La actriz Blanca Marsillach (1966, Barcelona) hace años que compagina su carrera sobre grandes escenarios con obras como Una noche con los clásicos, con la producción de proyectos de teatro social dirigidos a colectivos vulnerables. En esta ocasión, la hija de Adolfo Marsillach y Teresa del Río, acaba de estrenar en el Teatro Bellas Artes de Madrid (@TeatroBellasArt) la gira nacional de Las cosas fáciles.Una obra escrita y dirigida por Alberto Velasco, protagonizada por Cristina Izquierdo y Sila Sicilia, que pretende fomentar la inclusión financiera y digital de las personas mayores a través de la cultura y que cuenta con el apadrinamiento de otros rostros conocidos como el deportista Fernando Romay o el actor Antonio Resines, que han participado en su estreno.
La comedia que produce Marsillach (@BMarsillach) pretende, a través de la historia de una mujer y su nieta que se enfrentan a diversos trámites online, "dar visibilidad a la brecha digital y financiera de los mayores en nuestro país y potenciar su formación. El objetivo, "garantizar la independencia y autonomía en la gestión de las finanzas personales de los mayores, así como también tomar conciencia sobre los riesgos existentes en materia de ciberseguridad y saber afrontarlos con confianza", explica a 6YMÁS la actriz que comenzó su carreta con la interpretación de la mítica Matahari. A sus 57 años sigue repleta de proyectos, pero reflexiona sobre los límites a partir de una edad, sobre todo para las actrices mujeres.
Fuente: Varela Producciones. Compañía de Teatro Blanca Marsillach
PREGUNTA.– Después de una carrera como actriz en España y EEUU, decidiste en 2003 abrir el abanico a la producción y crear tu propia compañía de teatro, que ahora nos trae Las cosas fáciles. ¿Cómo surgió la idea de esta obra de teatro?
RESPUESTA.– La brecha digital es importantísima para los mayores. Esta idea surge ante la necesidad de ayudar a los mayores a que no se sientan solos y a poderles hacer la vida más fácil, que sean independientes a la hora de gestionar su economía y que no tengan miedo ante las nuevas tecnologías. Todo ello a través de un proyecto común de nuestra compañía y la asociación CECA, a través del programa FUNCAS Educa.
P.– La obra se centra en la historia de una mujer y su nieta que se enfrentan a un mundo burocrático complejo tras el fallecimiento de un familiar. ¿Qué crees que se está haciendo mal con la inclusión financiera de los mayores? ¿Por qué crees que tienen miedo los mayores a enfrentarse a las trámites online?
R.– Más que en el miedo a las tecnologías, lo que hay que hacer es enfocarse en las soluciones y dotar a los mayores de herramientas. En la obra, y en los talleres paralelos de este proyecto, se ve muy bien cómo si se explican bien y con paciencia, los pasos para hacer un bizum o una transferencia, todo el mundo pueden hacerlos, no son tan difíciles. La brecha digital está ahí, pero con un poco de foco, cariño y formación, se puede conseguir una mayor inclusión.
P.– En este sentido, la obra que se ha estrenado este 26 de octubre en Madrid, ¿es para un público general o específicamente para mayores?
R.– No es una obra comercial, sino social y específicamente destinada a personas mayores. Cualquier persona puede ir a las funciones que vamos a hacer en 18 ciudades en toda España durante estas semanas, claro, pero su fin está centrado en ayudar a los mayores en la brecha digital y que estén cómodos con los trámites tecnológicos en su día a día.
"Hay que dotar a los mayores de herramientas para que estén cómodos con los trámites online en su día a día"
P.– Ha dicho en alguna ocasión que su padre se comprometió políticamente a través del teatro y usted lo hace con los colectivos vulnerables, en este caso con los mayores ¿Qué le llevó al teatro social?
R.– Pues la necesidad de contribución, de ayudar a los demás. El teatro tiene tanta fuerza como herramienta para para poder atacar los problemas sociales... Nosotros hacemos cosas con mujeres maltratadas, violencia de género, exclusión social y ahora con los mayores. Nuestras obras van seguidas de un taller en el que damos a estos colectivos las claves para encontrar soluciones. En este sentido, creo en el teatro como vía para combatir la brecha digital de los mayores.
P.– No es la primera vez que trabajas con el colectivo de personas mayores en el teatro. Ya lo hiciste con Entre versos y Marsillach, una obra social que también producías en la que los actores eran mayores. ¿Crees que se tiene suficientemente en cuenta a este colectivo en nuestra sociedad?
R.– Creo que se les podría tener más en cuenta. Y por eso no la necesidad de obras como Las cosa fáciles que además sirve para cualificar a los mayores. Previamente también trabajamos con este colectivo, pero en aquella ocasión fue a través de la poesía, no de la brecha digital y fue muy interesante.
P.– Ya pasando a una faceta más personal, han pasado más de dos décadas desde que a tu padre Adolfo Marsillach, nos dejó. ¿Qué ha significado la figura de tu padre en tu vida y en tu trabajo?
R.– Bueno, yo intento mantener su legado lo mejor posible...
P.– Sin embargo, has denunciado en alguna ocasión, que no se ha valorado lo suficiente su legado ¿Vivimos en una sociedad que rechaza el conocimiento y la experiencia de los que nos preceden?
R.– Sí, sobre todo en España, porque si naces en Inglaterra o en Francia, no ocurre tanto. Aquí tenemos una memoria un poco frágil. Yo he podido aprender de las anteriores generaciones, de mi madre, de compañeros de profesión más mayores que el teatro es una cosa muy seria y hay que tratarlo como si fuera un templo. Es mágico, un instrumento maravilloso para llegar al alma de la gente y como decía mi padre, "no soy tan ingenuo como para pensar que el teatro puede cambiar la sociedad, pero estoy seguro de que puede ayudar a despertarla".
"El teatro es un instrumento maravilloso para llegar al alma de la gente"
P.– Y mirando al futuro ¿tienes algún otro proyecto en los escenarios?
R.– Sí, estoy preparando una obra para el año que viene que se titula Como ser mujer y no morir en el intento. Una comedia sobre una mujer de unos 50 años que descubre que la cosmética puede mejorar su estado anímico, tanto por fuera como por dentro.
P.– Entiendo entonces que trata sobre las vicisitudes de una mujer de mediana edad, una temática que no te es ajena. ¿Cómo ve Blanca Marsillach la vida a los 57 años, con más experiencia pero quizás sufriendo algún prejuicio por edad?
R.– No, prejuicios no, porque yo creo que a esas cosas no hay que hacerlas caso. Pero quizás tal como se plantea en el monólogo, antes cuando tenías 50 años podías interpretar a cualquier mujer más joven y ahora no parece que llegas a una edad – a partir de los 40-50 años– que te estancas. Siempre llegan los mismo personajes y se prioriza por las nuevas generaciones. Realmente la experiencia que da el haber trabajado durante años ya no se tiene tan en cuenta, sobre todo en el caso de las mujeres actrices.
P.– ¿Ocurre más en el caso de las mujeres que de los hombres?
R.– Absolutamente. Pasa más en el caso de las mujeres.
Sobre el autor:
Marta Jurado
Marta Jurado es periodista especializada en Sociedad, Economía, Cultura, Política y redactora en el diario digital 65Ymás desde sus inicios. Licenciada en Periodismo por la Universidad Carlos III y en Filología Inglesa por la UNED, ha trabajado en medios de tirada nacional como El Mundo y Público y las revistas Cambio16 y Energía16. Tiene además experiencia en comunicación corporativa de empresas e instituciones como BBVA o INJUVE.