65ymás
Desde escalar las cumbres más grandes del planeta con 80 años, correr un maratón en la Antártida o hacer 900 saltos en paracaídas con 84, hasta hacer un curso de Erasmus en el extranjero, mandar al hospital a un ladrón, tener miles y miles de visitas en las redes sociales o ser el voluntario más veterano, pasando por convertirse en el abuelo de todos los niños un pueblo, seguir escribiendo con 94 años o convertirse en actriz revelación a los 84. Estas son diez inspiradoras historias de superación que tienen como protagonistas a los mayores y que demuestran, una vez más, que nunca es tarde para empezar y que la edad es simplemente una cifra.
Carlos Soria, el rey de los Himalayas
Si de historias de superación se habla, el nombre de Carlos Soria Fontán (Ávila 1939), nunca debe faltar. Su primera incursión en la montaña fue en la Sierra de Guadarrama con 14 años. Aquel fue el primero de una interminable serie de viajes y cumbres escaladas en las que este abulense de 80 años lleva embarcado con un objetivo muy claro alcanzar la cumbre de las 14 montañas más altas del planeta.
Por ahora ya ha conseguido 12: Nanga Parbat (8.125 m), Pakistán. 51 años. Gasherbrum II (8.035 m), China/Pakistán. 55 años. Cho Oyu (8.201 m), China/Nepal. 60 años. Everest (8.848 m), China/Nepal. 62 años. K2 (8.611 m), China/Pakistán. 65 años. Broad Peak (8.047m), China Pakistán. 68 años. Makalu (8.465 m), China/Nepal. 69 años. Gasherbrum I (8.068 m), China/Pakistán. 70 años. Manaslu (8.156 m), China/Nepal. 71 años. Lhotse (8.516 m), China/Nepal. 72 años. Kanchenjunga (8.586 m), Nepal. 75 años. Annapurna (8.091 m), Nepal. 78 años.
A Carlos Soria sólo le quedan dos cumbres para lograr su objetivo: En China el Shisha Pangma, también conocido como Gosaithan de 8.027 metros y el Dhaulagiri, en Nepal, la séptima montaña más alta del mundo con 8.167 metros. Fue precisamente este último el que a sus 80 años intentó coronar este año Soria, pero el tremendo viento y unas condiciones meteorológicas mucho más duras de lo que cabía esperar para el pasado mes de octubre le obligaron a abandonar. Eso sí, Carlos Soria no va a parar hasta conseguirlo, y nadie duda de que lo conseguirá.
"No tenemos sensación de fracaso, simplemente retrasamos el momento de abrazar la maravillosa cima del Dhaulagiri. Bajamos con la sensación de haber hecho lo que debíamos de hacer, de haber disfrutado cada momento, muy satisfechos del resultado de mi operación de rodilla y del rendimiento de la prótesis implantada", declaró el escalador que ya tiene planeado el ataque al Dhaulagiri para la primavera de 2020.
Siempre sencillo, cercano y personal, la mayor aportación de Carlos Soria al mundo es ser ejemplo vivo de que se puede tener una vida plena, física y mentalmente, a una edad avanzada, y ser inspiración para millones de personas de todas las edades en todo el mundo.
Miguel Castillo, octogenario estudiante de Erasmus
Miguel Castillo tiene 82 años, cuatro bypass y hace unos seis años tuvo que operarse de corazón, pero eso no ha mermado su entusiasmo por la vida y sus ganas de disfrutarla y aprender constantemente. De hecho, este año ha terminado el último curso de la licenciatura de Historia en la Universidad de Valencia y en 2018 se marchó con una beca Erasmus a estudiar en la localidad italiana de Verona.
Este ejemplo de envejecimiento activo nació en 1937 en la valenciana Llíria, en el seno de una humilde familia de labradores. Su padre le dio a elegir entre el campo y los libros y él decidió estudiar. "El estudio ha sido una constante en mi vida", confiesa, "primero hice la carrera de derecho y luego las oposiciones a notarías, ambas cosas en Barcelona donde residí cerca de quince años y a la que llevo en el corazón".
Cuando se convirtió en notario hizo lo mismo que su maestro hizo con él en Barcelona y preparó a decenas de estudiantes a notarías sin cobrar por ello ni un duro. "A día de hoy, más de 30 notarios repartidos por toda España han sido alumnos míos y todos ellos me han correspondido y compensado con su amistad", explica Miguel.
