Los rostros de la España rural de los años 50 en la exposición 'Surcos'
De la fotógrafa palentina Piedad Isla
La fotógrafa y etnóloga palentina Piedad Isla captó con su cámara los rostros de la España rural de finales del siglo pasado, retratos en busca de una vida mejor, pieles repletas de vida, de arrugas, de tiempo, de los 'Surcos' que dan nombre a la exposición homenaje, parte de la décima edición del Pallantiaphoto (Palencia).
Esos pueblos que retrató en los años 50 y 60 estaban llenos de una vida agraria. Hoy se han convertido en un espectro que recorre las calles desiertas bajo la más temible oscuridad: la soledad. 'Surcos' presenta un relato de subsistencia en una muestra que podrá verse durante todo el mes de junio en el Museo Díaz Caneja de Palencia.
En el marco del Pallantiaphoto se dan cita los aficionados a la fotografía que han querido rendir homenaje a Isla y reivindicar su figura y su obra, junto al Premio de Fotografía Piedad Isla que convoca la diputación de Palencia desde 2009, el año de su fallecimiento.
Con 25 instantáneas seleccionadas por los organizadores del festival, pretenden "llegar más lejos y poder sacar adelante una exposición permanente, una escuela taller y otras actividades que den más relevancia aún a la figura de Piedad Isla", manifiesta uno de los organizadores, Fernando Jiménez.
Al nivel de Dorothea Lange
Jiménez no dudó en comparar y situar la fotografía de la palentina al nivel de la de otros fotógrafos humanistas del siglo XX como Dorothea Lange: "Piedad Isla no tiene nada que envidiar en cuanto al trabajo etnográfico" realizado en la Montaña Palentina, que comenzó a explorar también en esta época.
Lange plasmó con sus trabajos la vida durante y después de la Gran Depresión estadounidense, del mismo modo que Isla recogió el cierre progresivo de las minas y la mecanización del campo. Ambas mostraban hasta qué punto habían cambiado los estilos de vida de sus respectivos compatriotas, siempre con la cámara bajo el brazo.
La propia Isla declaró en más de una ocasión que sus rostros eran el espejo del alma y contaban la verdadera historia de sus vidas. "Un instrumento para sintonizar con el pueblo y en el que se materializan su muestra de amor por la tierra", según ha apuntado el representante de la Fundación Piedad Isla, Vicente Mario.
Niños jugando con la nieve en invierno y con las hojas en otoño, los rostros cansados de hombres y mujeres cargados con palos para la lumbre, con la piel arrugada dejando entrever el paso del tiempo. Un documento de supervivencia que congela el momento en el que los pueblos palentinos estaban aún llenos de vida.
