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En 2019 el Museo del Prado cumplió su segundo centenario, un largo espacio de tiempo en los que la pinacoteca ha experimentado los mismos cambios que la sociedad española y ha aumentando sus fondos cada año hasta convertirse en una cita ineludible para los amantes del arte.
Si exceptuamos las exposiciones temporales, a las que va mucha gente para interesarse por un movimiento en concreto o por un artista en particular, la visita más habitual al Prado pasa por recorrerlo de arriba a abajo deteniéndose en las obras más importantes, famosas o favoritas de cada uno.
De hecho, hay ocasiones en las que, ante tanto arte, no sabemos muy bien qué ver, más allá de otorgarle una mayor atención a nuestros pintores favoritos, como Velázquez o Goya, del que hay numerosos cuadros expuestos. Para acertar plenamente en la visita, el propio Museo del Prado ha publicado una lista de 16 cuadros claves que componen su colección, la cual ha sido realizada por Óscar Muinelo basándose en “su riqueza de detalles, su pluralidad de géneros, su representatividad de estilos, su excelencia y su vocación inclusiva”.
‘La Anunciación’
En esta obra, Fra Angélico, cuyo nombre real era Guido di Piero, se centra en la expulsión de Adán y Eva del paraíso y especialmente en la salvación de hombre a través de la Anunciación de María. La Anunciación fue pintado en los años 1425 y 1426 utilizando témpera sobre tabla de madera de chopo.
Imágenes del Museo del Prado‘La Virgen con el Niño’
También llamada la Madonna Durán, esta obra fue pintada por Rogier van der Weyden (su nombre de nacimiento era Roger de le Pasture) entre 1435 y 1438 empleando óleo sobre tabla. En La Virgen con el Niño, el autor consiguió un gran éxito en algunos países europeos, donde se admiró su maestría. Y es que, tal y como explica el propio museo, “consiguió, aparentemente sin gran esfuerzo, una composición tan bella, con sus sutiles referencias a la Pasión de Cristo”.
‘Autorretrato’
En este óleo sobre tabla Alberto Durero lleva a cabo uno de sus habituales autorretratos (el más famoso de todos), vistiendo en tonos claros y “presumiendo” de sus mejores ropajes. Lo pintó en el año 1498 y muestra claramente su “intención de elevarse de artesano a artista y situar la pintura entre las artes liberales”.
‘Tríptico del Jardín de las delicias’
Sin duda esta obra del Bosco es uno de los cuadros más famosos y visitados de todo el museo. Pintado por Jheronimus van Aken en la década que va de 1490 a 1500, destaca por su complejidad (poco habitual en la época) y por los enigmas que esconde.Y es que El Jardín de las delicias muestra el destino del ser humano, desde la creación hasta el fin de los días.
‘El Cardenal’
No podía faltar una obra de Rafael en esta selección por la importancia del artista nacido en Urbino. El cuadro elegido es El Cardenal, pintado entre 1510 y 1511 en óleo sobre tabla. “Independientemente de la calidad de su ejecución, lo que más llama la atención de este retrato es la extraordinaria perspicacia icástica de Rafael, capaz de fijar la imagen definitiva y universal de un cardenal del Renacimiento, sin renunciar por ello a representar la singularidad de este individuo”, explica Óscar Muinelo.
‘El paso de la laguna Estigia’
Esta espectacular pintura creada por Joachim Patinir entre 1520 y 1524 nos ofrece una fantástica perspectiva en la que el autor utiliza planos paralelos escalonados. El protagonista de la misma es el barquero Caronte navegando con un alma en una de las tres zona que componen el cuadro.
‘Carlos V en la Batalla de Mühlberg’
En este óleo sobre lienzo de 1548, Tiziano se encarga de conmemorar la victoria del emperador Carlos I de España y V de Alemania en la batalla de Mühlberg el 24 de abril de un año antes. En ella se presenta al monarca como heredero de la tradición romana y por ello porta la lanza de Longinos.
‘Isabel de Valois sosteniendo un retrato de Felipe II’
Esta obra pertenece a la pintora Sofonisba Anguissola, que rompió con la tradición de que los principales artistas eran hombres. En ella, creada entre 1561 y 1565 realiza un retrato de cuerpo entero de Isabel de Valois (1546-1568), tercera esposa de Felipe II (1527-1598).
‘El caballero de la mano en el pecho’
Una de las pinturas más importantes del Greco es este retrato realizado hacia el año 1580 en el que Doménikos Theotokópoulos muestra su maestría con las composiciones y las luces. La pieza forma parte de un conjunto de seis retratos que el autor realizó de caballeros para el Duque del Arco. Cabe señalar que es uno de los primeros que llevó a cabo en nuestro país.
'Florero'
De principios del siglo XVII es este óleo sobre tabla en el que Brueghel lograba un gran realismo en la pintura de naturaleza muerta. Y es que en estos arreglos florales llega a incorporar insectos e incluso una rana.
‘Lucha de San Jorge y el Dragón’
Pedro Pablo Rubens pinta con la maestría que le caracterizaba la leyenda de San Jorge y el Dragón. Este óleo sobre lienzo lo realizó entre 1606 y 1608 y recogía la historia que había popularizado el escritor Jacopo della Voragine en su Leyenda Dorada.
‘Judit en el banquete de Holofernes’
Rembrandt es el autor de esta obra de 1634 realizada en óleo sobre lienzo, aunque en un principio se dudaba de su autoría. Tal y como el propio museo explica: “Esta escena forma parte de un pequeño grupo de alegorías personificadas por la figura de mujeres heroicas, es decir, diosas o heroínas de la Antigüedad y del Antiguo Testamento que Rembrandt pintó entre 1633-1635".
'El sueño de Jacob'
En 1639 José de Ribera da buena muestra de su capacidad metafórica al mostrarnos a Jacob durmiendo tral y como apunta el Génesis. Tras él podemos ver un árbol y una escala de luz que estaría destinada a la conexión con Dios.
'Las meninas'
En este repaso por los cuadros más importantes del Museo del Prado no puede faltar la obra cumbre de Velázquez, que pintó Las Meninas en el año 1656. Es una de sus pinturas más grandes y cuenta con una composición que ha sido muy estudiada a lo largo de los siglos. Sin duda una de las obras más relevantes de todos los tiempos que da buena cuenta de la genialidad del sevillano.
‘El Buen Pastor’
Murillo pintó esta obra en torno al año 1660, dejando patente su capacidad para ilustrar temas infantiles y costumbristas. “Se trata de un tipo de imágenes de gran éxito entre la sociedad sevillana de la época, y cuya eficacia devocional se ha mantenido intacta a través de los siglos”, explica Óscar Muinelo.
‘El 3 de mayo en Madrid’
La última parada del recorrido nos lleva al año 1814, cuando Francisco de Goya rememoraba lo sucedido en Madrid después del levantamiento del 2 de mayo de 1808. El maestro de Fuendetodos consiguió una de sus mejores obras mostrando el sufrimiento descarnado de aquellos que iban a morir ejecutados por el ejército francés después de la revuelta que daría inicio a la Guerra de la Independencia.