Este 26 de junio es diferente al del año pasado. Una vez superado lo peor de la pandemia, la vacuna ha inoculado en todos nosotros esperanza y ganas de disfrutar de la familia. A los abuelos, que hoy celebran su GRAN día, además, se les suma que al fin podrán vivir un verano con sus nietos sin tanto miedo aunque con restos de incertidumbre por la alta incidencia en los jóvenes.
En 65Ymás hemos conversado con cinco abuelos: Francisco Muñoz, José Vivanco, María Victoria, Consuelo y Encar Jurado. Cinco historias en primera persona, diferentes y enriquecedoras, que nos recuerdan la importancia de las relaciones intergeneracionales y lo especial que es el vínculo abuelos-nietos.
En concreto tres de ellos, José Vivanco, María Victoria y Consuelo, forman parte de Adopta Un Abuelo, un programa que desde 2014 lleva conectando generaciones para que todas las personas mayores se sientan escuchadas, acompañadas y queridas, mientras que los jóvenes aprenden de su sabiduría y sus valores.
Francisco: 11 nietos y dos bisnietos
Francisco Muñoz tiene 81 años. Tiene 11 nietos y dos bisnietos. "En noviembre viene el tercero", avanza emocionado.
Fundó la Asociación de Abuelos de España en el año 2005. Cuando se le pregunta por qué lo hizo, responde sin dudarlo: “Porque no había ninguna asociación que reuniera a los abuelos”.
Así, cuenta, cuando se convirtió en abuelo, pensó en apuntarse a alguna, “pero no existía. Todas eran de personas mayores; y que a nadie se le olvide que también hay abuelos con 40 y 50 años".
Además, había otro motivo: “Se me ocurrió porque siempre he hecho muchas actividades al mismo tiempo. He sido presidente y director general de una multinacional norteamericana en Europa, a la vez que era profesor de un máster… Te pasas la vida haciendo siempre varias cosas a la vez y cuando te jubilas lo haces todo de un día para otro. Es una diferencia muy grande, pero la impresión dura poco, enseguida vuelves a estar activo".
El objetivo de la Asociación es tan claro como sencillo: "Lo único que queremos es mejorar la relación abuelos-nietos y nietos-abuelos y si además conseguimos que alguien tenga un detalle con los abuelos, mejor que mejor. Por ejemplo, entradas preferentes para los abuelos que vayan con sus nietos al cine, permitir a abuelos con nietos ir a los entrenamientos de los equipos de fútbol… cualquier cosa, cualquier detalle… y que se reconozca que no somos una carga y somos parte de la sociedad".
Y es que Francisco recuerda, con cierta "sana envidia", que hace unos años asistió a un congreso de abuelos europeos, "y los de Malta vinieron acompañados por su primer ministro que explicó cómo en su país los respetaban mucho porque hoy en día en los matrimonios trabajan los dos cónyuges y sus nietos están cuidados por los abuelos".
Francisco Muñoz insiste con absoluta convicción en explicar que "esos niños, dentro de 25 o 30 años, van a ser los dirigentes del país y es el propio gobierno el que más interés tiene en que esas criaturas estén educadas en unos valores. Si a un niño de cinco años lo dejas llegar a los 15 sin que nadie le haya hablado de la generosidad, de compartir, de ayudar, de amistad, de trabajo, de esfuerzo, de los valores de siempre… qué va a ser de ese adolescente. Los padres no tienen tiempo de explicarlo, pero nosotros sí y a nosotros nos corresponde hacerlo por el bien de los futuros ciudadanos".
"Esta pandemia debería al menos servir para que la gente nos conozca mejor y sea consciente del riesgo que han corrido y corren nuestras vidas", señala.
De esta manera, Francisco recuerda que "hoy la mayoría de los matrimonios jóvenes trabajan los dos y los niños se van al colegio. Pero cuando uno de los nietos está malo o han cerrado sus aulas durante unos días porque se ha detectado algún caso de Covid, o tal vez hay un viaje o un fin de semana en el que los padres necesitan estar solos… con los únicos con los que se pueden quedar esas criaturas es con sus abuelos". En ese momento, "los abuelos nos jugamos la vida –puntualiza–. Todos sabemos lo que hace el virus con los mayores, pero no existe uno solo capaz de decir que no a la hora de quedarse con sus nietos. No lo hay. Los abuelos se hacen cargo del asunto sin dudarlo".
