El 4 de noviembre de 1922, hace 99 años, se produjo uno de los mayores descubrimientos de la historia de la arqueología, el de la tumba, intacta después de res milenios, del faraón Tutankamón. El honor le correspondió al arqueólogo británico Howard Carter que la descubrió cerca de Luxor el lugar del enterramiento.
Howard Carter. Foto: Wikipedia
Carter había comenzado en 1907 a trabajar para Lord Carnarvon, un noble entusiasta aficionado a la arqueología, como supervisor de las excavaciones en Deir el-Bahari, cerca de Tebas.
En 1914, Lord Carnarvon recibió los permisos para excavar en el Valle de los Reyes, Carter fue el elegido para liderar los trabajos y se puso manos a la obra, si bien las excavaciones tuvieron que paralizarse en varias ocasiones a causa de la Primer Guerra Mundial.
Ocho años después, en 1922, Lord Carnarvon comenzó a impacientarse puesto que no se conseguían los resultados esperados y estuvo a punto de retirar los fondos a Carter pero finalmente le dio una última oportunidad y decidió financiar una temporada más las excavaciones en el Valle de los Reyes.
Como ya se ha dicho, fue el 4 de noviembre de aquel año cuando el aguador de los trabajadores tropezó accidentalmente con una piedra que resultó no ser tal sino el principio de una escalinata que Carter excavó hasta llegar a una puerta de barro en la que se apreciaban varios sellos con escritura jeroglífica.
El británico ordenó entonces volver a tapar de nuevo la escalera y se apresuró a enviar un telegrama a Lord Carnarvon para que se desplazase hasta allí desde Inglaterra.
"¡Puedo ver cosas maravillosas!"
Una vez llegado Carnavlon, el 24 de noviembre se excavó por fin la escalera en su totalidad y se descifró el nombre que contenía el cartucho con jeroglíficos del acceso: Tutankamón.
Dos días después Carter procedió a realizar una "pequeña abertura en la esquina superior izquierda" de la entrada, según escribió en su diario y al vislumbrar el interior de la sala con ayuda de una vela alcanzó a distinguir numerosos objetos dorados y de marfil. Impaciente, Carnavon le preguntó si conseguía ver algo, a lo que Howard Carter, sin apartar la vista del orificio contestó: "¡Sí, puedo ver cosas maravillosas!".
Acababa de llegar a la tumba de Tutankamón, que sería catalogada como la KV62. Frente a ella se montó guardia hasta que al día siguiente a la espera de que llegase un representante del Departamento de Antigüedades Egipcias sin cuya presencia estaba prohibido entrar al enterramiento. Sin embargo siempre se dijo que Carter, Carnarvon, su hija y el ayudante del arqueólogo, Arthur Callender -apodado Pecky- entraron sin permiso esa misma noche y fueron los primeros en penetrar en el enterramiento después de 3.000 años.
Howard Carter, Lord Carnarvon y su hija. Foto: Wikipedia
A la mañana siguiente, el 27 de noviembre, ya en presencia del inspector egipcio, Pecky accedió a la tumba con luz eléctrica y alumbro ante los boquiabiertos presentes una increíble colección de bellísimos divanes, cofres, tronos y altares.
10 años para catolgar lo encontrado
También encontraron pruebas de la existencia de salas anexas y de la puerta sellada y flanqueada por dos estatuas de Tutankamón que daba acceso a la cámara del sarcófago. La tumba estaba intacta y de ella se extrajeron más de 5.000 objetos, pero antes, el 29 de noviembre la tumba se abrió oficialmente para ser que fuese admirada por altos dignatarios y oficiales egipcios.
Howard Carter. Foto: Wikipedia
Tal era la magnitud del descubrimiento que Carter pidió ayuda a su colega Albert Lythgoe del equipo de excavación del Metropolitan Museum de Nueva York que estaba trabajando cerca de allí mientras que, por su parte, el Gobierno egipcio envió al prestigioso químico analítico Alfred Lucas.
La tumba era, sin lugar a dudas, la mejor conservada del Valle de los Reyes y la prensa de todo el mundo pronto se hizo eco del descubrimiento a pesar de que se enfureció con Carter que había vendido la exclusiva su descubrimiento pronto alcanzó a la prensa mundial. Lord Carnarvon vendió la exclusiva a The Times.
Un último dato nos puede dar también idea de la importancia de lo descubierto y de su volumen porque se tardaron nada menos que diez años en catalogar todos los objetos encontrados que finalmente fueron trasladados al Museo Egipcio de El Cairo.
Sobre el autor:
Antonio Castillejo
Antonio Castillejo es abogado y periodista. Comenzó su carrera profesional en la Agencia Fax Press dirigida entonces por su fundador, Manu Leguineche, en la que se mantuvo hasta su desaparición en 2009. Especializado en información cultural y de viajes, desde entonces ha trabajado en numerosos medios de prensa, radio y televisión. Actualmente volcado con los mayores en 65Ymás desde su nacimiento.