Divorciado, padre de dos hijos, abuelo de cuatro y bisabuelo de uno, Fernando Aleu reside en Estados Unidos, entre Colorado y Oregon, y pasa largas temporadas en su Barcelona natal. Aleu ha hecho algo muy poco común, a sus 90 años ha publicado su primera novela, El intercambio (Roca Editorial), algo que de por sí ya tendría mérito, pero es que, además, su libro está cosechando un tremendo éxito de crítica y público como demuestra el hecho de que va ya por la tercera edición.
Portada del libro 'El Intercambio' de Fernando Aleu (Roca Editorial)
Decíamos que esto era poco común, aunque lo cierto es que nada en la vida de Fernando Aleu parece serlo. Once años después de licenciarse en Medicina por la Universidad de Barcelona, obtuvo una beca para diez años de los National Institutes of Healthde Washington y fue nombrado Profesor Asociado de Neurología en New York University. Hombre inquieto, en asociación con la prestigiosa de perfumería Puig fundó en los años sesenta una compañía comercial para distribuir en Estados Unidos los artículos fabricados en Barcelona y ha sido Presidente de la Spain-U.S. Chamber of Comerce, The Fragrance Foundation, y el Queen Sofia Spanish Institute. Además, ha sido condecorado en dos ocasiones por el Gobierno español y recibió también la Medalla de Honor de la ciudad de París de manos del Presidente Chirac y la Gold Medal del Spanish Institute de manos de la Reina Sofia.
En su primera novela, El intercambio, Aleu rememora unos hechos, de los que fue testigo, ocurridos en la Barcelona del 1943, el intercambio de prisioneros de guerra heridos, alemanes y británicos durante la segunda guerra mundial. El evento que tuvo lugar en el puerto barcelonés, es el eje sobre el que se construye un entramado cuya acción se desarrolla en Nueva York, Berlin, Munich, el transatlántico 'Normadie' y por supuesto en Barcelona.
PREGUNTA: Para empezar por el principio, ¿quién es Fernando Aleu?
RESPUESTA: Fernando Aleu es un hombre que ha vivido, y vive una vida atípica pero plena, y me atrevo a decir, feliz. Me he casado y divorciado dos veces, tengo una hija, un hijo, cuatro nietos y un biznieto. Mis dos exmujeres son mis mejores amigas, nos queremos y nos vemos con frecuencia, pero nuestras respectivas vidas discurrieron por caminos divergentes que aconsejaron remodelar nuestra relación. Soy médico, pero he hecho otras cosas en mi larga vida no relacionadas con la medicina. Tengo noventa años de los que he vivido sesenta y siete en Estados Unidos, la mayoría en Nueva York y San Francisco. Amo a España y procuro pasar tres meses en ella todos los años. Ahora vivo en Colorado en las estribaciones de las Rocosas porque he sido un amante del ski toda mi vida hasta que me pegué un tortazo el 12, del 12, del 12. que obligó a un “recambio” de cadera.
P.: Tengo entendido que durante su etapa como médico llegó a realizar la autopsia de Montgomery Clift...
R.: He conocido en diversas circunstancias a varios famosos. De ellos aprendí que el éxito y la felicidad no siempre coinciden en la misma persona. Marylin Monroe decía de Montgomery Clift: "Es la única persona que conozco más infeliz que yo”. Durante mi estancia en el servicio de patología de New York University un día veraniego de 1966, nos llego el cadáver de Clift. El mas famoso y admirado actor del momento, una de las estrellas mas rutilantes de Hollywood y el desiderátum de la belleza masculina. Le acompañaba un historial clínico que coincidía con la opinión de Marylin Monroe. El protagonista de los sueños de millones de mujeres, y hombres, era un ser patéticamente infeliz. No lo olvidarė. Algunos encuentros con estrellas famosas de mi tiempo como Elizabeth Taylor, o Lauren Bacall, confirmaron mi sentir.
P.: ¿Cómo se produce el tránsito del médico, del profesor universitario, al hombre de negocios?
R.: En la Expo Internacional de Nueva York de 1962 España deslumbró al mundo con su pabellón, y el modisto Pertegaz deslumbró a sus visitantes con el buen gusto de su moda y el lujo de sus modelos. Manolo Pertegaz, en aquellos tiempos rey de la Diagonal barcelonesa, se metió a Nueva York en el bolsillo. Otro gran éxito español en la Expo, fue el de un producto muy conocido en España: “Agua Lavanda Puig”. Enamoró con una nueva presentación que proyectaba con elegante sencillez mediterránea el frescor de sus calas y playas. La asociación de la moda con la fragancia era algo que los franceses descubrieron en 1928 con Chanel pero era algo nuevo en la España de los 60, y el mercado americano le abrió sus puertas. Se fundó una filial de Puig en Nueva York que continuó nutriéndose de la creatividad que nos llegaba de Barcelona (Agua Brava) de París (Paco Rabanne) y de Nueva York (Carolina Herrera). El proyecto (y la realidad) me atrajeron hasta el punto de progresivamente cambiar mi interés profesional. Dejé la medicina y me convertí en un hombre de negocios, lo cual cambio mi estilo de vida. Fue una metamorfosis que evolucionó plácidamente sin sobresaltos. Han transcurrido sesenta años y los Puig son mis mejores amigos.