Otra de las grandes pasiones de Miguel Castillo es el fútbol, de hecho llegó a jugar en los juveniles del Valencia antes de ir a Barcelona. "Allí entré en el equipo de Hilaturas Fabra y Coats, que después se convirtió en el filial del Barcelona y saqué un poquito de dinero para poder ayudarme en mis estudios de derecho. En la vida se lucha, y si se lucha se llega", es el lema de este octogenario valenciano que no puede dejar de recordar que, además de Historia, gracias al Erasmus también aprendió "la importancia del contacto con la gente el conocimiento más humano, que no somos tan distintos unos de otros".
Jesús Vicente Díaz, el abuelo de todos los niños de Piornal
En el cacereño pueblecito de Piornal , al límite de La Vera, nació, hace 88 años, Jesús Vicente Díaz. “Aquí nací, aquí me crié y aquí he vivido toda mi vida”, explica Jesús que este año se ha hecho famoso, no sólo entre sus poco más de 1.500 vecinos, sino en toda España porque ha demostrado tener un corazón enorme.
Jesús donó los ahorros conseguidos a lo largo de toda su vida, 80.000 euros, trabajando en el campo, “en la cereza, la patata y cuando había, también en la madera para completar el jornal”, y lo ha cedido para que Piornal pueda tener una guardería. “No había dinero para acabar la guardería y pensé que como yo no tengo ni hijos, ni nietos, ni descendencia próxima, y Sabina, mi mujer, se me murió hace cuatro años, lo mejor era dar el dinero para poder terminar la obra”, explica.
También esta es una forma de rendir homenaje a la mujer que le acompañó durante casi 60 años. Por eso la guardería lleva por nombre Jesús y Sabina. Y no sólo lleva el Centro de Educación Infantil el nombre del matrimonio, en su interior hay una placa de agradecimiento con la fotografía de la pareja y un texto que cuenta su historia. Cosas como esta: “Son dos hijos del municipio de Piornal, dos piornalegos que en su niñez pasaron por las penurias del fin de la Guerra Civil y de una economía de subsistencia típica de nuestro municipio. Ambos contrajeron matrimonio el 2 de mayo de 1957 y emprendieron una vida en común, una vida austera y de trabajo duro”.
Gracias a Jesús pudimos “comprar todo el mobiliario, mejorar calidades y afrontar gastos no cubiertos por los otros fondos recibidos”, explica el alcalde de Piornal. Un pueblo que ha encontrado en Jesús a su héroe y que ahora todos en el pueblo llaman abuelo. "No tengo nietos pero ahora todos los niños me llaman abuelo", confiesa feliz.
Roy Jorgen Svenningsen, maratoniano en cinco continentes
Por si alguien aún necesitaba la prueba de que la edad es sólo una cifra, ahí esta Roy Jorgen Svenningsen para demostrarlo. Roy es un corredor canadiense, de Edmonton, de 84 años, a punto de cumplir los 85, que hace apenas un par de semanas consiguió completar nada menos que el la decimocuarta edición del Antarctic Ice Marathon, Maratón de Hielo de la Antártida, una de las pruebas más duras del mundo.
Svenningsen, cuyo objetivo declarado es "completar una maratón en todos los continentes", se acaba de convertir en el corredor de mayor edad en correr y terminar la carrera más austral del Planeta. Fue uno más de los 56 valientes inscritos en esta prueba de resistencia de 42 kilómetros y 195 metros disputada en unas condiciones extremas de viento y frío y logró completar el recorrido en 11 horas, 41 minutos y 58 segundos.
Para completar su objetivo de correr un maratón en cada uno de los siete continentes, ya sólo le faltan Australia y América del Sur, pero aclaró al terminar la carrera: “No voy a apresurarme en eso. Ambos también serían bastante costosos, y tengo que darle a mi bolsillo un poco de aire fresco”. Y es que la inscripción en el Maratón de Hielo de la Antártida es de 24.800 dólares sufragados por este jubilado que trabajó como ejecutivo en varias compañías petroleras y que, a tan solo 900 kilómetros del Polo Sur, soportó durante la prueba temperaturas de 20 grados bajo cero.
