El día 13 de febrero de 2020, Juan Carlos Pérez Aguilar, director general de Mayores del Ayuntamiento de Madrid, se incorporó a su nuevo puesto. No podía sospechar entonces, cuenta a 65Ymás, que pocas semanas después, en marzo, debería parar toda la actividad presencial enfocada a mayores y prestarla de forma telemática o mediante la Ayuda a Domicilio.
"Fue complicado, porque no había pasado nunca y no teníamos experiencia. Todas las actividades grupales se terminaron y, después del cierre de los centros de mayores, se clausuraron los de día, lo que significaba que había que reubicar a 5.000 personas", recuerda. Por ello, prosigue, decidieron reinventarse y aumentar horas para usuarios más dependientes y reducirlas para otros que no las necesitaban con tanta urgencia para así poder llegar a todos.
Ahora, aunque varios de los servicios que se prestaban con anterioridad han vuelto a darse, los centros de mayores siguen cerrados a la espera de la ansiada vacunación de las personas de más de 65 años contra el coronavirus.
Pregunta - Ha pasado casi un año desde el comienzo de la pandemia, visto con perspectiva, ¿qué impacto cree que ha tenido el cierre de los centros de mayores en la población de más de 65 años?
Respuesta - Lo primero que se tuvo en cuenta en la reordenación de los servicios fue eso. Iba a haber una pérdida de contacto social y había que buscar alternativas. Evidentemente, las físicas eran prácticamente imposibles. Entonces, lo que se promovió fue que todos los usuarios de centro de día mantuviesen el contacto con sus profesionales, vía telemática. Se pusieron tablas de gimnasia, programas de mantenimiento, se hablaba con la familia, etc.
Hicimos millones de llamadas. Pero, a pesar de todo eso, es verdad que el ámbito social desapareció. Hay que decir también que las personas mayores son las más resilientes. Su capacidad para enfrentarse a dificultades es mucho mayor, por lo que han vivido. Y tenían más resistencia para enfrentarse a la soledad física.
Además, entendíamos que la brecha digital iba a ser un problema y no fue así, es decir, el 70% de los mayores tuvieron la posibilidad de hacer videoconferencias.
P.- Y durante la desescalada, ¿por qué no se planteó la apertura de los centros de mayores?
R.- Los centros de día estuvieron abiertos por fases, al 50, 90 y 100%. Y la decisión la tomó la Comunidad de Madrid, no nosotros. Pero respecto a los centros de mayores, era más complicado. En ese momento, el riesgo de reabrirlos era superior a los beneficios que se podían generar. Por varias razones. Una de ellas, porque son mayores válidos y podían desarrollar esas actividades fuera –como la peluquería, podología o el comedor–. Aunque es cierto que el problema era el precio.
Ahora, hay acuerdos para poner en marcha todas las actividades individuales como la podología, peluquería, terapia ocupacional, psicoterapia y visitas de grupos pequeños fuera del centro y paseos organizados. Los equipos de animación están empezando a generar salidas con grupos de hasta cinco mayores. Y todo esto es al margen de la vacunación que, quizá, variará la cosa hacia mediados de año. Nosotros, ya en enero, comenzamos con nuevos programas.
P.- ¿Han detectado un aumento del número de mayores en situación de vulnerabilidad económica a raíz de la pandemia?
R.- Hemos tenido problemas, pero no desde una perspectiva económica. Quiero decir, todas las personas mayores tienen una pensión.
A pesar de todo, evidentemente, es verdad que cuando estaban abiertos los centros de mayores, una comida, que en la calle costaba 13 euros, allí valía cinco. Y eso era un colchón que han perdido y que recuperarán cuando se reanuden los programas. Pero por lo demás, es un grupo que tiene una cierta capacidad de resistencia y ha demostrado que soporta a las familias en las crisis.
Además, hay que recordar que existe un programa de comida a domicilio para mayores –de las cafeterías de los centros– y esa parte se ha sustituida por contratos de emergencia de cada uno de los distritos.
P.- Aunque la competencia en materia de residencias de mayores es de la Comunidad, el Ayuntamiento gestiona también varias, ¿cómo se ha vivido la crisis sanitaria en estos centros?
R.- Tenemos tres residencias por una cuestión histórica, no es nuestra competencia. Y, en el momento que entró el COVID, la autoridad sanitaria autonómica se hizo cargo de todas.
Nuestras residencias son un poco diferentes. Tenemos unas ratios de atención algo superiores por su concepción original –dos de ellas van destinadas a personas con alzhéimer y la otra, a deterioro físico–.
Aun así, hemos vivido lo mismo que el resto de centros, aunque quizá con un grado algo menor, por las ratios. Una de nuestras residencias lo pasó peor durante la primer ola y hubo otra que tuvo cero casos. Sin embargo, en la segunda ola, en la primera residencia, no tuvimos problemas, pero en las otras dos, sí que hemos tenido casos.
