Alba L. Marín
Sociedad
Diferencias entre edad cronológica y prospectiva: lentes distintas para entender el envejecimiento
Varios estudios sobre la longevidad que usan la edad prospectiva obtienen conclusiones distintas
Todos los estudios hasta el momento, a la hora de evaluar las implicaciones del envejecimiento, tienen en cuenta la edad cronológica, es decir, el número de años vividos. Tal como explica Simon Lloyd, Investigador posdoctoral en ISGlobal especializado en clima y salud, según este enfoque, el "envejecimiento de la población se entiende esencialmente como el aumento de la proporción de personas mayores de, por ejemplo, 65 u 85 años".
Sin embargo, utilizar la edad cronológica puede ser algo engañoso, según una conceptualización alternativa del envejecimiento propuesta por Warren Sanderson y Sergei Scherbov. Esto se debe a que la perspectiva cronológica "no advierte la dinámica de la longevidad ni los patrones cambiantes de salud". Por ello, estos autores e investigadores como Lloyd apuestan por tener en cuenta la "edad prospectiva", es decir, la esperanza de vida condicional o restante de la persona. Esta visión permite enfocarse en la capacidad funcional de la persona o, en otras palabras, en el número de años que las personas de una determinada edad cronológica pueden esperar vivir.
¿Por qué es importante la edad prospectiva?
El enfoque de la edad prospectiva cobra una relevancia notable porque, según advierte Lloyd, "a medida que las personas envejecen, su salud, sus discapacidades y su cognición tienden a estar más correlacionadas con su edad prospectiva que con su edad cronológica".
Además, hay que entender que si la esperanza de vida crece, también lo hace la edad prospectiva, sea cual sea la edad cronológica. En España, los hombres han pasado de tener una esperanza de vida media de 72,4 años en 1980 a los 80,5 en 2018. En el caso de las mujeres, esta se ha incrementado en 7,4 años durante el mismo periodo, pasando de los 78,4 a los 85,8 años.
Todo eso quiere decir que las personas de una edad cronológica determinada tienen más años por delante en 2024 que en 1980. Por lo tanto, tal como especifica el investigador Simon Lloyd "en cierto modo se podría decir que a la misma edad cronológica son más jóvenes o, al menos, tienen más vida por delante que sus predecesores".
Tres generaciones juntas: madre, hija y nieta. Fuente: Bigstock
La percepción general, que coincide con la perspectiva de la edad cronológica, es que cada vez habrá una mayor cantidad de personas más mayores. Pero, en realidad, lo que muestra el enfoque de la edad prospectiva es que "se está posponiendo el envejecimiento, es decir, que la gente se hace mayor más tarde. Así pues, aunque habrá más personas mayores a largo plazo, no tendremos de repente una población extremadamente vieja y frágil", explica el especialista en clima y salud.
Las implicaciones de la visión prospectiva en el cambio climático
Investigadores de varias instituciones han publicado dos artículos que evalúan la influencia del envejecimiento de la población en el riesgo climático, tomando como referencia la edad prospectiva y no la cronológica. El primero, denominado Evitar sobreestimaciones de los riesgos climáticos derivados del envejecimiento de la población, se centra en el aumento previsto del tamaño de las poblaciones de mayor edad en todo el planeta hasta 2100, disponible en la revista npj Climate and Atmospheric Science. El segundo analiza el envejecimiento y los cambios en la mortalidad relacionada con la temperatura en España en los últimos 40 años, publicado en Environmental Research y cuyo título es Remedición de la influencia del envejecimiento en la mortalidad por calor en España, 1980 a 2018.
La importancia de esos estudios se debe a que se prevé que el envejecimiento de la población provoque un aumento significativo de los riesgos climáticos, dado el aumento de la vulnerabilidad en los últimos años de vida. Para evaluar cómo influye la longevidad en el riesgo de mortalidad por calor, se hace especialmente importante tener en cuenta el concepto de "edad prospectiva".
En el primer análisis, se evaluó el crecimiento previsto de la población de edad avanzada en todo el mundo en países agrupados por nivel de renta. De ese análisis se concluyó que "cuanto mayor es el crecimiento, mayor es la proporción de personas de edad avanzada vulnerables y mayores los riesgos climáticos". Pero lo más significativo es que, utilizando las proyecciones de población de las Naciones Unidas, se demuestra que, en comparación con una perspectiva de edad cronológica, el aumento previsto del tamaño de la población de edad avanzada era considerablemente menor cuando se contemplaba desde una perspectiva de edad prospectiva.
En la siguiente imagen se exponen cuatro gráficos del estudio, divididos según el nivel de ingresos de los países. Así, los datos correspondientes a los países con ingresos altos se exponen en el gráfico (a), los datos de los países con ingresos medios-altos en el gráfico (b), los de los países con ingresos medios-bajos en el gráfico (c) y los datos de los países con ingresos bajos en el (d). Cada gráfico muestra el crecimiento de la población según la edad cronológica (líneas continuas) y prospectiva (líneas discontinuas), en relación con la población en 2020 (la población inicial en 2020 para cada grupo se muestra en la leyenda). Los datos se toman de las Perspectivas de la Población Mundial 2022 de las Naciones Unidas, variante media.
