El famoso compositor Percy Grainger no dudó en afirmar rotundo en más de una ocasión: "Los más grandes compositores que han vivido son Bach, Delius y Duke Ellington. Desafortunadamente Bach está muerto y Delius está muy enfermo, pero debemos estar muy felices de tener con nosotros al Duque". Unánimemente considerado como uno de los músicos y compositores más influyentes de la historia del Jazz, Edward Kennedy Ellington, universalmente conocido como Duke Ellington, nació en Washington D.C., el 29 de abril de 1899.
Su padre era mayordomo de la Casa Blanca y su madre procedía de una familia acomodada, de forma que el crecer en un ambiente confortable y próspero le llevó a estudiar piano desde los siete años y más tarde, pero aún adolescente, el joven Edward comenzó a componer. Fue precisamente la educación que le dieron sus padres y su refinada elegancia en el vestir lo que le valió, desde su adolescencia, el apodo que le acompañaría durante toda su vida, Duke (Duque), porque siempre iba bien vestido y acudía a las mejores fiestas. En cierta ocasión, el Duque declaró que aquel apodo lo inventó un amigo de juventud "para resaltar mi compañía y amistad".
A los 19 años Ellington decide dejar sus estudios de diseño para contraer matrimonio novia de toda la vida a la que había conocido en el colegio, que un año después daría a luz a su único hijo Mercer Kennedy Ellington. Pero no fue esa la única decisión que el artista tomó con 19 años, también decidió dedicarse por completo a la música, una música influenciada por el estilo más popular de principios del pasado siglo XX, el ragtime. Con su característico sentido del humor, cuando se le preguntaba por esto al Duque solía contestar: "¡Cuidado con eso del ragtime, que puede parecer que nos remontamos a tiempos antediluvianos!".
The Washingtonians en Hollywood Club y Cotton Club
En 1923 el pianista se traslada a Nueva York con su quinteto, The Washingtonians, que anteriormente había sido The Duke's erenaders, y rápidamente se convirtieron en la banda titular del Hollywood Club de Times Square y grabaron sus primeros discos con distintos pseudónimos para poder trabajar con diferentes compañías a la vez.
En sus comienzos los Washingtonians se gestaron en torno al grupo de amigos de Ellington, uno de ellos, el batería Sonny Greer, recuerda los tiempos del Hollywood Club donde además de la orquesta había actuaciones de cómicos y bailarinas: "Comenzábamos a trabajar a las once de la noche y nadie sabía cuál era la hora de cierre. Generalmente no terminábamos hasta las siete o las ocho de la mañana. Se mezclaba allí toda clase de gente: del espectáculo, del mundo social, debutantes, músicos… y todos lo pasábamos muy, muy bien.
Pero cuando la fama de Ellington comenzó a tomar proporciones inmensas fue a partir de su debut, el año 1927, en el mítico Cotton Club de Harlem, propiedad del conocido ganster Owney Madden, donde trabajó durante cuatro años. Al quinteto original que debutó en el club neoyorkino se le fueron sumando paulatinamente otros grandes músicos como el clarinetista, Sidney Bechet o el saxo barítono, Harry Carney, hasta formar una big band de doce miembros que, bajo la batuta de Ellington, interpretaba desde las composiciones, hoy clásicos, de aquella época del propio pianista, como Mood Indigo o Sophisticated lady, hasta música de George Gershwin para el musical Show Girl, en Broadway.
En el Cotton Club, el más célebre de los locales de la época, la clientela era exclusivamente blanca a pesar de encontrarse en el mismo corazón de Harlem. Allí, además de tocar, la orquesta tenía que acompañar los espectáculos con cantantes y bailarines y sus espectáculos en los que aparecían exóticas representaciones de la jungla africana y escenas eróticas. Los años del Cotton Club fueron decisivos para la fijación del lenguaje musical de los efectos con sordina rubber, o, como se conocía en el mundillo el desatascador, que aportaba el trompetista Bubber Miley, pionero en el uso de este elemento como lo fue también de la sordina wah-wah. Todos estos recursos de Miley fueron incorporados y aprovechados por Ellington y de hecho, aquí surgió el famoso Jungle Style del Duque. Pero quizás lo más importante que le sucedió a la orquesta de Ellington durante su estancia en el Cotton Club fue que al poco de haberse incorporado al club sus actuaciones comenzaron a retransmitirse en directo por la radio para todo el país, lo que aumentó su popularidad hasta cotas impensables.
Del Jungle al Carnegie Hall y al Festival de Newport
El 23 de enero de 1943 fue otra fecha histórica en la carrera de Duke Ellington que presentó, nada menos que en el Carnegie Hall de Nueva York, su suite Black, Brown and Beige. Por primera vez en la historia una orquesta íntegramente negra daba un concierto en la sala de música clásica más famosa y prestigiosa de Estados Unidos. La obra de Duke es una larga pieza de casi una hora de duración. Se trata de la obra más ambiciosa de Ellington y con ella buscaba contar la historia del pueblo afroamericano desde su origen hasta aquel momento.
