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Tras El irlandés, la monumental película de Martin Scorsese (77 años) que ha producido Netflix, el legendario director se plantea su retirada. Y es que el realizador, en vista de las dificultades de hacer más películas en un mercado cada vez más complejo, no tiene claras sus opciones de futuro: "No sé cuántas más podré hacer, quizá ésta sea la última película que haga".
En una entrevista concedida a The Guardian, Scorsese señaló que "los cines están dominados por películas de superhéroes", en la línea de sus últimas declaraciones en torno a Marvel y el estado de la industria cinematográfica. "Me parece bien si quieres ver estas películas. Mi problema es que no hay espacio para otro tipo de obras", señaló.
"No sé cuántas más podré hacer, así que quizá ésta es la última película que haré. Por lo tanto, la idea era, al menos, conseguir hacerla y puede que algún día que la proyecten en el National Film Theatre de Londres o la Cinemateca de París. No estoy de broma", explicó, haciendo de nuevo alusión a la complejidad de estrenar películas en las salas comerciales.
"En salas con doce pantallas, once están ocupadas por películas con superhéroes. Está bien si te gustan los superhéroes, pero, ¿de verdad necesitas once salas? Es imposible para películas como Lady Bird, que no necesita ser muy comercial pero es modesta y genuina, y termina encontrando un gran público. Que una película sea comercial no significa que no pueda ser arte", insistió.
¿Y 'Killers of the Flower Moon'?
Por tanto, parece que las dificultades que el director ha encontrado a la hora de rodar El irlandés, sumadas a la compleja situación de la industria audiovisual, hacen que Scorsese se plantee si continuar o no con su carrera. Algo lógico teniendo que cuenta que su última película, que empezó su camino en Paramount, fue rechazada cuando el presupuesto superó los 100 millones de euros.
Eso sí, el realizador ya prepara Killers of the Flower Moon, proyecto que tiene previsto comenzar su rodaje en marzo de 2020. La nueva cinta de Scorsese contará con dos de sus actores fetiche, Leonardo DiCaprio y Robert De Niro, y está basada en el libro homónimo de David Grann, que narra una serie de asesinatos investigados por el FBI que fueron perpetrados a principios de los años veinte en Osage, Oklahoma.