Hace tan solo unos días, desde 65Ymás anunciamos que la obra de 166 autores españoles (escritores, periodistas, artistas y músicos) han pasado desde el 1 de enero de este año a ser de dominio público, ya que se tratan de autores fallecidos en 1940. Entre ellos se encuentran el escritor y político Manuel Azaña; el periodista Lluís Companys, o la escritora gallega María Vinyals.
Y es que cada 1 de enero nuevos escritores, pintores, músicos y artistas de todas las áreas entran a engrosar la lista de autores en dominio público. Esto significa que sus obras artísticas podrán ser editadas, reproducidas o difundidas públicamente, sin las restricciones establecidas por los derechos de autor.
En España, las obras artísticas pasan a dominio público una vez transcurridos 70 años de la muerte de su autor, de acuerdo con la Ley de Propiedad Intelectual de 1987 pero, no obstante, para los autores fallecidos antes de dicho año, el plazo será de 80 años. Por tanto, este año entran en dominio público las obras de aquellos autores fallecidos en 1940.
Esto sin duda es un nicho de mercado importantísimo para el sector editorial que puede publicar libros, ya clásicos, que venía publicando por que los lectores los demandan, pero ahora con un mayor beneficio, incluso si baja su precio al no tener que abonar derechos de autor por tratarse de obras de dominio público. Este es el caso de dos de los más importantes autores del pasado siglo: Francis Scott Fitzgerald y Mijaíl Bulgákov.
El último magnate. Foto: Bruguera-Ediciones B
Scott Fitzgerald, mundialmente conocido como uno de los mejores autores estadounidenses del siglo XX, fue miembro de la conocida como Generación Perdida de los años veinte. A pesar de su notorio alcoholismo, cuyo origen se remontaba a la década de 1920, murió de un ataque al corazón con 44 años en 1940 por lo que sus cinco novelas A este lado del paraíso, Hermosos y malditos, El gran Gatsby, Suave es la noche y El último magnate, inconclusa y publicada póstumamente, pasan ahora a ser de dominio público.
Otra muerte prematura que se produjo en 1940 fue la del ruso Mijaíl Bulgákov que nos dejó con 48 años por un problema renal congénito. Escritor, dramaturgo y médico, su novela más reconocida es El maestro y Margarita, unánimemente considerada como una obra maestra de la literatura del pasado siglo, aunque eso no debe minusvalorar el resto de su espléndida producción con títulos como Morfina, Corazón de perro, Maleficios o La Guardia Blanca.
Pero no en todos los países existen los mismos criterios a la hora de definir el dominio público de una obra. De hecho, la mayoría de países de habla hispana exigen que hayan transcurrido 70 años tras la muerte del autor para declarar su obra de dominio público. Esto solo no sucede en México, Colombia y, como ya se dijo, en España con los autores fallecidos antes de 1987.
Pero en el mercado global que nos ha tocado vivir nada impide adquirir las ediciones argentinas, chilenas, peruanas... impresas en nuestra propia lengua que este año se hagan de autores muertos en 1950 y que por tanto exentos de pagar derechos de autor.
Este es el caso de George Orwell, el indispensable autor de obras tan geniales como Rebelión en la granja, 1984, Homenaje a Cataluña o Los días de Birmania; Edgar Rice Burroughs, el padre literario de Tarzán y John Carter; El dramaturgo irlandés George Bernard Shaw, ganador del Premio Nobel en 1925 y autor entre otras obras de César y Cleopatra, El hombre del destino, Cándida o Pigmalión, que más tarde inspirará musical My fair lady; el italiano Cesare Pavese, responsable de La playa, El camarada, El diablo sobre las colinas, Entre mujeres solas...; o el alemán Heinrich Mann, hermano de Thomas Mann y autor de títulos tan importantes como El ángel azul, El profesor Unrat, El súbdito...