"Pues bien", prosigue Francisco con cierta amargura, "todos recordamos que se ha aplaudido a los sanitarios, a la policía, al ejército… pero no ha existido un solo detalle para los abuelos en esta pandemia. Ni un solo aplauso. Ni uno. A pesar de que cuando hemos hecho falta ahí hemos estado y volveremos a estar siempre, pase lo que pase".
Como presidente de la Asociación de Abuelos de España, durante estos últimos meses, Francisco ha estado en contacto con los partidos políticos y todos, cuenta, “te tratan fenomenalmente y te mandan cartas maravillosas, pero luego, a la hora de la verdad, eso no le llega al público, a los ciudadanos. Por eso creo que es importante recordar que lo que hace un abuelo por sus nietos no tiene límites y llegamos hasta el punto de jugarnos la vida antes de que se queden solos en su casa".
Asimismo, sin avergonzarse por ello no duda en confesar que "estos meses de pandemia he pasado miedo, mucho miedo, pero no por mi mujer ni por mí, ya tenemos una edad en la que si no nos toca hoy nos tocará dentro de pocos años, sentimos miedo por el contexto en el que se mueven los nietos, porque no está claro".
Y Francisco pone un ejemplo de lo que pretende transmitir: "El cómo se ha llevado y se sigue llevando la pandemia en España, en mi opinión, es vergonzoso, ningún país de nuestro entorno lo ha hecho tan mal como nosotros, no por maldad sino por ineptitud. No se puede mantener tranquilo a un país diciéndole primero que no hace falta llevar mascarilla y luego decirle que es imprescindible llevarla, pero que antes no había para todos… Eso es engañar al país. Ha sido año y medio de ‘hay que hacer esto’ y después de ‘ya no hay que hacerlo’ o de decirte que hay un comité de expertos, que luego no existe…".
José: 14 nietos en Ecuador y una nieta en Madrid
José Vivanco es de origen ecuatoriano y tiene 70 años. Llegó a España en el año 2002 junto con su mujer, Mariana. Antes que ellos, vinieron sus hijos, pero por circunstancias individuales de cada uno, no pudieron quedarse en España y tuvieron que regresar a Ecuador, por lo que actualmente él y su mujer viven solos.
Desde su llegada, las cosas no han sido fáciles, pero su buena voluntad y ganas de salir adelante les ha ayudado en muchas ocasiones. Están muy orgullosos de su familia. Tienen 14 nietos y ocho bisnietos, pero están todos en Ecuador y esto les genera un sentimiento de añoranza y de querer regresar a sus orígenes.
Ya son 19 años los que llevan residiendo en España y lamentablemente, hace un par de años, José sufrió una caída y tuvo que dejar de trabajar. Participa en el programa de Adopta Un Abuelo desde abril de 2020 y recibe las llamadas de Silvia, su “nieta adoptiva”. Desde el primer momento conectaron y entre ambos ha surgido "una gran amistad". "Es lo más cercano a una familia" que tienen José y su mujer ya que, a pesar de no conocerse personalmente, se llaman tres veces a la semana y Silvia siempre está pendiente de ambos, la consideran "una nieta más".
"Es una satisfacción enorme tener una nietita aquí, que siempre me lleva en su corazón. Me ayuda mucho saber que tengo a alguien que se preocupa por mí y está pendiente de que todo vaya bien. Si algún día no puede llamarme, me deja un mensaje. Es maravilloso que en estos tiempos de pandemia alguien esté tan pendiente. Me siento halagado y afortunado de tener a Silvita a mi lado. Tenemos una bonita relación que espero que dure por mucho tiempo. No la conozco físicamente, pero es como si la conociera de siempre”, explica José.
Victoria: Ocho nietos + 1
María Victoria, de Tenerife, tiene 66 años, seis hijos, ocho nietos y un bisnieto. Desde hace 32 años padece una diabetes que le sobrevino a raíz del embarazo de unos de sus hijos. Mantiene el control de la enfermedad a través del tratamiento con insulina, además del seguimiento médico y del cuidado en la vida diaria.
En los últimos meses ha pasado por una etapa emocionalmente complicada en la que se ha sentido profundamente triste, llegando a desatender el control de su enfermedad y el cuidado de sí misma. Permanecía casi siempre en la cama sin apenas salir de casa y desatendiéndose completamente. Sumado a ello, durante la pandemia del coronavirus, no podía recibir visitas de sus hijos. Se trata de una paciente de riesgo y no querían poner en peligro a su madre.
