Cruza el Pacífico a los 83 años en solitario

Un hombre solo en mitad del mar puede resultar una imagen aterradora. Pero, para Kenichi Horie, es sinónimo de placer y felicidad. El navegante japonés, a sus 83 años, ha recorrido en un pequeño barco los 8.500 km que separan las costas de San Francisco (Estados Unidos) del estrecho de Kii (Japón), convirtiéndose así en la persona más longeva que ha logrado cruzar el océano Pacífico en solitario. 

Del mar a la gran pantalla

"No dejes que tus sueños se queden solo como sueños. Ten una meta y trabaja para lograrlo y te espera una vida hermosa", decía Kenichi Horie cuando pasaba las noches en medio del océano más grande del planeta. Había zarpado desde San Francisco en un velero de 6 metros con la intención de llegar a las costas de Japón y superarse a sí mismo en una hazaña que ya había logrado cuando tenía 23 años, pero en dirección inversa. 

Aquel primer viaje resultó en un bestseller que incluso fue llevado al cine, presentado en el festival de Cannes y nominado a un Globo de Oro. ¿Era posible llegar más lejos? Horie, un aventurero incansable, se he ha seguido retando para desmotrar que sí. Esta vez, no solo ha repetido el viaje, sino que ha reducido el tiempo que tardó en realizarlo a dos meses. 

De prisión a recibir la llave de la ciudad

Kenichi Horie ha dado la vuelta al mundo en tres ocasiones, una de ellas sin escalas. Ha probado gran variedad de barcos: el yate más pequeño del mundo, un barco propulsado por energía solar e incluso un bote de pedales. 

Cuando cruzó por primera vez el Pacífico, utilizó un velero muy rudimentario, bautizado Mermaid, que actualmente se expone en el Museo Marítimo de San Francisco. Como apunte curioso, la primera vez que pisó tierra estadounidense, sin papeles, dinero ni pertenencias, fue arrestado por la policía, pero cuando se descubrió su proeza, acabó recibiendo la llave de la ciudad de manos del alcalde de San Francisco. 

Llegada celebrada

Este último viaje lo ha hecho a borde del Suntory Mermaid III, un barco no muy diferente al de aquel entonces: sin motor, sin radar ni GPS, el aventurero japonés se orientaba con cartas náuticas y una aplicación móvil. Ni siquiera el botiquín guardaba gran cosa: solo necesitó gotas para los ojos y tiritas en los dos meses que se encontró solo en el Océano.  

Su llegada a puerto fue celebrada por fans y curiosos que aguardaban en la costa japonesa. Kenichi Horie declaraba que, pese a su edad, él se siente todavía joven, y ya está pensando en su próximo viaje, pues todavía le quedan más aventuras por delante.