P.: ¿Cómo surge la idea de escribir El Intercambio?
R.: La idea del El Intercambio surgió de una pregunta de mi nieta Ana. "¿Que recuerdas de tu adolescencia?", inquirió. Sin pensarlo demasiado, respondí: "Un intercambio de prisioneros de guerra heridos, entre los aliados y Alemania en el puerto de Barcelona durante la segunda guerra mundial”. Y expliqué por qué . “Parece una novela”, dijo Ana, "¿Por qué no la escribes?", añadió. Y lo hice….
P.: ¿Qué va a encontrar el lector en este libro?
R.: Va a encontrar en ella escenas de la guerra en Tobruk, del ambiente de la postguerra civil española en una Barcelona herida pero vibrante, un conjunto increíble de personajes diversos que exhiben sus amores, odios, lealtades, pasiones, sexualidad, miseria, lujo, crueldad y abnegación en un relato en el que abundan las sorpresas. Es una novela cosmopolita narrada en un estilo cinematográfico casi de screen play. Capítulos cortos, descriptivos, en los que ‘pasan cosas'.
P.: ¿Ficción, realidad, realidad novelada, novela histórica…?
R.: La novela está basada en un hecho histórico, pero no es una novela histórica intento contar lo que recuerdo.
P.: ¿Es cierto que en aquel tiempo Barcelona acogía a más de 300 miembros de la Gestapo y que los espías nazis se concentraban en el Hotel Majestic y los aliados en el Ritz?
R.: La Gestapo tenia una gran presencia en Barcelona. Su puerto continuó abierto al trafico sudamericano con los buques de la Ybarra: 'Cabo de Hornos' y 'Cabo de Buena Esperanza’. El trafico a Norteamérica continuó algún tiempo con los italianos 'Saturnia' y 'Vulcania' y la Transmediterranea ofrecía servicios a Palestina con el 'Plus Ultra'. El ambiente propiciaba la intriga, la salida de judíos que escapaban de la persecución nazi y el envió de misteriosas cajas que contenían obras de arte (robadas) de origen centroeuropeo destinadas a Montevideo y a Buenos Aires.
P.: Fragancias y música también son protagonistas de la novela...
R.: Las fragancias como elementos evocadores de recuerdos juegan un importante papel en la novela: Shalimar de Guerlain, Kölnischer Wasser de 4711, (no son de Puig). La música también impacta en el circuito emocional del cerebro y utilizo el ambiente creado por una composición de Paul Misraki (Insensiblement) para concluir el relato. Soy un animal olfativo y musical. Reacciono con intensidad a un amplio abanico melódico: desde el piano jazz de Tete Montoliu, a una sinfonía de Anton Bruckner, pasando por el ritmo actual que nos ofrece Taylor Swift. Todo es música aunque algo sea ruido.
P.: La novela ya va por la tercera edición y creo que se está preparando la traducción para el lanzamiento en Estados Unidos...
R.: A pesar de los seis meses de Covid-19 he vendido tres ediciones en libros de tapa dura. Se ofrece también en edición de bolsillo y en versión audio book. La traducción Inglesa de El intercambio lleva por titulo The Barcelona Incident y aparecerá en Estados Unidos en la primavera de 2021, si las circunstancias lo permiten.
P.: Usted se jubiló a una edad no temprana, con 77 años, pero no permitió que se jubilase su talento…
R.: El jubilarse a los 77 años no es una proeza. Todo es un asunto de biología, inquietud y estado de animo. Personalmente creo que el “parecer activo” autosugestiona y uno acaba creyéndoselo. Lo contrario también es posible que sea cierto.
P.: En España una gran mayoría piensa que padecemos de edadismo, de discriminación por razón de edad, ¿lo cree usted así?
R.: La discriminación por edad, el ‘edadismo', tiene un componente subjetivo importante. Por el momento no lo he experimentado, o quizás no me he dado cuenta... ¡Los viejos somos lentos!
P.: Tanto en Estados Unidos como en España, el impacto de la pandemia está siendo terrible. ¿Piensa que después de las experiencias vividas aprenderemos la lección o volveremos a tropezar en las mismas piedras?
R.: Me temo que la pandemia no acabe enseñándonos mucho. A los humanos nos encanta tropezar dos veces, o más, con la misma piedra.
P.: ¿Cuales son sus proyectos más inminentes?
R.: Hablar de proyecto vital en mi momento, es de un optimismo desenfrenado, pero gustosamente caigo en la trampa. Los humanos han sido muy generosos conmigo, cada día procuro agradecérselo y no olvidarlo.