María Victoria participa también en el programa Adopta Un Abuelo recibiendo las llamadas de Adriana, su nieta adoptiva desde abril del año pasado.
Con la atención y cuidados de Adriana, María Victoria, empezó a cuidarse y a pensar en sí misma y poco a poco volvió a realizarse los controles rutinarios y a llevar un adecuado seguimiento de su enfermedad. Ella le ha ayudado tanto con la soledad como a soportar mejor la diabetes.
María Victoria nos cuenta que “estaba pasando por una época muy triste y tener la oportunidad de hablar con Adriana fue un chute de alegría y ánimo, porque mis hijas no podían visitarme debido al coronavirus y a que soy paciente de riesgo. Fue una experiencia maravillosa y emocionante, me llamaba casi todas las tardes para hablar un ratito. Así nació entre nosotras una maravillosa relación. Ella me llama abuela y yo la llamo nieta".
"Me ha dado mucho ánimo y me ha ayudado tanto en la soledad como en mi enfermedad. Cada vez que hablaba con ella me quedaba mucho más tranquila. Fue un ángel que se cruzó en mi camino", confiesa María Victoria antes de reconocer: "Me ha ayudado muchísimo al estar con esta soledad tan grande. Para mí es una nieta más, que está en la Península y a la cual adoro. En mi corazón tiene ya un puesto del que no va a salir nunca".
"Ha sido y es una experiencia increíble que recomiendo a todo el mundo. He tenido la suerte de poder hablar con alguien todas las tardes, contarnos nuestras 'cositas'. Saber que vas a recibir una llamada te hace sentir ilusionada. Me encantaría que, al igual que Adriana me ha ayudado a mí, se llegue a ayudar a todas las personas mayores del mundo. Yo tenía ocho nietos, pero ahora tengo nueve, porque a esta niña no la voy a separar de mi corazón, jamás en la vida y mi sueño ahora es conocerla en persona”, concluye María Victoria.
Consuelo no aprendió a leer ni a escribir por la guerra
Consuelo tiene 88 años, es de Ávila y tiene dos hijos, dos nietas gemelas de 39 años y dos bisnietos, uno de dos meses y, otro, de dos años. Nació en 1933 en el seno de una familia de ocho hermanos. Durante la Guerra Civil tuvieron que trasladarse a Madrid, aunque tampoco fueron fáciles los años que pasaron ahí. Al regresar en 1939 se encontraron con todo arrasado, así que Consuelo, con nueve años, tuvo que volver a Madrid a trabajar sirviendo en una casa.
Recuerda ese periodo de su vida como "muy difícil", siendo tan pequeña tuvo que trabajar duramente y apenas había para comer ya que lo poco que entraba era para los señores de la casa.
Por todo ello no pudo ir a la escuela, no aprendió a leer ni a escribir. Posteriormente, tuvo la ayuda de una persona que le enseñó la lecto-escritura y entró a trabajar en otra casa en las que las condiciones eran mejores. Es una mujer que ha estado trabajando duramente durante toda su vida para salir adelante y poder formar y cuidar de su propia familia.
Consuelo participa en el programa Adopta Un Abuelo desde abril del año pasado y tiene dos voluntarios con los que le encanta charlar. Actualmente tiene problemas de movilidad por lo que apenas puede salir de casa y gracias a sus llamadas se le hace más llevadero.
Recibe sus llamadas con mucha ilusión, son lo que le permiten mantenerse conectada con lo que ocurre en el día a día. “María Jesús es como una nieta más y Juan, aunque puede llamar menos, siempre está atento. Estas llamadas me alegran mucho porque no puedo salir de casa y disfruto hablando con ellos", confiesa Concuelo.
"Recuerdo con mucho cariño el día que Juan me llamó desde el Pardo y escuché los pajaritos a través del teléfono, sentí como si estuviera paseando", confiesa Consuelo que además de las llamadas de sus voluntarios, disfruta mucho observando por la ventana como van evolucionando "las flores y árboles de un jardincito que hay en frente”.
Encar, una abuela con el alma dividida
Encar Jurado vive en Aranjuez, “en el Cortijo de San Isidro que es una pedanía, un poblado que hizo Carlos III". "Aquí estamos muy tranquilos y con la pandemia no he ido a Madrid para nada, pero soy madrileña de pro, con abuelos madrileños. Nací en Tirso de Molina el 23 de febrero de 1949 y es el barrio de Madrid que más dentro llevo", precisa.
