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El estrés y la ansiedad son muy diferentes, aunque ambos si son crónicos pueden ser perjudiciales para el organismo. "Sea por cuestiones laborales, de salud, familiares, el cuerpo reacciona ante ciertos estímulos externos provocando una respuesta fisiológica conocida como estrés y en la que se identifica que hay algo que puede ser peligroso o amenazante. Sin embargo, cuando esos estímulos parten de ideas o de la fantasía que se crea en nuestra mente, entonces la amenaza no es real, pero la respuesta fisiológica sí lo es, entonces hablamos de ansiedad", explican en un comunicado la empresa Duché, que comercializa productos como el colágeno.
"Sea la amenaza real o imaginaria, el organismo se desgasta, las células se alertan y se provoca una aceleración en los procesos de oxidación celular. En otras palabras: los procesos de envejecimiento se activan, porque se acelera la pérdida de producción de colágeno, que es lo que permite a nuestros tejidos estar firmes. Por eso es que en casos de mucho estrés se nos cae el cabello, se quiebran las uñas, hay problemas articulares y hasta tisulares", prosiguen.
Y para revertir este efecto perjudicial, indican, existe la psiconeuroinmunología, una rama de la medicina "que investiga la relación entre lo que pensamos y la afectación que esto tiene en la salud".
Alimentarse bien para estar mejor mentalmente
Según indica esta rama, "lo que puede ayudarnos a fortalecer nuestro sistema inmune y a que el estrés sea nuestro aliado ante circunstancias en las que, efectivamente, debemos alertarnos, es enseñarle a nuestro cerebro a relajarse".
Y para ello es fundamental la alimentación. "Existen alimentos que por sus características nutricionales funcionan como co–productores de neurotransmisores que pueden ayudarnos a sentir bien, por ejemplo, el cacao, la manzanilla, el té verde, verduras de color verde (de preferencia hervidas para evitar inflamación), cúrcuma, avena, chía, entre otros. Además de alimentos que no estén demasiado procesados, mejor opta por productos libres de hormonas o de azucares añadidas, en general productos orgánicos. Lo que sugieren los expertos en la nutrición es aprender a comer según nuestras emociones, es decir, identificar nuestro estado emocional y saber qué es lo que realmente puede ser mejor para nosotros en ese momento. Muchas veces creemos que lo que nos reconforta (chocolates, alcohol, grasas, harinas) es lo que nos ayudará a sentirnos mejor, y puede ser que apacigüe la sensación, pero en realidad no estamos ayudando al cerebro a disminuir sus respuestas ante el estrés", concluyen.