Roy confiesa que el peor momento lo atravesó casi a mitad del recorrido, cuando en el kilómetro 20 comenzó a sentirse débil y consultó con el médico de la prueba que le recomendó tomar un poco de sopa. Aquello pareció devolverle el ánimo, pero a los pocos kilómetros volvió a aparecer el cansancio. Pero el octogenario canadiense lo tenía muy claro: "Quería terminarlo, y eso fue todo. Solo pensé que sería mejor hacerlo", declaró Svenningsen que realizó la segunda mitad de la carrera caminando y trotando, pero que finalmente llegó a la meta y lo celebró con una ducha caliente y una larga siesta.
Willie Murphy, una culturista octogenaria que mandó a un ladrón al hospital
El pasado mes de noviembre, Willie Murphy, una culturista de 82 años que vive en Rochester, Nueva York, dio a un ladrón el susto de su vida.
Willie estaba tranquilamente en su casa, cuando un hombre llamó a su puerta con la excusa de necesitar llamar a una ambulancia. La propia Willie Murphy contó después que no se creyó el engaño y no le abrió, lo que hizo que el ladrón decidiera entrar empleando la fuerza.
Pero lo que el ladrón no podía imaginarse es que tras la puerta no se encontraba una mujer indefensa de 83 años. Más bien todo lo contrario. Una persona que se defendió lanzándole todo tipo de objetos, incluida una mesa con patas de metal.
Además, la culturista le arrojó al invasor champú para bebés en la cara, agarró la escoba y empezó a golpearle hasta dejarlo inconsciente. "Creo que fue feliz cuando llegó la ambulancia porque pudo marcharse de casa", afirmó Willie Murphy tras lo sucedido.
Montserrat Mechó, en paracaídas con 84 años
La barcelonesa Montserrat Mechó, no es ajena a la práctica deportiva. De niña daba clases de ballet y es una consumada nadadora. Tras una serie de adversidades personales en su vida, cuando cumplió los 49 años se lanzó por primer vez con paracaídas desde un avión en vuelo. Ahora, a sus 84 años, esta paracaidista ha hecho más de 900 saltos al vacío y no hay nada que frene su vital espíritu.
Su pasión por el deporte la convirtió en una de las pioneras a nivel nacional en practicar natación sincronizada y llegó a ganar el campeonato de natación y salto de trampolín y palanca de España en 1951. Sin embargo, tras casarse y tener familia no tuvo tiempo poder retomar sus prácticas deportivas y acabó por dejarlo. Precisamente, fue la pérdida, años después, de uno sus hijos, unido a un accidente de coche lo que hizo que cambiara su modo de ver la vida. Era el momento de aprovechar cada minuto.
Cuando se inició en la práctica del paracaidismo apenas había monitores de esta especialidad deportiva. Pero su propia iniciativa hizo que fuera casi autodidacta en sus primeros saltos. Poco le costó aprender las técnicas más básicas como las maniobras para llegar al suelo y amortiguar la caída. Desde entonces no ha dejado de practicar el paracaidismo llegando incluso a participar en diferentes campeonatos por todo el mundo. "Competía con chicas de 20 años cuando yo tenía más de 60", recuerda divertida Mechó.
"Nunca se debe abandonar el deporte y, si no lo has practicado nunca, siempre estás a tiempo", defiende esta vital deportista que aconseja "aprovechar el cielo, el mar y la montaña porque son tuyos y de todo el mundo y son gratis"; especialmente en el caso de la gente mayor, a la que anima a practicar deportes como el aquagym, la natación, la gimnasia o, simplemente caminar.
Eleuterio Romero, periodista en permanente superación
A sus 94 años, la vida de Eleuterio Romero, periodista jubilado, podría inspirar la trama de una película de época. Su trayectoria profesional resume a la perfección la historia del periodismo español y latinoamericano de posguerra. Si hubiese que sintetizar su recorrido, cabe destacar que emigró a Argentina, fue empleado de la discográfica RCA Victor, trabajó en Clarín, fue uno de los fundadores de la Agencia EFE en Latinoamérica, creó la delegación en Brasil y, entre otras muchas cosas, fue también su subdirector.