Eran otros tiempos para todos y las mujeres no iban a ser una excepción, no siempre estaba bien visto que una chica estudiara. Aun así Encar hizo el Bachillerato, después estudió turismo, pero no llegó a ejercer la carrera y trabajó "toda la vida como administrativa en una empresa concesionaria de autopistas".
Casada y con dos hijos, cuando estos se independizaron, su marido y ella se fueron al Cortijo de San Isidro, porque querían otro tipo de vida. “Nunca pensé que me iba a encontrar tan a gusto aquí. He hecho teatro, escritura creativa, taller de lectura... todo eso que no pude hacer durante una vida laboral con jornadas muy largas. Y ahora lejos de mi tan querido Madrid, he encontrado otra manera de vivir la vida, jubilada, con mi marido. La vida me ha brindado un camino inesperado y estupendo que me hace muy feliz", cuenta Encarna.
Cuando ya "los chicos" se hicieron independientes y Encarna y su marido se trasladaron a Aranjuez, "un buen día mi hijo pequeño nos dijo que íbamos a ser abuelos. Esa fue mi primera nieta. Él vive en Paraguay, trabaja en la Universidad de Asunción, y allí nació Kunti –nombre de una diosa hindú que significa fortaleza–".
Encarna tiene tres nietos, Kunti (12 años), Hugo (11) y Raúl (10), y nos explica que la pandemia de Covid ha trastocado todo y a todos, y no nos ha quedado más remedio que acostumbrarnos a muchas cosas que cambian de día en día. En su caso en concreto, "la distancia le tiene un poco el alma dividida a cuenta del coronavirus" porque su hijo, que ha vivido en Paraguay desde hace 12 año –la edad de su nieta– y que lleva tiempo sin venir a España por la pandemia, ha decidido regresar con su familia; mientras su hija mayor –madre de Hugo y Raúl–, a raíz del Covid, decidió mudarse a una casa en el pueblecito de Tárañu, a 12 kilómetros de Cangas de Onis, en los Picos de Europa.
“Ella y su pareja buscaban un cambio de vida fuera de Madrid y la han encontrado en ese mundo rural que les hace tan felices”, detalla. “La pandemia me trae a Kunti, pero me aleja de Hugo y Raúl. Todos hemos sufrido mucho y hemos perdido familiares durante el coronavirus, pero también se han abierto otros caminos y otras oportunidades. La vida va y viene y lo importante es recorrerla, venga con las circunstancias, retos y horizontes que venga", reflexiona.
Reconoce Encar que, por otra parte, la pandemia le ha hecho sentirse "más vulnerable”: “Hasta ahora me cedían el asiento en el tren o el autobús y yo no lo entendía porque me sentía joven, pero ahora sí. Y lo mismo pasa con mi hijo, otro de los motivos por los que vuelve a España es porque nos ve mayores, no nos lo dice, pero lo ve así".
Y es que Encar considera que "la vida es muy diferente a la de antes y nuestras relaciones también”. Cree que por ese motivo la relación de los abuelos con sus nietos ha cambiado.
No obstante, opina que la esencia, el amor por los nietos, no muta y lo explica así: “Conocí a mis dos abuelos, Rafael e Isidoro, pero a mis abuelas no llegué a disfrutarlas. Hoy, nosotros como abuelos estamos totalmente involucrados con los críos, a pesar de la distancia, y les llevamos a museos, excursiones, actividades... algo que mis abuelos nunca hicieron con nosotros. Pero, al mismo tiempo, recuerdo a mi abuelo Rafael, que pese a que se quedó ciego nos ayudaba a hacer los deberes, es más, enseñó a leer a mi hermana Pepa. También íbamos a buscarle a una cafetería que estaba en Conde Romanones y nos invitaba a un bollo. Esto transportado a hoy, es como cuando nosotros llevamos a los nietos a la playa".
Sobre el autor:
Antonio Castillejo
Antonio Castillejo es abogado y periodista. Comenzó su carrera profesional en la Agencia Fax Press dirigida entonces por su fundador, Manu Leguineche, en la que se mantuvo hasta su desaparición en 2009. Especializado en información cultural y de viajes, desde entonces ha trabajado en numerosos medios de prensa, radio y televisión. Actualmente volcado con los mayores en 65Ymás desde su nacimiento.