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Hace cincuenta años, dos bandas míticas, los Creedence y Led Zepelín, publicaban discos de referencia en el rock. El año 1970 daba comienzo a una década que acabaría por ser fundamental en la historia de la música. Aquel año se inauguraba una época en la que llegaron discos y movimientos que han tenido una influencia enorme en la industria que aún hoy se escucha y consume.
El funk, la música disco, el soft rock o el R&B crecieron enormemente durante esta década, que comenzó con un año lleno de grandes álbumes, marcado principalmente por Let it be, el último disco de estudio de los Beatles, cuyo single homónimo es una de las canciones más versionadas y populares de la historia moderna. Bajo esta premisa, estas son algunas de las grandes obras musicales que este 2020 cumplen medio siglo.
Cosmo’s Factory de Creedence Clearwater Revival
Lanzado siete años antes de la furia del punk, el último gran álbum de la Creedence fue una apuesta por revitalizar el latente y ardiente rock de los años 50. En 1970, el rock y el pop se estaban volviendo cada vez más electrónicos o fijos en la progresión. En marcado contraste, la Creedence se sintió atemporal. Aunque nadie los escucha por la diversidad, Cosmo’s Factory, con los riffs estridentes de Sabbath en Ramble Tamble y los aplausos en Run Through the Jungle, es tan 'experimental' como la banda lo pudo ser anteriormente.
Let It Be de The Beatles
A menudo ignorado entre el resto de la discografía de los Beatles, Let It Be suena lleno de momentos encantadores y memorables. Aunque se grabó antes que Abbey Road (1969), se lanzó un año después y podría considerarse una decisión más adecuada para el largo y sinuoso camino de los Beatles. A pesar de que, según muchas informaciones, Lenon y McCartney casi ni se dirigían la palabra durante las sesiones de grabación, logran transmitir una gran carga emocional en la tierna, Two of Us de Dylan o la rockera I've Got Feeling.
Pero a pesar de que todavía aparecen acreditados conjuntamente, son sus contribuciones en solitario son las que más se destacan: el brillante Across the Universe de John, con acento oriental, y el tema que da título, el himno de Paul, quedaron para siempre en el inconsciente colectivo con unas composiciones brillantes. Las influencias externas probablemente jugaron un factor, pero cuando Let It Be llegó a las tiendas, a los Fab Four les quedaba poca paciencia para aguantarse entre ellos. Con su desaparición, el mundo lamentó el verdadero "final de los años 60", y Let It Be se convirtió en un mantra para seguir adelante.
Led Zeppelin III de Led Zeppelin
Desde que este epílogo pisó las costas americanas, Led Zeppelin fueron rápidamente tragados por su propia mitología oscura. Lo que hace que la enigmática pausa de III sea aún más conmovedora. En gran parte acústica y presumiblemente inspirada por los contemporáneos populares británicos, este álbum ve a Led Zeppelin canalizando su ferocidad para protestar en temas dulces y un poco melancólicos. Sin escribir baladas poderosas o imitar el sentimentalismo popular, III demostró que Led Zeppelin era capaz de mucho más que su reinterpretación estridente de blues estadounidense.
Bitches Brew de Miles Davis
Que Miles Davis tuvo que renunciar a la carne, masticar germen de trigo y trozos de fruta, y estudiar boxeo para entrenar a su cuerpo a interpretar las canciones en Bitches Brew no es una revelación muy sorprendente. Uno de los discos de jazz más revolucionarios de todos los tiempos, es también un acto fenomenal de destreza física, que dependen casi exclusivamente de la tensión entre la llamada y la respuesta establecida por el líder y su banda.
Mezclando grandes ritmos de rock con otros más abstractos de jazz, juntando trozos de improvisación, Davis usó Bitches Brew para sentar las bases de un género que al principio parecía una catarsis y quedó en inofensivo en el nacimiento de la fusión. Davis demostró que soldar elementos del rock al jazz podría ser una búsqueda totalmente transformadora.
Moondance de Van Morrison
En su tercer lanzamiento en solitario, el poeta de Belfast alcanzó un espacio sagrado entre la irresistible estructura pop de Brown Eyed Girl y la poesía impenetrable de Astral Weeks de 1968. Moondance estaba calculado en su precisión musical, sin restricciones en sus imágenes radiantes y alegres, como se pone de ejemplo en canciones como el sencillo principal, Caravan, o Crazy Love. Incluso décadas atrás, Moondance sigue siendo la banda sonora de un solo disco y un solo artista para la radio de los 70.