Hijo de un cartero rural, Eleuterio nació en 1925 en Torremenudas, un pueblo a 20 minutos de Salamanca. Era la época de la dictadura de Miguel Primo de Rivera. Su padre, que años atrás había combatido en África, era muy devoto y ejercía de sacristán en la parroquia de la localidad. Por esta razón y porque no podían costearse su educación, cuando cumplió 12 años, ingresó en el seminario. El problema era que no tenía vocación de sacerdote. “Les dije a mis padres que no quería volver. Pero me acabaron convenciendo”, comenta. Durante unos años siguió en el seminario, becado con una peseta mensual. Al final, acabó dejando sus estudios de seminarista a los 20 años y al no haberse consagrado como sacerdote, no se pudo librar de la mili. “Como era el único que tenía estudios y sabía escribir a máquina, me trasladaron a la Plana Mayor a cambio de alfabetizar a 40 soldados, hacer copias de los apuntes del hijo del comandante, darle clases particulares y escribir los informes de guerra de excombatientes de la Guerra Civil.
Recuerda Eleuterio que una vez emigrado a Argentina y “estando yo en Clarín, un periodista famoso exiliado español que se llamaba Mariano Perla se pasó al franquismo y fue nombrado director de EFE en América del Sur. Hablé con él y me pusieron como redactor jefe del Servicio Internacional. Trabajaba por la tarde en el diario argentino y por la mañana colaboraba con la Agencia”.
En 1971 le dieron la opción de volver a España y eso hizo. “El problema es que yo pensaba que, al haber sido delegado, me darían un cargo proporcional aquí, pero me asimilaron a jefe de sección" porque no tenía un título homologado de periodista. “En esa época se llevaba mucho la titulitis", rememora. "Me dijeron que si quería optar a puestos más elevados tenía que sacarme el diploma”, así que a sus 46 años y pudiendo haber sido maestro de periodistas, tuvo que hacer “el preuniversitario y cursar los cinco años de la carrera. En 1977 me dieron el título”, comenta. Sólo entonces, le hicieron redactor jefe en la agencia EFE y, poco después, subdirector, cargo que desempeñó hasta su jubilación. Desde ese momento, Eleuterio no ha parado de ejercer como periodista y además de sus memorias, también escribe regularmente artículos que atesora en su casa. Además, a sus 94 años, sigue haciendo el despacho parroquial en la Iglesia de su barrio.
Guadalupe Fiñana, 'Abuela de dragones'
A sus 85 años, Guadalupe Fiñana es una celebridad en "el sagram" (Instagram), donde sus vídeos, no exentos de "expolios" (spoilers), sobre Juego de Tronos se han convertido en "víricos" (virales). Con este peculiar vocabulario propio y un descomunal desparpajo, esta octogenaria sevillana se ha metido en el bolsillo a una legión de fans, que no se pierden sus desternillantes comentarios sobre la popular serie de HBO. Para ellos es la 'Abuela de dragones'.
Ama de casa durante toda su vida, a Guadalupe le vino la fama sin querer. En 2017 su nieta publicó en las redes sociales un vídeo con su reacción mientras veía el último capítulo de la séptima temporada de Juego de Tronos. En cuestión de horas, la grabación acumuló miles de reproducciones. En ella mostraba su indignación por la espera que tenía por delante para conocer el desenlace de la serie. "¿Ya se ha acabado? ¿No me digas? ¡Coño, en dos años me he muerto yo! Y ahora me muero con el intríngulis… Esto pongo yo una demanda pero ya porque es jugar con mis sentimientos", se quejaba amargamente con su gracia natural.
Pero no. La 'Abuela de dragones' no corrió la misma suerte que la mayoría de los personajes de la serie y volvió a la carga con más vídeos en la octava temporada, estrenada en abril de este año. "Quería agradecer todos los comentarios que me habían llegado durante esos meses y que me iban leyendo mis nietas. Me llegan mensajes preciosos hasta del extranjero: de Estados Unidos, México, Guatemala, Ecuador… Es una locura y estoy muy agradecida a esta juventud tan maravillosa que tenemos"
Juego de Tronos ha cerrado para siempre sus puertas, no así las de la casa de la 'Abuela de dragones', que siguen abiertas para tratar otros temas: desde contar su afición por la costura hasta desear suerte a los estudiantes en la Selectividad. Además, ha continuado con sus comentarios de series como La casa de papel , Peaky Blinders y Merlí también están en la lista de esta 'seriéfila' empedernida y viuda desde poco tiempo antes de que se publicara su primer vídeo, que se encarga de demostrar cada día que la edad es sólo un número. Además de ver series, lee mucho, hace gimnasia, cose, cocina y presume de que nunca ha tenido que meter a nadie en casa para limpiar porque sigue haciéndolo ella. "Me considero de espíritu muy joven y no paro en todo el día. Me faltan horas para hacer cosas", afirma. Por eso, aconseja a las personas de su edad que estén "activas" y no se metan "en un rincón".