Gráfico sobre el crecimiento de la población de personas mayores hasta el año 2100, en países agrupados por nivel de ingresos. Fuente: npj Climate and Atmospheric Science
Simon Lloyd, uno de los autores de ambos artículos, destaca que en los países de renta baja, el crecimiento de la población de "edad avanzada" (es decir, personas con una edad cronológica de 85 años o más, o con una esperanza de vida prospectiva de ≤5 años restantes) para 2100 se multiplicaba por 32 desde una perspectiva cronológica, pero solo por 10 desde una óptica prospectiva.
En general, las diferencias entre las dos perspectivas son mayores con la edad y menores con el nivel de renta del país. Por lo tanto, "esto sugiere que, si bien es cierto que el envejecimiento plantea retos, puede que no sean tan grandes como podríamos haber pensado, sobre todo para las personas muy mayores y en los países con menos recursos", analiza el investigador.
En definitiva, de los estudios mencionados, se extrae la novedad de que en las evaluaciones del impacto climático que se basan en la edad prospectiva la conclusión es que en los futuros más sostenibles es probable que el tamaño de la población sénior vulnerable y los desafíos climáticos sean menores de lo que se creía -tanto en términos absolutos como en relación con los futuros menos sostenibles-. Mientras que teniendo como referencia la edad cronológica se deduce que esa población de alto riesgo podría ser muy numerosa.
Nuevas conclusiones sobre el riesgo de mortalidad por calor
En el segundo estudio, se utilizó de nuevo la edad prospectiva para analizar los cambios históricos en el riesgo de mortalidad relacionada con el calor en un contexto de cambio climático y envejecimiento de la población.
El especialista cuenta que el uso de la edad prospectiva en el análisis "permite seguir los cambios en el riesgo en grupos que son más comparables entre sí, en el sentido de que tienen niveles similares de funcionamiento de su cuerpo y de años de vida restantes". Así, "se obtiene una imagen más clara de hasta qué punto nos hemos adaptado con éxito al cambio climático hasta ahora" frente a estudios anteriores que, basados en la edad cronológica, sugieren que la susceptibilidad al calor ha disminuido entre las personas mayores en las últimas décadas, siendo considerado por algunos como una prueba de adaptación satisfactoria.
No obstante, el estudio -tomando datos de mortalidad y temperatura en España entre 1980 y 2018- coincide en que ha disminuido el riesgo de mortalidad a temperaturas extremas. Pero los resultados muestran que no ha sido tan pronunciado como se pensaba. Además, en los resultados se añade un aumento del riesgo a temperaturas moderadamente cálidas. Lloyd explica que esto se puede atribuir "al hecho de que la gente es cada vez más consciente de los peligros de las temperaturas extremas y toma precauciones en esos días, mientras que los días de calor moderado no suelen percibirse como especialmente calurosos o peligrosos".
Gráfico sobre la edad prospectiva a una edad cronológica seleccionada desde 1980 a 2018, por sexo (hombres a la izquierda y mujeres a la derecha). Fuente: Enviromental Research
Entonces, ¿cuál es el riesgo de morir por calor?
En lo relativo al riesgo absoluto de mortalidad por calor extremo, tanto tomando en consideración la edad cronológica como la prospectiva, este se reduce. En el caso de la perspectiva cronológica, la reducción en las mujeres es de un 54% y en los hombres de un 48%. Teniendo en cuenta la visión prospectiva, la disminución es considerablemente menor: solo un 15% en las mujeres y un 25% en los hombres.
Sin embargo, respecto al calor moderado, difieren los resultados si se tiene en referencia la edad cronológica y la prospectiva. En el primer caso los resultados del análisis demuestran un riesgo absoluto de mortalidad un 23% menor en las mujeres y un 16% más bajo en los hombres. Mientras que en el segundo caso, el riesgo se dispara aumentando un 46% en las mujeres y un 20% en los hombres, manifestando que las personas mayores no se han adaptado al cambio climático tanto como se pensaba.
Medidas para luchar contra las muertes por calor
En un contexto de envejecimiento de la población, Simon Lloyd explica que el riesgo que supone el aumento de las temperaturas puede combatirse de dos formas generales: "sobre todo en el caso de las temperaturas extremas, debemos redoblar los esfuerzos de adaptación al calor, por ejemplo, a través de sistemas de alerta precoz que atiendan mejor las necesidades de las personas mayores, programas educativos, residencias con aire acondicionado, programas comunitarios para mitigar el aislamiento social...".
En lo que concierne a las muertes asociadas a temperaturas más moderadas, se necesitan acciones más generales "como un mayor desarrollo de los programas de envejecimiento saludable a largo plazo, que incluyan la reducción de las enfermedades no transmisibles y la prevención de la pérdida prematura del funcionamiento físico y mental".
En resumen, el investigador concluye que "para formar poblaciones preparadas para el cambio climático, debemos protegernos de unas condiciones medioambientales cada vez más duras, pero también debemos impulsar un progreso social rápido que garantice una buena salud para todos".