Verónica Mollejo
Cultura
Conoce todos los secretos del Palacio Real de Madrid
Como el rey ahora vive en el Palacio de la Zarzuela, se utiliza para celebrar actos de Estado
A pesar de que ahora el Rey de España vive en el Palacio de la Zarzuela, el Palacio Real de Madrid ha sido durante siglos la residencia oficial del monarca. Al menos desde la transformación del Real Alcázar que antes ocupaba este solar del centro de la capital, una antigua fortaleza que fue destruida en un incendio en la Nochebuena de 1734.
El responsable de esta reforma monumental fue el emperador Carlos I, aunque su hijo Felipe II terminó por impulsar las obras con la contratación de artistas procedentes de Italia, Francia y Países Bajos. Sin embargo, las llamas consumieron por completo la edificación, convirtiéndose en la excusa perfecta para tirar el trabajo anterior por tierra y comenzar la construcción de un nuevo palacio.
De la mano del arquitecto Filippo Juvara e inspirado en los proyectos de Bernini para el Palacio del Louvre en París, el rey Fernando IV fue el encargado de concluir las obras, iniciando entonces una laboriosa decoración escultórica que marco la diferencia en la época. De hecho, el Palacio Real presenta una extensión de casi 200.000 metros cuadrados y tiene un total de 3.478 habitaciones, casi el doble que el Palacio de Buckingham o el Palacio de Versalles.
Algunos de los espacios más destacados y espectaculares son la Plaza de la Armería, donde se encuentra también la Catedral de la Almudena, los Jardines de Sabatini, la escalera principal, el Gabinete de Porcelana o el impresionante Salón del Trono. ¿Qué secretos y curiosidades guardan sus paredes?
Un palacio republicano
Aunque el último monarca que vivió en el palacio fue Alfonso XIII, durante la Segunda República el presidente Manuel Azaña adoptó el Palacio Real como su residencia particular. No obstante, en ese lapso de tiempo su nombre cambió a Palacio Nacional. Además, entre las estancias del edificio todavía se conserva una bajo el nombre Despacho de Azaña, situada muy cerca de la Real Capilla.
Leones de doble uso
A simple vista, los leones de bronce dorado que protegen el trono de los monarcas son un simple elemento decorativo que demuestra la fortaleza y el poder de ambas personalidades. Sin embargo, si te acercas y observas bien en tu próxima visita, descubrirás que sus cabezas son desmontables. ¿El motivo? También pueden utilizarse como pie de una de las mesas del palacio.
Túneles secretos
Durante las obras de remodelación de la Plaza de Oriente se descubrieron una serie de túneles que conectaban el Palacio Real con el Monasterio de la Encarnación, que se fundó en 1612 como la Casa de Austria. Su función era la de permitir a la familia real acudir a los actos religiosos que allí se celebraban sin necesidad de pisar la calle. Tal era la sofisticación de dichas galerías que incluso se especuló que el rey Felipe IV las utilizaba para sus encuentros amorosos con una novicia enclaustrada en el convento.
Un palacio a prueba de incendios
Debido al incendio que destruyó por completo el Real Alcázar, este nuevo palacio se construyó a base de piedra y ladrillo, salvo las puertas y las ventanas, evitando así la presencia de elementos de madera que pudieran avivar las llamas. Estos están limitados a las carpinterías y las estructuras de cubierta.
Financiado con el tabaco
En la época en la que el palacio comenzó a construirse, el comercio del tabaco era una de las principales fuentes de ingresos de la corona, pues los precios eran muy elevados debido al monopolio estatal que el rey Felipe V declaró en 1730. Por lo tanto, las obras fueron financiadas en gran parte por este negocio que tantos detractores cosecha en la actualidad.
La mayor colección de Stradivarius del mundo
Además de las obras pictóricas, los tapices y la colección de porcelanas, el Palacio Real guarda en su interior la mayor colección de Stradivarius del mundo. En concreto, posee el cuarteto de los Stradivarius Palatinos, el conjunto de instrumentos más importante realizado por el famoso lutier Antonio Stradivari. Está compuesto por dos violines, una viola y un violonchelo, todos ellos adquiridos por Carlos IV en 1775.
Sin embargo, lo curioso de estas piezas es que deben ser tocadas para seguir "viviendo". Por ello, se suelen prestar para conciertos o para amenizar algunos de los banquetes que acoge el palacio a lo largo del año.
El mejor momento para visitarlo
Si estás pensando en conocer o redescubrir uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad, no dudes en reservar tu visita el primer miércoles de cada mes pues, a partir de las 11:00 horas, se produce el tradicional Relevo Solemne de la Guardia Real en la puerta de la calle Bailén. Esta curiosa ceremonia escenifica el relevo tal y como se hacía en tiempos de Alfonso XII, que incluye más de 400 personas ataviadas con el uniforme de la época y alrededor de 100 caballos.
Por el contrario, si te resulta imposible escoger esta fecha, el Palacio Real está abierto al público todos los días del año, a excepción de los festivos más destacados. Además, la duración de la visita completa suele durar una hora y media, aproximadamente, y la tarifa de la entrada general cuesta 12 euros.