Aunque el gran Groucho Marx ironizó sobre si mismo y sobre ella cuando declaró: "Soy tan viejo, que recuerdo a Doris Day cuando era virgen", la actriz fue una de las primeras, por no decir la primera, 'novia de América', a la par que cumplió a la perfección en la pantalla el rol de 'la vecina de al lado'.
Doris Day ha muerto este lunes a los 97 años, tal y como ha comunicado su propia la Doris Day Animal Foundation, en su casa de Carmel Valley, California, rodeada de sus amigos más próximos. "Había gozado de excelente salud física para su edad, hasta que hace poco contrajo un caso grave de neumonía, que resultó en su muerte", ha aclarado su Fundación. Nunca recibió un Oscar de la Academia, pero sí recibió en 2004 la Medalla Presidencial de la Libertad por sus logros artísticos y su incansable actividad en defensa de los animales lo que llevó al entonces presidente George W. Bush a declarar que fue “un buen día para Estados Unidos cuando Doris decidió convertirse en una artista”.
De una belleza clásica, un rubio hipnótico y una voz aterciopelada, fue una de las más grandes actrices del Olimpo de Hollywood, icono del cine de los años 60 y sinónimo de perfección de la mujer americana en un momento de inocencia en el celuloide. Durante muchos años fue pareja sentimental en la pantalla de Rock Hudson con quien, entre muchas otras, protagonizó Confidencias a medianoche por la que estuvo nominada al Oscar a la Mejor Actriz en 1959. Pero además de por sus comedias con Hudson, el público de todo el mundo nunca olvidará a Doris Day por la mítica escena en la que tocaba el piano mientras cantaba ¿Qué será, será?, en la película dirigida por Alfred Hitchcock, El Hombre que sabía demasiado, que protagonizó junto a James Stewart en 1956.
En su autobiografía, Doris Day: Her Own Story, narró sin tapujos sus problemas financieros y con sus cuatro matrimonios fallidos, algo que confesó, compensó con creces la felicidad que le produjo su carrera en Hollywood. La primera vocación de Doris Mary Ann Kappelhoff (Cincinnati -Ohio- 1922) fue la de bailarina. De hecho con tan solo 12 años consiguió un contrato en una compañía de baile y se trasladó a Hollywood para probar fortuna, pero a los 19 sufrió un accidente automovilístico en el que se fracturó una pierna derecha lo que la incapacitó para bailar profesionalmente y provocó que redirigiera sus energías hacia la canción y la interpretación.
Ha nacido una estrella
Su padre había sido organista y profesor de música y Doris comenzó su carrera musical en la radio de los años 40 junto a divas sagradas del jazz como Billie Holiday y Sarah Vaughan. Fue la vocalista de la orquesta de Barnie Rapp y posteriormente en algunas otras hasta llegar en 1945 a la de Les Brown después de haberse casado en 1941 con el trombonista Al Jordan del que se divorciaría dos años después de haber tenido en 1942 su único hijo,Terry Melcher (productor discográfico de temas tan trascendentales como Mr. Tambourine Man o Turn!, Turn!, Turn!, de los Byrds), fallecido en 2004. Con la orquesta de Les Brown grabó Sentimental Journey, una canción que hablaba de los soldados norteamericanos que regresaron tras la segunda Guerra Mundial y que se convirtió en su primer gran éxito ya llevó a trabajar en la radio junto a estrellas como Bob Hope o Frank Sinatra.
De brillante vocalista y estrella de la industria discográfica a mediados de la década de los 40, su destino dio un giro radical tras una impecable interpretación el año 1947 del clásico Embraceable You tras la cual rodó a las órdenes de Michael Curtiz (el inolvidable director de Casablanca) Romance en alta mar y firmar un contrato con la Warner Brothers que duró hasta 1954 cuando su entonces marido y representante, Marty Melcher, decidió deshacerlo. Para Warner rodó musicales de gran éxito como Starlift, Luna de plata y sobre todo Té para dos y ya en 1953 Calamity Jane que en nuestro país se estrenó como Doris Day en el Oeste, una película que logró el Oscar a la Mejor Canción Original, Secret Love.
Dos años después rodó otro de sus grandes éxitos Quiéreme o déjame, junto a James Cagney, la primera de las grandes estrellas de la época como Cary Grant, Davis Niven, Richard Widmark, Kirk Douglas, Clark Gable o James Stewart con las que compartió cartel a lo largo de su carrera. Fue precisamente con éste último con quien protagonizó en 1956 El hombre que sabía demasiado, dirigida por Hichcock y en la que interpretó la famosísima Whatever Will Be (Que Sera, Sera), que según contó después Jay Livingston, autor del tema, grabó obligada por el estudio y tras hacerlo no tuvo empacho en anunciar al director británico: "Es la última vez que oirás esta canción". Se equivocó rotundamente.
Apogeo y declive
Después llegarían títulos inolvidables como Mi marido se divierte, dirigida por Gene Kelly y coprotagonizada por Richard Widmark, Confidencias a medianoche, junto a Rock Hudson bajo la dirección de Michael Gordon, Pijama para dos y No me mandes flores, ambas también junto a Hudson, Suave como el visón con Cary Grant como compañero de cartel, o junto a James Garner, Su pequeña aventura, Siempre tú y yo, Yo, ella y la otra, Jumbo, corazón de mujer, Un grito en la niebla... Pero el paso del tiempo y el cambio en los gustos del público la llevó en los años siguientes a tomar algunas decisiones erróneas como rodar, junto a Richard Harris, Capricho, una de sus peores películas según la propia Doris Day o rechazar el papel protagonista en la que sería gran éxito de El graduado que finalmente 'bordaría' Anne Bancroft.
En 1968, tras la muerte de su entonces marido Martin Melcher, que para entonces ya había adoptado y dado su apellido a su hijo Terry, la actriz descubrió que este había despilfarrado su fortuna y estaba en la más absoluta de las quiebras. Por ello denunció por estafa al socio de de Melcher, Jerry Rosenthal, y logró que le pagase 20 milones de dólares como indemnización. Pero no fue la única sorpresa que recibió tras el fallecimiento de su marido y también descubrió que había firmado en su nombre una serie de televisión The Doris Day Show, que interpretó desde aquel 1968 hasta 1973, al que siguió Doris Day's Best Friends, en 1985 y 1986, tras lo cual prácticamente se retiró de la vida pública para dedicarse por entero a su activismo en favor de los animales en peligro. "Nunca he conocido a un animal que no me gustaba, y yo no puedo decir lo mismo de las personas", declaró por entonces.
Tras recibir en 1989 el Premio Cecil B. DeMile y en 1991 el Premio American Comedy, ambos por su impagable contribución a la industria cinematográfica, cerró definitivamente su carrera grabando en 2011 su último disco, My heart, cuando ya contaba 89 años de edad. De la popularidad de la artista que acaba de fallecer da idea la cantidad de músicos que la han mencionado en alguna de sus canciones, desde los Beatles en Let it be, hasta Abba en Thank you for the music, pasando por Billy Joel en We didn't start the fire, Sandra Dee en Grease o Wham en Wake me up before you go go.
Adiós a una leyenda, un icono, un mito, la inolvidable Doris Day.