuenta de Twitter y con la etiqueta #DudasRAE aclara que si bien en un principio recomendó otros términos en lugar de desescalar, "el uso de 'desescalada' para aludir a la eliminación progresiva de las medidas de confinamiento establecidas para combatir la actual pandemia es válido "por tratarse de un "derivado opuesto de 'escalada'".
Pero antes de la desecalada tuvimos la escalada y en aquellas semanas no paramos oír hablar del "pico de la curva" y nos preguntábamos como una curva (U) podía tener un pico (W). En este caso fue la Fundéu quien nos sacó de dudas al explicar que en el Diccionario académico, curva no solo significa ‘línea curvada’, acepción esta en la que, en efecto, no parecería lógico hablar de picos. Pero curva es también la ‘línea que representa gráficamente la magnitud de un fenómeno según los valores que va tomando una de sus variables’ y, en este sentido, sí que es posible hablar de picos para referirse al punto más alto de una gráfica.
Costó mucho aplanar ese pico de la curva, un término que el diccionario define como "poner llana una cosa, especialmente una superficie ese pico" y que, en consecuencia, aunque a muchos les sonase extraño su uso, estaba perfectamente utilizado en el contexto de la gráfica que reflejaba la evolución de la pandemia.
Distanciamiento, EPI y PCR para la nueva normalidad
Pero aplanar la curvo costó un gran esfuerzo durante el que escuchamos expresiones como distanciamiento social, EPI o PCR. Vuelve a ser la Fundéu quien soluciona nuestras dudas a este respecto cuando explica que la expresión "distanciamiento físico" hace referencia a la mayor o menor lejanía entre las personas y puede medirse en metros, mientras que "distanciamiento social" alude al grado de aislamiento de una persona o un colectivo en el seno de su sociedad. Todos hemos leído titulares como "Será obligatorio el distanciamiento social de dos metros" o "Un estudio aconseja aumentar el distanciamiento social al hacer deporte" y la Fundéu advierte que tanto distanciamiento físico como social son expresiones válidas y a menudo pueden estar relacionadas, por ejemplo si la falta de contacto, el espacio mínimo que ha de guardarse o la recomendación de permanecer confinados o teletrabajar (distanciamiento físico) provoquen aislamiento social. En este sentido la Fundación nos recuerda que puede aducirse que el hecho de trasladar las relaciones sociales de un plano físico a uno virtual constituye al mismo tiempo un distanciamiento físico y social.
Acabamos de mencionar el término "teletrabar" que antes no era muy utilizado pero hoy también está en boca de todos. En este caso no hay ninguna duda, la RAE define el teletrabajo como el "trabajo que se realiza desde un lugar fuera de la empresa como utilizando las redes de telecomunicación para cumplir con las cargas laborales asignadas", y explica que el teletrabajador o teletrabajadora es la persona que realiza su labor en régimen de teletrabajo con lo que el vocablo teletrabajar es correcto siempre y cuando, nos recuerda la Fundéu, términos como teletrabajo, teletrabajar o teletrabajador se escriban en minúscula, en una palabra, sin espacio ni guion intermedios.
Como dijimos aplanar la curva supuso un gran esfuerzo, sobre todo para el personal sanitario que necesitaba trabajar con un equipos de protección individual (EPI) y en demasiadas ocasiones carecía de él. La Fundéu nos aclaró que, a pesar de verlo muchas veces escrito, al referirse a estos equipos, como EPIs, lo adecuado es que a la sigla no se le añada una s para formar el plural. Debe hablarse de los EPI, muchos EPI… y no los EPIS o muchos EPIs. En el mismo sentido, la RAE explica que en español, las siglas son invariables en la lengua escrita, es decir, no modifican su forma cuando designan más de un referente. El plural se manifiesta en las palabras que las introducen o que las modifican como en 'varias ONG europeas', 'unos DVD', 'los PC'.
Una norma esta que también es aplicable a las PCR, siglas en inglés de 'Reacción en Cadena de la Polimerasa', una prueba de diagnóstico que permite detectar un fragmento del material genético de un patógeno. La duda aquí vuelve a estar sobre el género porque se habla indistintamente de prueba PCR y test PCR, desde donde se salta a a hablar de la PCR y el PCR, omitiendo los sustantivos prueba y test. Con ese significado, pues, pueden considerarse válidos tanto los usos en masculino como en femenino. Se trata de un fenómeno similar al que se aprecia en USB, que se desarrolla como universal serial bus (bus universal en serie) y que ha dado lugar tanto a el (puerto) USB como a la (memoria) USB.
Y todo ello porque ansiamos alcanzar por fin la "nueva normalidad". Una expresión sobre la que el director general de la Fundéu, Javier Lascuraín nos explica que "para algunos es una expresión contradictoria en sí misma y para otros un invento salido de las maléficas cocinas de la neolengua para enmascarar la realidad. Lo cierto es que, al margen de que guste más o menos -eso siempre será una cuestión opinable- o de que se ajuste mejor o peor a la situación que estamos viviendo (más bien a la que nos dirigimos en las próximas semanas), esa combinación de palabras que forman la expresión nueva normalidad no tiene nada de malo desde el punto de vista de la lengua". Nada de malo ni tampoco nada de nuevo porque como el propio Lascuraín nos recuerda "si uno repasa los corpus académicos, encontrará que la secuencia nueva normalidad ya aparece en textos en español desde hace décadas. Por ejemplo, en los años setenta para aludir a la nueva normalidad democrática que empezaba a vivirse en España («Ha habido momentos difíciles, pero lo importante es la nueva normalidad democrática a la que hay que irse acostumbrando», le decía Federico Mayor Zaragoza a El País en 1977)".