P.- Durante el pico de la primera ola fallecieron varios centenares de mayores por Covid-19 en sus domicilios en toda la región y muchos de ellos lo hicieron en Madrid. ¿Qué puede hacer el Ayuntamiento para que no vuelva a suceder?
R.- Dentro de lo que pasó, tuvo una incidencia pequeña y lo vimos casi al final del proceso. Pero fue algo que nos sirvió de reflexión.
Es más, uno de los programas que hemos puesto en marcha fue fruto de ese acontecimiento. Teníamos un servicio de teleasistencia que atendía aproximadamente a unas 130.000 personas mayores de Madrid. Y cuando vivimos eso, nos dimos cuenta de que no llegábamos a todos y que era una situación que se nos estaba escapando. Así que decidimos reactivar el programa de teleasistencia con Teleasistencia Plus, un proyecto que pretende atender a personas que no tienen ningún servicio con el Ayuntamiento de Madrid.
En paralelo, estamos trabajando en las redes vecinales y en el ámbito comunitario. No tenemos ojos en todos los sitios, pero los vecinos y el comercio de proximidad sí que tienen esa posibilidad. Por ello, estamos desarrollando, dentro de la Estrategia contra la Soledad no Deseada, programas para el vecindario y en cada barrio estamos montando equipos de personas que quieran comunicar incidencias que vayan viendo.
Además, estamos poniendo en marcha un programa de voluntariado. Hemos creado una aplicación de móvil para que las personas mayores que necesiten un acompañamiento lo puedan solicitar desde su app.
P.- Otra de las lecciones de la pandemia es que hay que reforzar la coordinación entre el sistema de salud y los servicios sociales, ¿qué falta por hacer en ese sentido?
R.- En este asunto, doy mi visión como médico. Para mí es una obsesión, porque estos dos sistemas han vivido de espaldas durante toda la vida. Y este ha sido el primer aviso de que hay algo que no funciona. Eso sí, desde la responsabilidad municipal, la coordinación sociosanitaria nos es muy ajena, porque el ámbito sanitario asistencial es puramente de la Comunidad de Madrid. No nos gusta sentirnos como espectadores, pero es cierto que nuestra capacidad de intervención a ese nivel es muy complicada.
Pero la situación está cambiando. Sólo hay que ver las dos olas. En la segunda, nunca hemos hablado de los problemas sanitarios mientras que, en la primera, se les veía todos los días en televisión tirándose los trastos. Creo que hemos aprendido.
Por ejemplo, desde nuestra responsabilidad, cuando decidimos implementar los apartamentos para personas con soledad sobrevenida por la pandemia, teníamos todo el ámbito social bien, pero faltaba la parte sanitaria. A partir de ese momento, hablamos con Madrid Salud y se pusieron a nuestra disposición todos los médicos, por lo que tuvimos ambos ámbitos cubiertos. Ese fue el punto de partida de nuestra colaboración. A partir de ahí, todos los programas de soledad deseada tendrán ambos enfoques y estamos trabajando conjuntamente.
P.- Durante la campaña, José Luis Martínez-Almeida avanzó la creación de un Sammur del Mayor. ¿Se ha avanzado respecto a esta propuesta?
R.- Esto está en vías todavía. No sé qué desarrollo tendrá, porque es complicado hacer un Sammur del Mayor. Ahora mismo hay tres patas: emergencias, social y una pequeña parte de mayores. Pero lo que no tiene sentido es que dupliquemos por razón de la edad. Lo que sí que queremos es identificar aspectos del Sammur que afectan a mayores y que no tienen mucho sentido que estén allí, para que los llevemos fuera. Por ejemplo, toda la parte de desalojos o problemas de vivienda. Pero separar una situación de emergencia por razón de la edad no tiene sentido.
P.- En 2019, este diario demostró que el programa de descuentos para mayores ya no estaba operativo en la mayoría de comercios de proximidad. ¿Tienen previsto volver a reactivarlo?
R.- Esto será mi reto en 2021. Está allí y he leído todo lo que se ha ido haciendo. Pero el COVID lo paró absolutamente todo. Al final del año 2019 hubo un programa muy intenso en mercados. Y estamos trabajando en el tema de comercios amigables, pero será nuestro reto este año.
P.- ¿Cómo avanza el programa de ciudades amigables con las personas mayores?
R.- El Plan de Ciudades Amigables acabó en 2019 y en 2020 se ha evaluado. En este momento, todas las áreas del Ayuntamiento están aportando ideas para el nuevo plan que será en 2021-2023. Estamos en plena redacción y no se va a parar. Creemos que es un logro importante de este ayuntamiento y es algo que no tenemos que dejar. Evidentemente, retomar esto, con las dificultades que hemos pasado, es un reto importante.