El 3 de abril de 1924, hoy hace 95 años, nació en Omaha, Nebraska, uno de los más grandes mitos de la historia del cine, Marlon Brando. El actor encarnó el ideal de juventud y belleza hollywoodiense desde que saltara a la fama con su incontestable interpretación en Un tranvía llamado deseo (1951) en la adaptación que Elia Kazan hizo de la obra de Tennessee Williams. Murió a los 80 años, el 1 de julio de 2004 en la Clínica Ronald Reagan de Los Angeles a consecuencia de una fibrosis pulmonar, con 120 kilos de peso y ciego por culpa de la diabetes y otros estragos en su salud causados por una vida llena de excesos.
Años antes de su muerte, Brando ya había dejado atrás el brillo y los oropeles de la meca del cine. "En Estados Unidos no se permite envejecer a las personas. Las arrugas, la calvicie y la obesidad son cosas casi prohibidas", afirmó el actor en cierta ocasión. Su protagonismo público lo recuperó en parte seis meses antes de su muerte con la publicación de su biografía escrita por Patricia Bosworth. Un libro que se presentó como un recorrido por la vida del actor y que recrea su infancia problemática, expulsado de varios colegios, y el Nueva York de mediados de siglo XX, con figuras como Liz Taylor, Francis Ford Coppola, Truman Capote, Brigitte Bardot, Paul Newman, Frank Sinatra y Vivien Leigh, además de Elia Kazan, su gran mentor, su padre profesional.
Época dorada
Kazan fue quién llevó a Brando de Broadway a Hollywood. Trabajaron juntos en tres películas (Un tranvía llamado deseo, ¡Viva Zapata! y La ley del silencio) aunque su amistad se deterioró porque el joven actor nunca le perdonó al veterano director haber denunciado ante el Gobierno a numerosos intelectuales por sus ideas ‘comunistas’, durante la tristemente célebre la ‘caza de brujas’ que el macartismo llevó a cabo entre 1950 y 1956. Y es que Brando nunca ocultó su faceta idealista de luchador por la justicia social. El propio actor declaró que, cuando a los 17 años sus padres le internaron en una academia militar, al rellenar los formularios "debajo de 'Raza' escribí 'Humana' y debajo de 'Color' puse 'Depende'".
En 1973, cuando consiguió su segundo Oscar -que sumó a la que había logrado en 1954 por la Ley del silencio- por su magistral interpretación en El Padrino no subió a recibir el premio y, en su nombre, una joven india, Sasheen Littlefeather, activista de los derechos civiles de los indígenas norteamericanos, declaró: "Muy a su pesar, Marlon Brando se siente incapaz de aceptar este premio. Los motivos residen en el tratamiento de la industria de la televisión y el cine de este país hacia la comunidad india".
Las más que numerosas relaciones amorosas del actor le hicieron padre de once hijos, el menor de los cuales nació cuando él tenía 71 años. Si bien es cierto que Brando siempre declaró que sus hijos fueron una constante fuente de alegrías, también lo es que le proporcionaron algunos de los peores momentos de su vida como cuando su hijo Christian fue condenado por el asesinato del novio de su hermana Cheyenne en 1990, lo que poco después provocó el suicidio de esta.
Actor's Studio
Marlon Brando estudió interpretación en el famoso Actor's Studio de Nueva York y fue uno de los pioneros en utilizar el método de interpretación del ruso Kostantin Stanislavsky. También fueron miembros de esta generación Paul Newman, James Dean o Montgomery Clift, todos ellos precursores de esta, por entonces, nueva técnica por la que la construcción de los personajes se trabaja a partir de emociones verdaderas. Así, para su debut cinematográfico en Hombres, rodada en 1950, el actor vivió un mes en una clínica, sin bajarse de una silla de ruedas, para conseguir meterse de lleno en el papel de un parapléjico.
Fue una época dorada para el actor que, además de los ya citados, protagonizó films como Salvaje, El baile de los malditos, Sayonara, La casa de té de la luna de agosto, El rostro impenetrable, Rebelión a bordo... En 1960 se convirtió en el primer actor que ganó un millón de dólares por una película, Piel de serpiente. Pero a mediados de la década, justo después de rodar La condesa de Hong Kong, su carrera atravesó un profundo bache en el que rodó títulos menores como Candy, Queimada o La noche del día siguiente, y del que consiguió salir en 1972 con su papel en El Padrino.
Don Corleone
Deseaba tanto el papel de Don Corleone que, como contó el propio Francis Ford Coppola, en el casting de la película: “Un día salió de su habitación temprano. Era muy guapo, con su pelo largo rubio y una bata. Sin pronunciar una palabra, me vio allí y miró a la cámara; recogió su cabello, se puso una camisa y empezó a doblar las puntas del cuello. Consiguió un poco de papel para hacer con él unas bolas y rellenar sus mandíbulas. Entonces dijo: 'él debe ser como un bulldog', y así comenzó a convertirse en el personaje".
Hasta tal punto llegó su ansia por meterse en el papel que cuando en cierto momento "el teléfono sonó, él lo cogió hablando así", explicó Coppola, haciendo una imitación del característico murmullo de Brando en la película. "Se había convertido totalmente en el personaje y lo tenía todo grabado en vídeo. Eso fue lo que, realmente, marcó la diferencia", rememoró el director que para el mismo papel que hizo Brando a sus 43 años también barajaba actores que se acercaran mucho más a la edad de Don Corleone como Laurence Olivier, de entonces 65 años; John Marley, de la misma edad y que terminó interpretando al productor de cine que de madrugada encuentra en la cama la cabeza cortada de su caballo favorito; Frank Dekova de 62 años y Carlo Ponti de 60.
Tras El Padrino Brando rodó a las órdenes de Bernardo Bertolucci El último tango en París, Missouri, Superman y, de nuevo a las órdenes de Francis Ford Coppola, la sensacional Apocalypse Now, la película que, de algún modo, resulta ser la última de sus más grandes interpretaciones junto a su excepción de su papel en Una árida estación blanca que le valió su octava y última nominación a los Oscar en 1988. Su última aparición en la gran pantalla llegó en 2001 en The score, bajo la dirección de Franz Oz.