Entre los meses de mayo y junio, las gaviotas realizan el proceso de nidificación y uno de sus lugares preferidos son los techos de las sepulturas. Esta situación ha llegado a ser alarmante en los cementerios barceloneses de Montjuïc y Poblenou, donde los visitantes que acuden a mostrar sus respetos a los difuntos se encuentran con un escenario digno de una película de Hitchcock. Las aves se sienten amenazadas y, para proteger a sus crías, intentan intimidar a los humanos con su vuelo rasante y hasta no dudan en atacar a aquellos que se acercan a sus nidos.
“Sufrí el ataque de una gaviota el pasado 16 mayo. Primero pasó rozándome. Luego me sobrevoló. Me golpeó dos veces. Defecó en mi cabeza”, contó en una carta una lectora de El Periódico.
Tal es la problemática que las autoridades se han visto obligadas a recomendar a los ciudadanos que acudan con paraguas a los cementerios anteriormente mencionados.
En el año 2020, el Ayuntamiento de Barcelona registró 175 incidencias provocadas por ataques de las gaviotas y un 91% de las mismas tuvieron lugar durante el periodo de nidificación.
Por suerte, esta defensa de las aves cesará en unas semanas, cuando los polluelos se encuentren a salvo.
La gaviota patiamarilla, ¿una plaga en la ciudad condal?
La gaviota patiamarilla es una de las aves marinas que más abundan en el Mediterráneo. En concreto, en la capital condal se asentaron hace 40 años. Esta especie tiene las patas y el pico amarillo y se caracteriza por su agresividad y territoriedad, llegando a desplazar a otras gaviotas de la zona, como la de Audouin, de pico rojo, patas negras y plumaje gris plateado con alas negras manchadas de blanco.
Joan Navarro, investigador del Instituto de Ciencias del Mar, ha detallado a El País que esta gaviota “es una especie que no es migratoria y no solía asentarse en las ciudades, hasta que se detectó en 1978 el primer nido en Barcelona. Solía pescar en el mar pero es un animal oportunista que ha aprendido a comer en los vertederos. Su alimentación se basa ahora en la caza de palomas y cotorras argentinas”.
Este tipo de ave también es conocida por su impopularidad entre los humanos, ya que ataca con picotazos a quienes se aproximan a sus nidos. Con respecto a la situación que viven los barceloneses, El Periódico destaca que desde hace 10 años, en los meses de mayo y junio, llegan cartas a la redacción de ciudadanos que narran incidentes con las ‘Larus michahellis’.
De hecho, hace un mes, otro lector de este diario relató qué ocurrió cuando llegó al pateón familiar acompañado de su familia: “Desde lo alto de las cruces de los mausoleos, un grupo de gaviotas nos miraba de forma inquietante y nos amenazaban con graznidos”. El desenlace fue un picotazo en la cabeza que provocó una herida sangrante.
Se calcula que en total hay alrededor de 1.000 patiamarillas en Barcelona. Como ya hemos comentado previamente, uno de los platos preferidos de estas aves son las palomas y eso se suma a la descomunal sobrepoblación que existe en la metrópoli catalana de este animal con fama insalubre y tan habitual en los entornos urbanos ( el último censo de 2018 estima que hay un total de 100.000 palomas). Por esto no es de extrañar que algún ciudadano haya presenciado a una gaviota dándose el festín en plena calle.
Marta Vicente Carmona es Graduada en Periodismo por la Universidad Rey Juan Carlos y Máster de Marketing Digital y en Edición y Postproducción Digital. Es redactora especializada en temas de sociedad y salud y tiene experiencia como Community Manager.