Benedicta Sánchez, actriz revelación con 84 años
Con su primera película, y a los 84 años, Benedicta Sánchez podría convertirse en la intérprete que logra el premio Goya a la Mejor Actriz Revelación con más edad. Ocurra lo que ocurra en los próximos premios Goya en su edición 34 pasarán a la historia por hecho y porque Benedicta nunca antes había formado parte de una película. Su primera aparición en la gran pantalla, y que le ha valido la nominación, ha sido la película Lo que arde, dirigida por Oliver Laxe.
Esta gallega que sin experiencia previa en el cine previa se encuentra en boca de todos. Y no solo por el ejemplo que supone, sino por la vitalidad que muestra en cada una de sus intervenciones. Y eso que, como comentó durante la fiesta que reunió a los nominados, esto “No me altera, ni lo bueno ni lo malo”. Eso sí, al igual que en el Festival de Cannes, donde ganó el premio del Jurado, si gana el Goya se aventurará a bailar una muñeira.
Como queda dicho, la trayectoria cinematográfica de esta nueva actriz se limita a una película. Todo ello es fruto de un casting que se llevó a cabo en la comarca gallega de Os Ancares, en Lugo. Benedicta se presentó y fue la elegida para el rol de la madre del protagonista. Y sin duda, apostar por esta mujer que actualmente vive en O Corgo resultó todo un acierto.
Así pues, en caso de que Benedicta Sánchez consiga el premio Goya, batirá un nuevo récord en los premios cinematográficos más importantes de nuestro país. Y entonces, quizás no solo ella, sino que muchos más bailarán una muñeira en su honor.
José Toral, Mejor Voluntario Mayor de Madrid
Como cada año, la Agencia Madrileña de Atención Social entregó sus Premios a Mejor Voluntario Mayor y el galardón recayó sobre José Toral, un antiguo electricista jubilado de 77 años que imparte, desde hace casi diez, un taller de pintura en el Centro de Mayores de Usera. “Me gusta mucho que reconozcan mi trabajo. Estoy muy alegre. Lo paso muy bien con los compañeros”, explicó tras recibir el premio.
Pero, si por algo destaca José, es por su fuerza de voluntad a la hora de ayudar y enseñar a los demás y por tener un interesante pasado. Nació en 1941, en una pequeña buhardilla de la Plaza Mayor, “en el número 2”. Era el segundo de cinco hermanos y pasó toda su infancia “correteando por las calles del centro de la ciudad”.
A los 14 años dejó la escuela y se puso a trabajar en la empresa de su padre como aprendiz de electricista y electricista fue hasta que hace 12 años. José se jubiló, pero no quiso quedarse con los brazos cruzados. Además, en ese momento, “tenía que cuidar a mis padres que cayeron muy enfermos y me deprimí cuando fallecieron”, relata. Para salir del bache, decidió dar un cambio radical a su vida y dedicar su tiempo a lo que más le gusta: pintar.
“Primero me apunté a un curso del Ayuntamiento y, luego, me hice socio del Centro de Mayores y estuve dos años pintando con ellos”, cuenta. “No iba a estar sin hacer nada”, justifica. Tras dos años como alumno, “se murió el voluntario” que impartía el taller y le propusieron hacerse cargo del curso. Aceptó y lleva ya 10 años desempeñando esta función. “Soy un veterano”, afirma José Toral para quien esta forma de afrontar la vejez, tiene que ver con su carácter. “He procurado siempre hacer amigos, hasta en la mili: me dieron un premio por ayudar a todo el cuartel. Siempre me ha gustado hacerlo”, explica. Por esta razón, José anima a todos los mayores a que se hagan voluntarios. “La vida es mucho más bonita de esta manera”, concluye.