Tras haber popularizado durante casi dos décadas su particular estilo jungle (jungla), en la primera mitad de la década de los cuarenta, ya en plena madurez artística, Duke Ellington da un giro a su manera de componer con temas mucho más formales al estilo de Frankie and Johnnie o Deep South Suite. De hecho, el 23 de enero de 1943 fue otra fecha histórica en la carrera de Duke Ellington que presentó, nada menos que en el Carnegie Hall de Nueva York su suite Black, Brown and Beige. Por primera vez en la historia una orquesta íntegramente negra daba un concierto en la sala de música clásica más famosa y prestigiosa de Estados Unidos. La obra de Duke es una larga pieza de casi una hora de duración. Se trata de la obra más ambiciosa de Ellington y con ella buscaba contar la historia del pueblo afroamericano desde su origen hasta aquel momento.
Eran aquellos años posteriores al final de la segunda Guerra Mundial, tiempos en los que la época dorada de las orquestas de swing comenzaba a languidecer y el público se fijaba más en los solistas que en el conjunto como consecuencia de la revolución que para el jazz supuso la llegada del be bop. Sin embargo, Ellington siguió fiel a sus grandes formaciones, y si los contratos escaseaban, el mantenía unida su orquesta pagando a sus músicos con los ingresos que obtenía por derechos de autor. Eso sí, el Duque reaccionó ante los nuevos gustos musicales introduciendo en sus actuaciones numerosos solos de los virtuosos músicos que le acompañaban como el trombonista Quenti Jackson, los trompetistas Cootie Williams, Cat Anderson o Clark Terry, los clarinetistas Barney Bigard o Russell Procope, o los saxofonistas Johnny Hodges, Ben Webster, Paul Gonsalves, Sonny Sttit o Jimmy Hamilton.
A mediados de los cincuenta, la música de Duke volvió a cobrar especial protagonismo dentro del panorama jazzístico gracias, en buena medida, a sus composiciones para las bandas sonoras de películas como Anatomía de un asesinato o Un día volveré, pero sobre todo, a su histórica participación en el Festival de Jazz de Newport del año 1956, cuando interpretó unidos dos viejos temas de los años treinta, Diminuendo in Blue y Crescendo in blue, apenas separados por un tan impresionante como irrepetible sólo de saxo del gran Paul Gonsalves. Una actuación que devolvió a Ellington las increíbles cotas de popularidad alcanzadas durante la era del swing.
En los años sesenta la música de Ellington se vuelve mucho más espiritual y casi litúrgica con temas como In the beggining of God, que presentó en publico el año 1965 en la catedral de San Francisco. Al mismo tiempo, Duke también sacó tiempo para realizar numerosas grabaciones junto a los, entonces, jóvenes músicos que, como John Coltrane, Max Roach o Charlie Mingus, estaban explorando nuevos caminos dentro del jazz y muy pronto iban a convertirse ellos mismos en leyendas vivas dentro de la historia del jazz.
"Darle las gracias por haber existido"
Los últimos años de su vida fueron una constante sucesión de premios y reconocimientos como los títulos de Doctor Honoris Causa en Harward y Yale, la Medalla de Honor de la Presidencia, o su incorporación al Instituto Nacional de las Artes y las Letras de Estados Unidos y a la Real Academia de la Música de Estocolmo. Además, a los 66 años estuvo nominado para recibir el Premio Pulitzer, y cuando su candidatura no fue admitida simplemente respondió, con su tradicional humor: "El destino es amable conmigo y no quiere que yo sea famoso demasiado joven".
De Ellington se dice que llegó a componer más de 2.000 temas a lo largo de su vida, si bien, como solía hacerlo en servilletas o trozos de papel que encontraba en cualquier parte, a quien sostiene que el número real de sus composiciones podría alcanzar las 5.000. Ellington se mantuvo al frente de su orquesta hasta su muerte, víctima de un cáncer de pulmón, el 24 de mayo de 1974, y tras su desaparición fue su hijo, Mercer Ellington, quien tomó la antorcha del relevo de su irrepetible padre, uno de los más grandes creadores de la historia del siglo XX.
"La gente no se jubila, son jubilados por otros", solía comentar .Sus últimas actuaciones las realizó literalmente al límite de sus fuerzas. Duke Ellington cumplió los 75 años en la misma cama de hospital en la que fallecería apenas tres semanas después. Trabajó casi compulsivamente hasta su último aliento. Cuando murió las muestras de dolor y respecto fueron casi infinitas pero quizás una de las más sentidas fue la de otro ilustre genio del Jazz, el trompetista Miles Davis que declaró: "Todos los músicos, alguna vez, deberían reunirse para ponerse de rodillas y darle las gracias por haber existido".