El trabajo en los diferentes pueblos afectados por el paso de la DANA continúa varias semanas después para intentar paliar sus efectos. Uno de estos pueblos es Sedaví, desde donde la presidenta de la Asociación de Jubilados y Pensionistas (UDP) en Benetúser, María Amparo, ha trasladado a este diario la difícil situación por la que han pasado, y siguen pasando.
Su vida se desarrolla entre Sedaví, donde tiene su casa, y Benetúser, donde se encuentra la asociación que preside. "En Benetúser los mayores han estado atendidos y cuidados gracias a los voluntarios y el Ayuntamiento. Además, es un pueblo donde, ahora mismo, las tiendas ya están abiertas y se va retomando la vida normal", explica, destacando, sin embargo, que "los mayores no van a poder hacerlo porque el centro de mayores, aunque no ha sufrido daños por el agua, sí que está cerrado totalmente, puesto que el Ayuntamiento lo ha habilitado para niños que no tienen colegio. Con lo cual, vamos a estar una temporada con los mayores un poco desatendidos, personalmente porque por WhatsApp y por teléfono yo estoy en contacto con ellos".
La situación en Sedaví es totalmente diferente. "Ahí es el desastre mundial, en todos los aspectos", asegura. Y es que, aunque existen puntos de recepción de alimentos, estos "están en una punta del pueblo, con lo cual, no toda la gente mayor puede ir a recogerla", y mientras "hay una zona del pueblo que sí que ha estado muy bien atendida, han ido casa por casa los voluntarios, otra parte del pueblo, que es donde vivo yo, sigue siendo un cementerio de lodo, escombros, coches y todo".
En este sentido, denuncia que el Ayuntamiento de Sedaví "ha estado y está desaparecido. Hoy en día tiene tres instancias mías diciendo lo que hay". "La única manera de que yo haya tenido comida caliente ha sido porque dirigí una carta a una persona del gobierno valenciano y esa persona llamó aquí a la asistente social, quien se enfadó mucho por ese escrito", cuenta.
María Amparo tiene casi 70 años, es viuda y vive sola, aunque tiene una hija en Aranjuez. Ha pasado así la Dana, "totalmente sola", de hecho, explica que "por el lodo no he podido salir a la calle por miedo a caerme" hasta varias semanas después, "y gracias a que han venido unos amigos y me han sacado".
No ha tenido luz durante cuatro días y ha estado unos diez sin gas, por lo que tampoco ha podido cocinar en ese tiempo. "Es devastador. Aquí yo ya veo ratas, no es que sueñe con ellas, las veo", afirma, explicando que, aunque su casa no llegó a ser afectada por el agua, se quedó "a cuatro escalones de que entrara", no tienen puerta de patio ni ascensor. "Yo, como persona que vivo sola, me da un poco de miedo".
"Yo llegué a las 7:15 a mi casa. Se fue la luz, empecé a oír gritos, me asomé a la ventana y ya corrían los coches y el agua como si fuera un río. Una amiga tenía una planta baja y cuando vi que la sacaban, enseguida salí a la escalera para que la trajeran a mi casa. Aquí estuvo dos días hasta que vinieron a recogerla. Y lo volvería a hacer, por ella y por quien hiciera falta". Así relata María Amparo cómo vivió la DANA el pasado 29 de octubre, recordando la gran riada de 1957. "Estás sola y desamparada. Pasé miedo, porque si subía el agua, pensaba, ¿qué hago? Estuve toda la noche asomada a la ventana, a oscuras y pendiente del agua".
La situación no mejoró después para María Amparo. "Lo primero es que no tienes con quién hablar, con quién comentar lo que estás viviendo. Que llegue la hora de la comida y digas, ¿y ahora qué como, otra lata de atún? Se pasa muy mal", cuenta, explicando que ha preferido no preocupar a su hija. "No me gusta agobiar a la gente y lo que me tenga que pasar, lo paso yo y no se lo digo a nadie, ese es un defecto que tengo".
Semanas después de lo sucedido, María Amparo se plantea irse a Madrid con su hija y su nieta, sin embargo, explica que "si esto no se arregla, yo no me voy dejando mi casa como está. El problema es ese".
Lo peor, señala, es que "ves personas que, desde lejos, te llaman para preguntarte si te falta algo, cómo pueden ayudar, y aquí solo una se ha dignado a llamarme y preguntarme. Eso te duele más que todo lo que estás viviendo". Admite, así, que a la devastación por la DANA se ha sumado una "sensación de soledad que yo nunca he tenido. En estos 30 días sí que la he sentido".
Sobre el autor:
María Bonillo
María Bonillo es licenciada en Comunicación Audiovisual y Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid. Escribe principalmente sobre temas de sociedad. También tiene experiencia en comunicación corporativa de empresas como OmnicomPRGroup y Pentación Espectáculos.