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El escritor Antonio Muñoz Molina (Úbeda, Jaén, 1956) ha concedido una entrevista a Europa Press, donde ha asegurado que "hay que tener mucho cuidado para que la memoria sea lo menos tramposa y engañosa posible", ya que ser conscientes del pasado puede influir en el presente. Sobre la memoria histórica opina que "no puede ser la celebración incondicional de lo que alguien cree que es lo suyo, su bando o su grupo político, sino un esfuerzo, a veces doloroso, por preservar el pasado".
Así lo ha aseverado el autor en la entrevista concedida con motivo de su estancia en Valencia, donde es homenajeado por la Fira del Llibre. Al certamen llega el escritor con su última obra bajo el brazo,Volver a dónde(Seix Barral), fruto de la crisis sanitaria de la Covid y del confinamiento.
En Volver a dónde, el narrador asiste desde su balcón al despertar de la ciudad a la llamada nueva normalidad, mientras revive los recuerdos de su infancia en una cultura campesina cuyos últimos supervivientes ahora están muriendo. Es también un análisis de la España actual y de su transformación irreversible durante el último siglo.
Muñoz Molina señala que "cuando las personas se hacen mayores tienden a endulzar el recuerdo de la juventud porque el pasado tiene la ventaja de que ya ha pasado, pero eso te puede llevar a juicios injustos en el presente".
Ha puesto como ejemplo el debate abierto estos días en el aniversario de los diez años del fin de la banda terrorista ETA, en el que ha considerado que "el esfuerzo de memoria tiene que ser muy preciso y justiciero" para no causar daño.
Asimismo, ha apuntado que en España hay una cierta propensión al "derrotismo", acompañada en ocasiones de "intereses políticos", que impide ver los avances. "Lo fundamental que ha sucedido en España, aparte del cambio democrático, ha sido la irrupción de la mujer en la vida pública. Yo recuerdo cómo éramos en los años setenta, no me lo han contado, lo he vivido. En ese momento las mujeres no podían viajar sin permiso del marido y eso no era la Edad Media. Además, es una situación que aún se da en otros países. Por eso, a la hora de criticar, con razón, lo que sucede ahora hay que pensar también cómo estábamos hace 40 años".
El autor aprecia igualmente "lecciones esperanzadoras" extraídas de la pandemia, aunque "parece siempre que ser amargo es más inteligente que ser afirmativo", dice entre risas.
"No sé si hemos salido mejores, eso no se mide, pero sí es cierto que la comunidad científica ha hecho un prodigio con la vacuna en un tiempo récord, que instituciones como la UE, el Gobierno y las comunidades autónomas se han organizado de manera asombrosa en un plan de vacunación extraordinario o que hemos constatado que en España hay mucho menos negacionismo antivacunas que en otros países de Europa y no digamos ya que en Estado Unidos", enumera.
Este tiempo también le ha servido para hacer hallazgos personales y colectivos: "Sobre mí he descubierto que necesito mucho menos de todo de lo que parece que se necesitaSy también que, por encima de lo egoísta y cerril que se difunde de las personas, hay en la mayoría de nosotros un instinto de fraternidad"". Ha aludido aquí a la entrega de colectivos como los sanitarios y otros trabajadores esenciales y se ha mostrado convencido de que "las personas hemos descubierto que solos no somos nada".
Acerca del papel de la literatura durante la peor fase de la Covid, ha hecho notar que esta tiene una doble vertiente, ya que, por un lado supone "confinamiento en el sentido de refugio, pero, por otro y paradójicamente, es lo contrario, una ventana abierta al mundo exterior de una manera poderosa para vivir las experiencias de otros".
Preguntado por si se ha sentido limitado a la hora de escribir por el hecho de estar encerrado, ha manifestado que "la literatura es un poco como la cocina popular y con algunos ingredientes se puede hacer un plato sencillo y sabroso". En este caso, ha apostillado, el ingrediente es la lengua "y después sacas la literatura de lo que estás viviendo, a veces subiendo una montaña a 5.000 kilómetros, a veces sentado en el balcón de tu casa mirando la esquina de siempre".
"Sed de comunidad"
Finalmente reconoce que el reencuentro con el contacto presencial y personal es "un alivio" y nota en las personas "una sed de comunidad". "Es como una fiesta civilizada", afirma.
La producción narrativa de Antonio Muñoz Molina comprende títulos como Beatus Ille (1986), El invierno en Lisboa (1987), Beltenebros (1989), El jinete polaco (1991), En ausencia de Blanca(2001), Sefarad (2001) o Tus pasos en la escalera (2019), entre muchos otros.
Ha recibido el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, el Premio Planeta, el Premio Jerusalén, el Prix Médicis Étranger y fue finalista del Premio Man Booker International con su novela Como la sombra que se va en 2018. Desde 1995 es miembro de la Real Academia Española.