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Una investigación en las islas Salomón y en Bangladesh dirigida por el Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals de la Universitat Autònoma de Barcelona (@ICTA_UAB) y la Universidad McGill de Canadá ha desvinculado la felicidad de la riqueza "en sociedades donde el dinero juega un papel mínimo".
Los investigadores han convivido con pequeñas comunidades pesqueras con diversos grados de monetización, donde entrevistaron a 678 locales –cerca del 85% hombres–, con edades entre los 20 y los 50 años residentes en áreas rurales y urbanas, según ha informado el Icta-UAB este martes en un comunicado.
La ciencia constata que la felicidad no tiene precio ?
— ICTA-UAB (@ICTA_UAB) February 9, 2021
Un estudio del @ICTA_UAB y @mcgillu muestra que las sociedades donde el dinero juega un papel mínimo presentan niveles muy altos de felicidad. https://t.co/PmGxoUw99Y pic.twitter.com/CE8pXMXDTz
Los niveles de felicidad que expresaron los participantes en el estudio, publicado en la revista 'Plos One', son comparables a los de los países escandinavos, que suelen obtener la calificación más alta del mundo.
En estos encuentros conocieron sus estados de ánimo, estilo de vida, actividades domésticas y relacionadas con la pesca, sus ingresos y el nivel de integración, que sirvieron para descubrir que en las zonas urbanas de Bangladesh, donde el dinero se usaba más, los niveles de felicidad eran más bajos.
La investigadora del Icta-UAB y autora principal de la observación, Sara Miñarro, ha afirmado que "en los sitios menos monetizados, las cosas que más felices les hacen sentir son pasar el mayor tiempo posible con su familia y estar en contacto con la naturaleza".
En cambio, a medida que aumenta la aparición del dinero, este tiene un papel más importante y por eso, "estos hallazgos sugieren que, especialmente en sus primeras etapas, en realidad puede ser perjudicial para la felicidad".
El otro autor del trabajo y profesor del Departamento de Ciencias Planetarias y Terrestres de McGill, Eric Galbraith, ha señalado que la investigación ha concluido que la felicidad no está relacionada con los altos ingresos y la riqueza material y que "si se replican estos resultados en otros lugares y se identifican los factores que contribuyen al bienestar subjetivo" podría ayudar a eludir los costes ambientales asociados en zonas menos desarrolladas.
El investigador en la McGill's Bieler School of the Environment, Chris Barrington, ha señalado que "cuando las personas se sienten cómodas, seguras y libres para disfrutar de la vida dentro de una comunidad fuerte son felices, independientemente si ganan dinero o no".