Carlos Zapatero
Cultura
La atribulada vida de Frank Lloyd Wright, el arquitecto de la Naturaleza
Cuando se cumplen 60 años de su muerte, su obra sigue estando muy vigente
Considerado uno de los más famosos arquitectos a nivel mundial. Repasamos la carrera de Frank Lloyd Wright, con motivo del 60 aniversario de su muerte el 9 de abril de 1959. El que es considerado el arquitecto definitivo, amante de la Naturaleza –con N mayúscula, como él mismo se refería a ella– y de cómo se podía fusionar con la arquitectura, manifestó en más de una ocasión su deseo por reconstruir desde cero Estados Unidos a través de su visión arquitectónica.
Un viaje por Europa
En 1909, cansado del rumbo que estaba tomando su vida, el arquitecto decide dar un giro de 180º. Abandona a su mujer y a sus seis hijos en la casa que tenían en Oak Pak, al norte de Illinois. Y acto seguido, emprende una nueva vida por Europa con un amor furtivo que había mantenido clandestino durante años, su clienta Mamah Borthwick.
Este amor significaría el punto de inflexión tanto a nivel personal como profesional del artista. El propio arquitecto construyó la casa en la que habitaron los dos, bautizada como Tailiesin. En ella vivieron hasta que en el año 1914 una de las empleadas que se encargaba del cuidado del hogar decide provocar un incendio que acabaría con la vida de su mujer y de dos de sus hijos, además de destruir su vivienda.
El 'Imperial Hotel de Tokyo'
Desolado por la muerte y refugiado con el trabajo, Frank Lloyd Wright encuentra en la cultura japonesa el lugar perfecto al que mudarse y comenzar a implantar su visión arquitectónica. Y sumido en la tristeza es cuando realiza una de sus obras más importantes, el Imperial Hotel de Tokyo.
Tras regresar a Estados Unidos en 1922, y no encontrar proyectos que satisfacieran sus expectativas, Frank Lloyd Wright fundó, junto a la que sería su tercera esposa, el Taiiliesin Fellowship, un programa académico en el que integraba la arquitectura con el medio ambiente y los materiales naturales. Sus últimas décadas de vida fueron las que le llevaron a situarlo en lo más alto de la arquitectura. Con construcciones como el Guggenheim de Nueva York y su obra más conocida, la Casa de la Cascada.